Balenciaga: la fascinante unión entre arte y alta costura
‘El Maestro’ de la alta costura. Así es conocido mundialmente el modisto español Cristóbal Balenciaga (Guetaria, 1895 – Jávea, 1972), quien fue –y continúa siendo- el diseñador más admirado, prestigioso e influyente del siglo XX y, probablemente, de la historia. Balenciaga es un mito de la moda, pero también un gran desconocido por su personalidad discreta, reservada y extremadamente perfeccionista. Con sus transgresores diseños, inspirados en el arte y en la cultura españolas, nació una nueva silueta femenina, un nuevo concepto de feminidad, sofisticación y elegancia.
Desde el 18 de junio, noventa de sus magníficas creaciones y más de cincuenta obras de arte que las inspiraron se dan cita en la exposición “Balenciaga y la pintura española” que acoge el Museo Thyssen hasta el próximo 22 de septiembre. El recorrido por sus salas evidencia la gran influencia de las obras de arte pictóricas del siglo XIX y XX en las creaciones del modisto vasco, dando fe de un diálogo imprescindible entre moda y arte, simbiosis que se manifiesta en un embriagador despliegue de cultura y belleza made in Spain del que es imposible salir indiferente.
Sus salas exponen noventa de las mejores piezas de indumentaria del modisto, muchas de ellas nunca antes expuestas, procedentes de colecciones particulares y de museos como el Museo Balenciaga de Guetaria y el Museo del Traje de Madrid; también cuentan con cincuenta y seis obras de arte de autores como el Greco, Velázquez, Goya o Zurbarán, cedidas por el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Bilbao y colecciones privadas.
Las bailaoras de flamenco, los trajes de luces de los toreros, el estilo de los Austria, los intensos colores de las indumentarias de los personajes retratados por el Greco, los volúmenes de los vestidos de las santas de Zurbarán o la estética de los trajes regionales españoles forman parte de las cautivadoras creaciones de Balenciaga. El modisto se inspiró en estas figuras representadas por el arte español de los siglos XIX y XX, recreando sus siluetas, volúmenes, tonos cromáticos, texturas y pliegues en sus piezas de alta costura, representando la cultura española y haciendo viajar a aquellos que los contemplan a la España del siglo pasado.
Así es como, a través de Balenciaga, la moda y el arte se dan la mano en un contexto cultural que devuelve la moda al lugar al que siempre perteneció: el arte. Con él, la moda recobra su valor como un elemento cultural fundamental de nuestra historia, de la Historia del arte. La moda es arte y quién mejor para recordárnoslo que el gran maestro de la costura.
La marquesa de Casa Torres, mecenas de Balenciaga
La historia de Cristóbal Balenciaga con la moda se inicia en Guetaria (Guipúzcoa), su pueblo natal, cuando era tan solo un niño. El pequeño Cristóbal acompañaba a su madre, costurera de oficio, en sus visitas a las casas de las familias aristocráticas para las que trabajaba. Entre ellas se encontraban los marqueses de Casa Torres, familiares de la que años más tarde se convertiría en la reina Fabiola de Bélgica. Los marqueses de Casa Torres veraneaban en Vista Ona, un palacete sito en Guetaria, al que la madre de Balenciaga acudía asiduamente para confeccionar vestidos para la marquesa con las telas de los mejores couturier de Londres y París. En las numerosas visitas al palacete de los marqueses, el joven Balenciaga se impregnó del arte de la costura, de las tendencias del momento y del glamour de la moda parisina. Sus estancias en el palacete también le sirvieron para culturizarse en el mundo del arte. El marqués disponía de una amplia colección de arte que contaba con Goyas, Grecos, Pantojas de la Cruz y Velázquez, entre otras obras. Balenciaga, un joven humilde, pero inteligente y ambicioso, supo aprovechar el escenario que le rodeaba, empapándose del arte y de la cultura de la época que, años más tarde, reflejaría en sus diseños.
A esta etapa de su vida hizo mención el modisto en la entrevista concedida a la revista Paris Match en 1968 –la única que concedió a un medio de comunicación–. Balenciaga contaba que, un día, mientras conversaba con la marquesa de Casa Torres, esta se interesó por su futuro, y ante una de sus preguntas, el joven, de 12 años de edad, le respondió lo siguiente: «Puedo coser y podría copiar el traje que lleva usted si tuviera el lino necesario». Esa misma noche, la marquesa le envió su traje y las herramientas necesarias para que lo confeccionase, sin esperanzas en el resultado dada su temprana edad. La sorpresa llegó el domingo siguiente, cuando la marquesa acudió a la Iglesia de San Salvador de Guetaria con la creación del pequeño Balenciaga. Así es como la marquesa de Casa Torres se convirtió en la primera clienta y en la mecenas del joven, ambicioso y talentoso Cristóbal Balenciaga.
Revolución en la moda del siglo XX
Balenciaga también fue conocido como el “arquitecto de costuras” o “rey de asimetrías” debido al patronaje casi arquitectónico de sus diseños. Sus colecciones revolucionaron la moda de los años 50. Con su “línea saco” apostó por la fluidez frente al encorsetamiento del new look de Christian Dior, quien imponía una silueta de reloj de arena, caracterizada por potenciar al máximo las curvas femeninas. A la silueta saco, voluminosa, amplia y cómoda, le siguieron el vestido túnica, las mangas globo, el vestido babydollo el vestido “cola de pavo”, más largo por detrás que por delante. En los años 60 sus diseños se volvieron más minimalistas, se sirvió de tejidos rígidos con los que conseguir ese efecto arquitectónico en las siluetas femeninas. Entre sus piezas más famosas se encuentran el abrigo cuadrado, la chaqueta globo, el vestido túnica y las chaquetas oversized; todas de rabiosa actualidad.
El estilo Balenciaga podría definirse como una mezcla de belleza y austeridad. El modisto mezclaba tejidos lujosos y muy llamativos en sus vestidos, como los bordados, encajes o pailletes; con abrigos sencillos y austeros. El contraste entre ambas prendas producía un efecto de sorpresa y fascinación entre los que admiraban a las mujeres que lucían sus diseños. Sus creaciones eran muy codiciadas entre las féminas de la época: actrices, cantantes, aristócratas; todas querían un Balenciaga en su armario, ya que era símbolo de elegancia y sofisticación. “Cuando una mujer vestida de Balenciaga entraba en una habitación, ninguna otra mujer existía”, afirmaba Diana Vreeland, la célebre y poderosa editora de Vogue USA y Harper’s Bazaar. Y, claro, todas querían ser quienes eclipsasen la sala.
Coco Chanel y Christian Dior
El modisto vasco consideraba que «un buen couturierdebe ser arquitecto de la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida». Y él consiguió ser el mejor. Así lo consideraban sus coetáneos y compañeros de profesión Coco Chanel y Christian Dior, quienes lo admiraban y no dudaban en brindarle elogios públicamente. “Él era el único couturieren el sentido más cierto de la palabra. El resto son simples diseñadores de moda”, afirmaba la icónica diseñadora francesa Coco Chanel. También Christian Dior, uno de los principales competidores del modisto, reconocía lo siguiente: “Con los tejidos, nosotros hacemos lo que podemos. Balenciaga hace lo que quiere”; incluso llegó a afirmar que “la alta costura es como una orquesta cuyo director es Balenciaga. Los demás modistos somos los músicos que seguimos las indicaciones que él nos da”. Parece que ni la lucha de egos característica del sector entra en juego cuando se cuestiona la maestría de Balenciaga.
Como curiosidad, resulta –cuanto menos– sorprendente que ‘El Maestro’ de la alta costura, técnicamente, jamás la crease; y es que, la máxima autoridad de la materia, la Chambre Syndicale de la Haute Couture Parisienne (Cámara Sindical de la Alta Costura), nunca lo aceptó como miembro de la Cámara por las negativas del modisto a seguir sus estrictas directrices.
De la alta costura al prêt-à-porter
En la actualidad, la moda ha evolucionado y la Alta Costura ha quedado relegada a una pudiente minoría. Si a mediados del siglo XX más de 100 casas cumplían las directrices de la Chambre Syndicale de la Haute Couture Parisienne para ser consideradas como casas de Alta Costura; en la actualidad, tan solo 15 casas ostentan esta distinción, entre ellas siguen estando Chanel y Christian Dior. Hoy, pese a que el prêt-à-porter se ha impuesto a la alta costura, las influencias de ‘El Maestro’ siguen vigentes, inspirando las prendas del día a día. Las siluetas que Balenciaga creó en los años 50 del siglo pasado siguen presentes en la moda contemporánea y, probablemente, la vigencia de prendas como el abrigo cuadrado, el vestido túnica o las chaquetas oversized se mantendrá durante muchos años más.