Lyceum club femenino
Siguiendo el ejemplo de Londres, en Madrid fue creado en 1926 el Lyceum club femenino. Esta fue una asociación feminista cultural y laica que luchó por la igualdad en un momento en el que ser mujer significaba quedar completamente al margen de cualquier actividad cultural.
Las palabras de Gregorio Marañón resumen lo que suponía que una mujer tuviera inquietudes intelectuales a principios del siglo XX:
«Insistimos una vez más en el carácter sexualmente anormal de estas mujeres que saltan al campo de las actividades masculinas y en él logran conquistar un lugar preeminente. Agitadoras, pensadoras, artistas, inventoras: en todas las que han dejado un nombre ilustre en la historia se pueden descubrir los rasgos del sexo masculino, adormecido en las mujeres normales».
Una de las fundadoras fue Carmen Baroja, quien tomó ejemplo del Lyceum Club de Londres, creado en 1903 por la dramaturga y artista Constance Smedley.
Más tarde aparecerían Lyceums por todo el mundo y todas las grandes ciudades como Berlín, París, Nueva York, Roma o Bruselas contarían con uno. En el Lyceum había siete secciones: la social, la de música, la de artes plásticas e industriales, la de literatura, la de ciencias, la internacional y la hispanoamericana.
Entre las mujeres que formaron parte del club estaban María de Maeztu, Isabel Oyarzábal, Victoria Kent y Zenobia Camprubí quienes ocuparon cargos de dirección. También así Matilde Huici, Mª Teresa León, María de la O Lejárraga, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Maruja Mallo, Elena Fortún, Hildegart Rodríguez, Victorina Durán e incluso Clara Campoamor, la mujer que consiguió traer el voto femenino en 1931.
El Lyceum se hizo de forma rápida con muchos “enemigos”, sobretodo entre la Iglesia y el patriarcado. Un grupo de mujeres que se reunían para hacer actividades artísticas y culturales eran vistas por muchos como un grupo de lunáticas.
El premio Nobel Jacinto Benavente protagonizó una anécdota curiosa al declinar una invitación que le hicieron para ir a dar una charla en el club con estas palabras: “No tengo tiempo. No puedo dar una conferencia a tontas y a locas”.
Pero él no fue el único invitado al club. Por él pasaron figuras como Federico García Lorca, quien leyó su Poeta en Nueva York, Miguel de Unamuno también leyó su Raquel encadenada, y personajes como Rafael Alberti, Ramón Gómez de la Serna, León Felipe, Pedro Salinas, Américo Castro y Manuel Azaña dieron conferencias.
Lyceum club Barcelona
Madrid no fue la única ciudad del país que tuvo su asociación feminista. En 1931 se creaba el Lyceum club Barcelona y su texto fundacional estaba firmado por Aurora Bertrana, Maria Pi, Enriqueta Sèculi, Anna Miret, Carme Cortès, Mercè Ros, Montserrat Graner, Isolina Viladot, Leonor Serrano, Maria Carratalà, Josefina Bayona i Amanda Llebot. Todas ellas intelectuales, escritoras y artistas con las mismas inquietudes que habían llevado a abrir los otros “Lyceums”.
El fin del Lyceum llegó con la dictadura, en el año 1939. En Madrid la Sección Femenina de la Falange tomó el local y lo transformó en el Club Medina. También en Barcelona fue clausurado por los franquistas. Una vez más los oscuros años de la dictadura borraron los adelantos que un grupo excepcional de mujeres había conseguido hasta entonces.