Sobre estas líneas se tratará de dar luz a una masacre olvidada. La masacre del régimen pronazi sustentado por Estados Unidos (EEUU), la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) en Ucrania.
EEUU siempre ha perseguido dominar los territorios claves con respecto a la geopolítica militar, así como el control de recursos naturales, que el caso de Ucrania es el gas. Es pues indudable que el sur, y sobre todo el este de Ucrania, son territorios codiciados por Estados Unidos. Su tradición industrial está, a día de hoy, impregnada por la prosperidad que se adquirió durante la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El 21 de noviembre de 2.013 se suspendió el acuerdo del tratado entre Ucrania y la UE por la necesidad de desarrollar relaciones económicas con Rusia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) exigía al gobierno ucraniano, en dicho tratado, el aumento de las tarifas de gas, así como la congelación de salarios y recortes presupuestarios.
El presidente Viktor Yanukóvich declararía que las exigencias de la UE solo pretendían poner al pueblo ucraniano de rodillas. Se sucederían pues una serie de protestas impulsadas por EEUU y la UE, exigiendo la firma del acuerdo y la dimisión del gobierno.
A finales de enero de 2.014, los partidos de ultraderecha reconocerían haber sido partícipes de asaltos a ministerios y de la organización de los disturbios. Su objetivo no era solo la asociación con la Unión Europea, sino conseguir la implantación del nacionalismo ucraniano.
Tras las protestas de febrero, en las que perdieron la vida más de cien personas entre manifestantes y fuerzas de seguridad, Yanukóvich convocó elecciones anticipadas así como la creación de un gobierno de transición. Gobierno y oposición pactaron una tregua, que no sería respetada por la oposición.
Alexander Turhínov fue nombrado el 22 de febrero por la oposición presidente interino. Éste disolvió el Tribunal Constitucional y suspendió la oficialidad del ruso en varias regiones. Tanto las regiones del este como las del sur de Ucrania, no reconocieron la legitimidad del nuevo gobierno. La ciudadanía de estas regiones saldría a las calles reivindicando la federalización del país.
El 16 de marzo la ciudadanía de Crimea votaría en referéndum sobre la reunificación o no de la península con Rusia. Un 96’7% de votos fueron a favor. Pero ni la UE ni EEUU lo reconocieron. Las protestas se sucedieron y, el gobierno ucraniano desplegó artillería pesada contra civiles.
Se llevaron a cabo numerosos ataques y bombardeos contra la población civil por parte del régimen nacionalista de Ucrania, impulsado en todo momento por EEUU y la UE. Algunas poblaciones serían totalmente borradas del mapa, otras quedarían rodeadas y bloqueadas. Miles de muertos, crímenes de guerra, así como más de cien mil solicitudes de asilo en Rusia.
La llamada “Guerra de Ucrania” es uno más de los ejemplos de mordidas de EE.UU al pastel geopolítico, con el apoyo de la UE. Una mordida que siempre deja tras de sí la barbarie, la muerte, la destrucción y, como no, el olvido.