A falta de 3 meses para terminar el 2.019 el entorno político, económico y social del país no representa un futuro alentador para los ecuatorianos. Al parecer la receta del fondo monetario internacional (FMI) mezclada con el show mediático de los casos de corrupción investigados de manera discrecional, han tenido el efecto nocivo sobre la economía real.
Sí, de esa economía que vivimos todos los ecuatorianos en donde, 6 de cada 10 no tienen un empleo de calidad. Donde solo en el último año se han generado 261.000 desempleos lo que se traducirá en un decrecimiento económico a razón de 0.5% para fin de año, mismo que se hace evidente por la falta de liquidez en el mercado y merma en la capacidad de compra de los ciudadanos.
Cifras desalentadoras y mensajes amplificados de manera indiscriminada por los medios de comunicación han hecho que el país caiga en un entropía que nos lleva a tener tantos mensajes dispersos que cumplen diferentes agendas donde los ciudadanos no sabemos a qué atenernos ni que esperar en un futuro de corto y menos de medio plazo… ante lo cual la “mejor decisión” es no hacer nada.
Y el problema radica ahí en el “no hacer nada”, en no hacer inversiones privadas ni pequeñas menos aún grandes, no producir más, no invertir más, no vender más, no innovar, no querer adquirir compromisos contractuales a mediano plazo, es decir un total atrofiamiento del aparato productivo del país.
En el sector publico la situación tampoco es diferente, ya que tenemos funcionarios que ante tantos mensajes de persecución, corrupción, exámenes de una contraloría, fiscalía y al estado de opinión generado por algunos medios de comunicación, quienes juzgan y sentencian sin un debido proceso de por medio, dan como resultado el mismo síndrome de no hacer nada, no gestionar nada, no realizar ningún plan ni política pública. Peor aún, ni firmar contratos o desarrollar proyectos de inversión.
¿Quién ha generado toda esta entropía? O acaso también “será culpa del gobierno anterior”? Pues no, la verdad. Este mal se ha generado en el desorden, la persecución y la falta de liderazgo del gobierno, tanto central como de las autoridades de las diferentes carteras de estado, y por su puesto del actual mandatario. Quien con desparpajo y sueños faraónicos ante los problemas del país propone trenes playeros y copas mundiales “imaginativas”, burlándose descaradamente de los verdaderos problemas que aquejan a todos los ecuatorianos.
De la misma manera la presión mediática contenida ha jugado un papel fundamental en este “agarre lo que pueda” de diferentes sectores, así como la necesidad de contentar a todos del gobierno, lo que ha hecho que se superpongan agendas y temas a tratar para resolver los problemas del país.
Es así que tenemos pseudos representantes de las cámaras que tratan de imponer su agenda y presionan para que el gobierno apruebe la santificada reforma laboral como la solución al problema de desempleo del país, donde los bancos proponen su agenda a través de la reforma tributaria, donde los medios imponen su agenda beatificando y creando ídolos de barro para las próximas elecciones, en las que los actores políticos imponen su agenda escudándose en un discurso desgastado que promueve “descorreizar el país”.
Así entre tantas voces, unas más hilarantes que otras, la única que se ha perdido es la del Pueblo que solo conoce de desatención, de falta de servicios básicos, de baja en los servicios públicos lo que hace peor el panorama de visión sobre futuro del País.
La desconexión y lucha intestina entre quienes pretenden imponer su agenda con intereses particulares o sectarios al menos, hace que entre quienes toman decisiones y quienes sufren las necesidades hablemos lenguajes distintos en el mismo país, donde la pobreza y desempleo aumentan diariamente, donde hablar de seguridad se ha vuelto casi un privilegio, donde se han olvidado de lo esencial, que es atender las urgencias de los más necesitados.