Sostenido por los medios de comunicación en el exterior de Venezuela, Juan Guaidó ha perecido, políticamente, ante el chavismo, pero sobre todo ante sus propios errores. El pasado 14 de septiembre, se cumplía una nueva amenaza del último líder golpista de Venezuela: “algo va a pasar“, e iba a ser apoyado por el pueblo.
A la izquierda #Caracas volcada por @jguaido el 23 de enero de este año.
A la derecha, #Caracas decepcionada de Guaidó dejándolo solo con sus amigos de la MUD en Colinas de Bello Monte hoy 14 de septiembre. pic.twitter.com/DQYBO6OBdE— Jovel Álvarez (@Jovel_Alvarez) September 14, 2019
Las imágenes mostradas por un destacado periodista conservador, afín de manera pública a la derecha venezolana, muestran que Juan Guaidó es irrelevante en el escenario político pese a haber aparecido con un apoyo similar al del chavismo el día que decidió impulsar un golpe de estado.
En un primer lugar el chavismo respondió con movilizaciones masivas en todas las ciudades de Venezuela, sostenidas durante semanas, un pulso social que la extrema derecha –Guaidó es líder de Voluntad Popular, uno de las organizaciones más radicales del país suramericano, no en vano articularon el terrorismo de las guarimbas-, no aguantó.
Sin embargo, Nicolás Maduro ha sabido controlar la situación llevando en todo momento la iniciativa política, sin caer en las provocaciones de Juan Guaidó, que poco a poco se ha ido desgastando con promesas que no ha logrado cumplir.
El mandatario venezolano ha sabido pilotar un diálogo que ha pasado por momentos en los que su fragilidad podrían haberlo dinamitado, conociendo los ataques que Estados Unidos ha hecho sobre las conversaciones desde foros internacionales, buscando la tensión de las posiciones con aumento de sanciones y amenazas.
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Sin embargo, una importante parte de la oposición que se ha cansado de la violencia y la pobreza devenidas por las sanciones pedidas por sus excompañeros de la extinta Mesa de Unidas Democrática, ha continuado con unos diálogos que según las principales encuestas apoyaban la mayoría de los venezolanos.
La oposición ha logrado que la Asamblea Nacional vuelva a ser la sede del poder legislativo, que irá a elecciones antes de que acabe el año, mientras que el chavismo ha logrado un compromiso para el levantamiento del bloqueo y las sanciones. La directiva del Consejo Nacional Electoral será cambiada y varios políticos que se encuentran en la cárcel por la violencia de las guarimbas serán liberados.
Las sanciones, dirigidas a terminar con el sistema social del Estado venezolano, y los ataques a las principales infraestructuras del país no han tenido el efecto deseado, porque el chavismo ha sido capaz de establecer en el imaginario colectivo que esos ataques han sido perpetrados por la derecha, y porque ha sido capaz de sostener sus políticas sociales (entrega de viviendas y alimentos), solucionando las consecuencias de los ataques a una mayor velocidad de la esperada.
La iniciativa armada de Juan Guaidó, apareciendo con un grupo de militares dañó severamente su imagen, ya que el pueblo no respondió a su llamado y los rebeldes lo fueron abandonando. Su intento de ingresar ayuda humanitaria por la frontera colombiana redujo su apoyo popular cuando el New York Times demostró que sí habían sido sus propios seguidores los que habían lanzado cócteles molotov contra los camiones, un relato que Juan Guaidó había señalado como “propaganda chavista“. Al apagar el fuego se descubrió que en el convoy iba material que se usaba en las guarimbas para decapitar motoristas y otros insumos para sostener la violencia en las calles.
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Aceptar la propuesta del diálogo de Nicolás Maduro terminó de enterrarlo, ya que los errores previos habían erosionado el apoyo que Juan Guaidó recibía de los sectores moderados, decepcionados porque el propio político incumpliera el plazo que establecían sus propios argumentos el 23 de enero, momento en que se autoproclamó presidente de Venezuela.
Su apoyo solo venía de los sectores más radicales, que apostaban por la estrategia de confrontación permanente, una posibilidad imposible de mantener sin el apoyo de los militares ni de grandes sectores sociales.
Las dos últimas veces que el político ha aparecido en la agenda mediática, han sido para consolidar su irrelevancia política. Se han filtrado fotos que demuestran sus vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico colombiano, dando credibilidad a las acusaciones del chavismo, rechazadas por Guaidó. Esta situación le impide recuperar el apoyo de la derecha moderada. Por el otro lado, su abandono del diálogo cuando Nicolás Maduro lo hizo varios días antes, ha molestado a los sectores más extremos del campo conservador venezolano.