La tarde del 14 de agosto de 1936, tuvo lugar uno de los mayores crímenes de Lesa Humanidad cometidos por los golpistas, la Masacre de Badajoz. No sería muy atrevido afirmar que el peor acontecido en la Guerra Civil.
Al frente de las tropas, el general Yagüe, que llevaría a cabo las órdenes del general Mola, “implantar el terror”. “Estamos haciendo una España de caballeros y de héroes”.General Yagüe.
Badajoz era una ciudad republicana, una ciudad con un gran espíritu revolucionario. Prueba de ello fue la reforma agraria del 25 de marzo de 1936. Más de sesenta mil campesinos ocuparon tres mil fincas de grandes terratenientes, un gran hito en la historia revoluciona de Extremadura.
Dicha revolución respondió a la tardanza del gobierno de la II República en implantar la Reforma agraria de 1935. Eso sí, no se puede obviar que el gobierno republicano legalizó dicha ocupación.
La reforma agraria de la II República, recogía leyes que intentaban paliar la enorme desigualdad entre la minoría de jornaleros sin tierras y sumidos en condiciones de vida totalmente miserables. “La tierra para quien la trabaja”. Sin duda fue un gran éxito para la clase trabajadora del sector agrícola, pero ante la tardanza en su implantación, estalló la revolución.
Aquel 14 de agosto se llevó a cabo una represión masiva, con el único objetivo de que quedara constancia que ante cualquier acto revolucionario, ante cualquier capacidad de reacción, el castigo y la atrocidad serían la única respuesta. En definitiva, borrar totalmente cualquier intento de rebelión contra el golpismo.
¿En qué se diferenció la Masacre de Badajoz de otras como las de Cádiz, Jerez, Sevilla o Huelva, todas de calibre parecido? Lo que aconteció en Badajoz es que hubo testigos, testimonios que sobrepasaron las fronteras. Testimonios que fueron difundidos por Europa.
Este fue el testimonio de un ganadero de Salamanca que se encontraba allí en ese momento, el cual tenía una postura totalmente favorable al golpe de estado:
“Estuvieron allí recogiendo cadáveres durante 3 días y, para hacer menos viajes en los camiones, los colocaban de pie”.
Lo que ocurrió en agosto de 1936 en Badajoz fue, una represión que avisaba de la suerte que correría todo aquel que se atreviera a llevar a cabo un acto revolucionario. Una masacre que se ha sido silenciada y negada impunemente, pese a los numerosos testigos.
“Montones de cadáveres, como animales en un matadero. La sangre emanaba del montón y corría por la calle Vicente Barrantes, conocida como calle de la sangre”. Testimonio de un superviviente de la masacre.
El historiador Francisco Espinosa, recogió numerosos testimonios y documentación al respecto. Ha conseguido documentar los nombres de 1300 víctimas de la represión franquista en Badajoz. Pero otras fuentes hablan de casi 4000 víctimas.
In memoriam de José Moreno Guerrero y Ricardo Moreno Guerrero, jornaleros que lucharon por la reforma agraria de marzo de 1936 y, que fueron asesinados por el franquismo en agosto del mismo año como precio a su revolución”.