La historia de Eufronio García Romero es una de las casi 140.000 historias que aún permanecen enterradas en las cunetas y fosas comunes de este país. Una historia escrita con letras de represión.
Eufronio, más conocido como Sofronio, era natural de Povedilla (Albacete). Estaba casado con Elisa Rubio, matrona del pueblo y, era padre de Presentación y Francisca. Trabajaba la tierra como jornalero.
Durante la II República fue vocal de La Casa del Pueblo, concejal del Ayuntamiento, miembro de la Junta de Abastos de Povedilla y afiliado a la UGT. Un hombre comprometido con la clase obrera.
Como miembro de la Junta de Abastos, se veía en la obligación de denunciar cualquier robo de grano y, así lo hizo. Denunció al falangista F.V por robo a las autoridades de la II República. F.V iba a ser juzgado, pero huyó y eludió su delito. F.V volvió a Povedilla en 1939 tras el final de la Guerra Civil y denunció, como venganza a Eufronio.
El 17 de agosto de 1939, Eufronio sería juzgado por el Consejo de Guerra Permanente de Alcaraz en la plaza de dicho pueblo. Las acusaciones contra él fueron: afiliación marxista, excitación a la rebelión, insultos al ejército nacional, así como participación en la “revolución roja”.
Fue condenado a 6 años y un día de prisión por el tribunal de Albacete. Entraría en prisión preventiva el 22 de agosto de 1939 en la prisión de Alcaraz.
Elisa, su mujer, fue a visitarlo al penal en un par de ocasiones donde vería los más que evidentes signos de tortura tatuados en su cuerpo. Después de ello y, sin ninguna notificación a la familia, sería trasladado a la prisión Central Tabacalera de Santander, el 11 de mayo de 1940. Allí se le proporcionaría un plato y una manta como únicas pertenencias.
La dispersión de los presos lejos de los suyos es una doble condena, un doble castigo. No solo se condena al preso, se condena a su familia. Se trasladan a cientos, incluso a más de mil kilómetros, para aumentar el dolor.
En Santander, Eufronio fue “invitado” a ejercer como auxiliar de enfermería. ¿Otra condena añadida para que viera de primera mano el destino de los condenados por motivos políticos? ¿Un preludio a su destino?
Cuando Elisa volvió al penal de Alcaraz, Eufronio ya no estaba allí. Ya no volvería a ver su cuerpo magullado, jamás lo volvería a ver. Había sido trasladado, en prisión le dirían: ” Vete, tu marido ya no está aquí”
Eufronio fallecería el 26 de marzo de 1941 de tuberculosis, lejos de sus familiares. Sus restos serían trasladados a la Casa de La Salud de Valdecilla y, posteriormente tirados en alguna fosa común.
A día de hoy ARMH ha localizado donde podrían encontrarse los restos. Que un hombre muriera en la más absoluta soledad, en la más absoluta miseria, lejos de sus seres queridos por sus ideas políticas, podría considerarse como la más extrema expresión de la maldad humana.
La historia de Eufronio es una de tantas historias que la represión franquista sembró a su paso. Una de esas historias que escriben las líneas de la desmemoria que, a día de hoy siguen existiendo en este país.
Fuente: Los casi 100 documentos enviados por ARMH al nieto de Eufronio.