Durante la pasada campaña electoral Pedro Sánchez afirmó que las cloacas del estado fueron desactivadas durante su corta presidencia tras la moción de censura a Mariano Rajoy, petición expresa de sus socios en la votación de la investidura.
Pablo Iglesias, víctima de filtraciones, corrigió al presidente con el que ahora espera pactar un gobierno de coalición, diciendo que la actividad de la Policía B del Estado español continuaba funcionando como lo había hecho siempre.
En el pasado reciente, antes y durante la presidencia de Pedro Sánchez, el PSOE se alineó dos veces con PP y Ciudadanos para impedir una comparecencia del comisario Villarejo ante una comisión parlamentaria, con la excusa de que estaba pendiente la declaración del comisario en la Audiencia Nacional.
Recientemente ha saltado la noticia de la falta de colaboración por parte del ministerio de Marlaska con el juzgado número 6 de la Audiencia Nacional con dicha investigación. Según han afirmado fuentes cercanas al juzgado a la Cadena SER sin esta colaboración la investigación queda bloqueada.
Las cloacas del Rstado son uno de aquellos temas fronterizos tan claros entre la ciudadanía y los partidos de izquierdas y tan ambiguos e incómodos para los partidos de Estado.
EL partido socialista ha sido el principal garante de la España actual. Durante sus legislaturas ha mantenido una mano (muy) dura contra ETA y su entorno, como se puede comprobar en la historia de los GAL y un perfil sedante hacia el nacionalismo catalán a la vez vehemente con los independentistas de izquierdas, como se vio antes de la celebración de los Juegos de Barcelona con detenciones arbitrarias y preventivas por parte del juez Garzón.
El arreón independentista de los últimos años ha venido con un PP en el gobierno que siempre ha buscado crispar y manipular la opinión con “el tema catalán”. El PSOE sin embargo se ha dedicado siempre a calmar tensiones pactando y cediendo con Pujol y gobiernos posteriores.
Los socialistas, pese a la imagen de personalidad múltiple que ofrecen las declaraciones de sus barones, siempre han ido muy en la línea con el rey emérito que siempre ha preferido mantener tranquilas las aguas, dar largas, hacer promesas laxas o incluso “comprar” a políticos catalanes como Pujol para mantener silenciado al independentismo.
El partido liderado por Pedro Sánchez se ha dedicado a reciclar electorado de izquierdas tradicional y transformarlo a la práctica en un voto monárquico y garantista con la unidad de España. La flexibilidad y el discurso moderado y tranquilo de Ferraz ha apaciguado las aguas y ha facilitado pactos con partidos nacionalistas e incluso independentistas.
Sin embargo, esto no esconde la verdadera misión del PSOE que es garantizar la unidad de España y la continuación de la monarquía. Pruebas de ello hay muchas, como el apoyo a la abdicación de Juan Carlos, el apoyo a la candidatura de Rajoy y el bloqueo de la investigación de las cloacas del estado.
Siempre que ha habido una situación que pusiera en peligro el estado actual, el PSOE ha mostrado un sentido de estado más cercano al PP y a la monarquía que a su electorado o a la ciudadanía en general.
Además sería muy extraño que el partido socialista facilitara una investigación en la que podría encontrarse señalado, dado que se trata de un partido que ha estado muchos años al cargo del ministerio del interior.