Gerard llegó a mi vida por sorpresa, y por casualidad. Estábamos reuniendo a un grupo de redactores para levantar la sección España, y cuando él vino ya habíamos cerrado el proceso porque demasiada gente había atendido el llamado.
Sin embargo, algo me dijo que él merecía la pena, así que decidí dejarlo entrar, ¡esa fue una de las mejores decisiones de la historia de ElEstado.Net! Y también de los últimos años de mi vida.
No sólo se destapó rápidamente como un líder nato, por lo que su ascenso a la dirección de la sección se produjo en semanas, sino porque era responsable, honesto y trabajador, como sólo puede serlo un compañero, en el sentido más político de la palabra.
Escribía rápido y bien, tenía autocrítica, entendía al instante las nuevas directrices y tenía visión periodística, a sus textos me remito. Su iniciativa propia ha dotado al periódico de un nuevo nivel de calidad y credibilidad.
Iba a ser uno de los puntales del periodismo alternativo que está por llegar.
En el plano personal, conocí a una persona encantadora, agradable, luchadora, con pasión de la que mueve el Mundo. Tuve la ocasión de mantener varias largas conversaciones con él, en las que estrechamos lazos hasta considerarnos amigos.
Lo que más me duele es que se ha ido alguien que tenía ganas de vivir, que tenía hambre de hacer grandes cosas, y que contaba con la inteligencia y voluntad para llevarlas a cabo. Yo no dudaba de su enorme potencial.
Estoy destrozado por la noticia. Con ganas de volcar mi rabia contra la injusta lógica que parece perder su esencia cuando arrebata vidas jóvenes con tanto que hacer y que decir.
He perdido un buen amigo. Pero Gerard no se va a ir jamás porque he aprendido mucho con él. Siempre lo voy a llevar en cada actitud. Nunca voy a olvidar su ejemplo. Su huella quedará imborrable en los corazones de la gente de ElEstado.Net.
No quiero despedirme de ti hermano, porque no puedo, ¡y no quiero!
Así que déjame decirte que ya nos veremos.
Hasta siempre Gerard. Te quise, y te sigo queriendo muchísimo.