A finales de los sesenta y principios de la década de los setenta, Mario Puzo y Francis Ford Coppola imaginaron una historia de venganza italoamericana que trascendía los límites del bien y del mal. Contaron las vivencias de una serie de personajes que sentían verdadera devoción y cariño por su familia, de manera incondicional, hasta el punto de realizar cualquier maniobra que permitiese su seguridad y protección. Y, sin embargo, aunque nos mostrasen a personas que amaban tan enormemente y con personalidades tan férreas y robustas, en realidad nos enseñaban que el poder y la venganza estallan en la cara y el alma de maneras especialmente dolorosas, atadas a un sucinto karma. El Padrino fue la obra que dejó atrás la importancia de lo naíf para centrarse en el infierno personal que cada uno lleva por dentro. Ese infierno que en unas personas acaba manifestándose de un momento a otro y en otras permanece latente sin aparecer hasta la muerte. Un infierno en el que se sumerge de lleno “Quien a Hierro Mata”, la nueva película del cineasta español Paco Plaza.
La cinta nos cuenta un relato en el que Mario (Luis Tosar), el enfermero jefe de una residencia de ancianos, recibe la inesperada visita de un avejentado narcotraficante, Antonio Padín, muy conocido y mediatizado. Un sensacional Luis Tosar (“Los lunes al sol”, “Celda 211” o “Te doy mis ojos”) conduce con su actuación a esta fenomenal película, que deprende opresión, inquietud y, con una gran preponderancia, odio. Mucho odio. Esto lo consigue no solo con la historia, que es realmente buena y bien estructurada, sino con una fotografía muy barroca y sombría, hasta el punto en el que, en ocasiones, podemos ver serios reflejos de un cuadro de Caravaggio. Además, la música de Maika Makovski, que usa unas cuerdas muy perturbadoras, adorna estas imágenes tan cargadas de oscuridad.
Durante el metraje, hay determinados planos que se adhieren en la memoria como clavos ardiendo, en concreto, el último plano de la película, que no desvelaré porque cada uno debe vivirlo como una experiencia única en el cine. El mismo Paco Plaza, director de “Quien a Hierro Mata”, afirma haber decidido embarcarse en el proyecto tras leer el último trozo del guion, que le sobrecogió de maneras inimaginables. Gracias a esta experiencia, hemos podido contar con él a los mandos de esta nave. Ya demostró en películas como “REC” o “Verónica” su solvencia para acometer un proyecto de semejante envergadura, esta vez en un formato menos terrorífico y más similar al thriller, donde la tensión es palpable y real durante las dos horas que dura.
Si tuviera que ponerle alguna pequeña pega a esta película, sería un momento muy puntual en el que el guion abandona toda su magia y comienza a explicar a través del diálogo lo que ya percibimos a través de la pantalla. Aunque esto en ciertos casos sea entendible, incluso aconsejable, es en cierta manera, tratar al espectador como un ser no del todo inteligente que debe entender para que su experiencia sea completa y no se arruine. A pesar de ello, que es un momento muy concreto, todo el universo de la cinta es totalmente sensitivo y percibido a través de los sentidos más internos que recogen las emociones. Una concatenación de escenas que, a medida que pasan, van desatando una espiral de venganza y crueldad que acaba golpeando a los personajes de la historia.