Fue un primero de octubre de 2.016. Más de 20 mil personas abarrotaron el Estadio del Aucas, sur de Quito. Se sentía en el ambiente la intensidad de un pueblo esperanzado, la continuidad de la Revolución Ciudadana estaba garantizada. No me lo contaron, yo lo viví.
Tuve la fortuna de estar allí, en un espacio privilegiado, que me permitió registrar cada momento de ese importante acontecimiento. No era una convención más de la organización política que acompañó a Rafael Correa durante más de 10 años.
Ese día dábamos paso a la renovación, a una nueva conducción del proyecto político más importante de la historia del Ecuador. Ese día Lenín Moreno y Jorge Glas asumían la presidencia y vicepresidencia. Había nostalgia por la partida del líder, pero también certeza que estábamos en buenas manos.
En su intervención, el proclamado candidato a la presidencia de la República destacaba el por qué de la decisión de elegir a su binomio. Y sí, era Jorge, el de las hidroeléctricas, el de los sectores estratégicos, el de los multipropósitos, el primero en llegar a Manabí y Esmeraldas en el terremoto del 16 de abril de 2.016.
Solo escuchar su nombre daba garantía de que el país continuaría el proceso de transformación profunda que empezamos en 2.006. No había dudas ni incertidumbres. Jorge era el constructor, el ejecutor de los más grandes proyectos que darían forma a la segunda fase de nuestra revolución: el cambio de la matriz productiva.
Jorge hablaba poco y hacía mucho. Tenía claro lo que había que hacer para salir del subdesarrollo. Dejar de exportar materia prima y construir las condiciones habilitantes para dejar de ser petróleo dependientes y caminar hacia la industrialización, desarrollando y fortaleciendo la matriz energética y productiva. Crear empleo de calidad, garantizando derechos para las y los trabajadores. El crecimiento de empresas públicas como CNT y CNEL, que por primera vez en la historia generaban rentabilidad a las arcas estatales fue otro de sus logros.
¿Sabían que Ecuador es el país de la región con mayor penetración de internet? Sí. Esa también fue una ejecutoria de Jorge. Dimos los primeros pasos en ese objetivo: las carreteras, puertos, aeropuertos son el eje del desarrollo industrial. No podíamos garantizar inversión externa si el país no estaba preparado para hacerlo.
Y ¡zas! Como en un cuento de terror, ante nuestros ojos inició la destrucción de todo. Y cuando digo todo, no solo me refiero al daño que le han hecho al pueblo ecuatoriano destruyendo la salud y la educación pública, rifando el patrimonio de los ecuatorianos, pretendiendo privatizar las empresas públicas que mayor rentabilidad le dan al país; cuando hablo de destrucción, también me refiero a ese macabro plan de destruir vidas, separar familias, defenestrar al adversario político, acabar con la honra y buen nombre de personas que como Jorge cometieron el terrible delito de darlo todo por su pueblo.
Jorge cumplió 50, injustamente preso, sin un debido proceso, sin garantías mínimas de seguridad, cada día que pasa su vida corre peligro; además, estamos a pocos días de cumplir 3 años de la convención que proclamó candidatos al binomio Moreno-Glas. De ese momento a la fecha todo ha sido traición.
El mismo hombre que ovacionó al ejecutor de las hidroeléctricas lo tiene preso ¿Por qué? Porque no cedió a los poderes empresariales, porque siempre supo que estar de lado de la gente era el camino correcto. Moreno tomó el camino más fácil: el de el entreguismo y la sumisión. Se entregó a nuestros verdugos, le entregó el país a la banca y al poder económico y mediático.
Jorge Glas es un preso político. Jorge Glas está preso porque fue el primero en denunciar los planes de Moreno. Jorge Glas está preso porque era la garantía de que la Revolución Ciudadana continúe la senda de transformación de Ecuador.
Hoy, las mujeres y los hombres que creemos en la justificia social, que queremos un Ecuador digno, altivo, próspero, que brinde oportunidades de desarrollo para todas y todos debemos unirnos en esta gran Coalición de la Esperanza. Debemos tener claro que solo con la recuperación del poder político podremos reinstitucionalizar el estado y acabar con esta persecución política.
Solo con el triunfo de la Revolución Ciudadana lograremos reparar derechos y avanzar hacia la construcción del Buen Vivir.