En el año 1936, un pequeño municipio de la provincia de León con poco más de 3.300 habitantes sufrió la represión franquista justo al inicio de la Guerra Civil. Unos 300 militares golpistas provenientes del municipio de Benavente (Zamora) entraron en Valderas, registraron la Casa del Pueblo y las casas particulares y se llevaron a 200 detenidos.
Los prisioneros fueron repartidos entre las cárceles de Benavente, Astorga y San Marcos (León). Más tarde en octubre de ese mismo año unas 90 personas de entre esos detenidos fueron torturadas y fusiladas a sangre fría por los franquistas.
Valderas era conocida por los fascistas como “la Moscú de España” o “Valderas la roja”. Ese nombre se empezó a hacer famoso entre los miembros de la Iglesia cuando se cambió el nombre de la calle “Padre Isla” por el de “Lenin”. Ni la comunidad clerical ni los poderosos del pueblo recibieron esa noticia con buenos ojos.
La historia de Valderas es la historia de tantos otros pueblos de España en aquella época, presa de los caciques y la oligarquía. Las condiciones en las que trabajaban los campesinos eran pésimas hasta que llegó un alcalde comunista, Victoriano López Rubio. Este, junto con el sindicalista Falconerín Blanco Fernández, trajo una nueva ola de medidas republicanas y comunistas que cambiaron el pueblo, y sobre todo la visión que los fascistas tenían de él hasta convertirlo en un punto de mira importante para ellos.
Victoriano López Rubio regentaba un quiosco de periódicos. Fue expulsado del Centro Obrero por sus ideas comunistas, y con el tiempo sus propuestas políticas se fueron haciendo más fervientes hasta el punto de presentarse en el año 1933 a las elecciones por el Partido Comunista en la provincia de León, en las cuales superó al resto de candidatos incluida a la famosa Dolores Ibárruri (La Pasionaria).
>>Diccionario Político: Dolores Ibárruri, la Pasionaria<<
Tanto Victoriano como Falconerín defendieron siempre los derechos de los trabajadores y los desfavorecidos por encima de todo. El alcalde forzó a los propietarios a cumplir con sus obligaciones aplicando la Constitución republicana. Estos contraatacaron difundiendo en el “Diario de León” la historia de que Valderas era un pueblo “comunista, rojo y violento”. Para cuando estallara la guerra ya se habría convertido en un blanco para los fascistas.
Falconerín Blanco Fernández murió en León por las torturas que sufrió tras ser apresado en Valderas. Victoriano López Rubio fue asesinado por lapidación, después de cortarle los testículos y grabarle en cada mejilla una F y una E y en la frente “INRI”. Hubo torturas, “sacas” y “paseos”. La mayoría de víctimas siguen en fosas comunes entre Zamora y León.
>>La multirepresión de la dictadura franquista<<
En el año 2015 fueron inhumadas 9 víctimas localizadas en 2012 por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Se les hizo un homenaje a ellas y a las que todavía siguen desaparecidas (se cree que unas 117).
En la plaza de los Cestos de la localidad hay un muro con la leyenda “A todos los que sufrieron las consecuencias de una guerra que nunca debió existir (1936-1939)”, erigido en 2005 por el gobierno municipal del PSOE. Una frase que para muchos es ambigua y no hace justicia al infierno que vivieron los vecinos de Valderas, una vez más como en tantos otros pueblos de España, a manos de unos fascistas que aún a día de hoy no han pagado por todo el daño infligido.