Lenín Moreno puede caer en cualquier momento desde hace algunas horas, cuando se produjo un quiebre en la situación política de Ecuador. La etapa de rebeldía, vigente hasta ese momento, se ha convertido en una de pre-revolución que ha hecho huir al presidente a Guayaquil, bajo la protección del social cristiano Jaime Nebot, uno de los que han dirigido los designios de Ecuador desde 2017.
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Estos momentos previos a la revolución se identifican por una toma de conciencia de amplios sectores populares, que estallan de rabia, saliendo a la calle a protestar por la estafa que han estado viviendo sin haberse dado cuenta durante los últimos años.
Este impulso que produce el hecho de darse cuenta de que la oligarquía ha estado empobreciendo al pueblo para robar el dinero que produce su trabajo, con un empeoramiento progresivo de los derechos, es la gasolina ilimitada de un motor que no parece que vaya a parar hasta lograr el objetivo marcado, pese a que el toque de queda impuesto por el gobierno ha afectado de manera directa a las manifestaciones, que pese a ser masivas, se acaban a las 8 de la noche.
Un objetivo que se va haciendo más ambicioso a medida que los ciudadanos avanzan en esta etapa pre-revlucionaria. En un primer momento era que se mantuvieran los subsidios a los combustibles, luego la derogación de las medidas económicas, después la renuncia de Lenín Moreno y hoy la retirada de las medidas neoliberales.
>>La presión popular comienza a resquebrajar el régimen de Lenín Moreno<<
Una progresión meteórica que se ha dado en cuestión de horas, y que se ha producido de manera paralela a un aumento de las movilizaciones. Ahora son masivas sin ningún tipo de duda.
Las fuerzas represivas de lo que hoy se ha descubierto ante el mundo como una dictadura que vulnera la constitución decretando el estado de excepción para incrementar la represión, no son capaces de frenar a los manifestantes, que en estos momentos ya están rodeando el Palacio presidencial de Carondelet, y que han comenzado a asediar de manera pacífica a Lenín Moreno en su huida a Guayaquil. La misma situación se da en las principales ciudades de la nación suramericana.
A día de hoy la posibilidad de una renuncia es alta, aunque lo que vendrá tras ella no tiene por qué ser un adelanto electoral, ya que la oligarquía que ha manejado los hilos de la marioneta que es Lenín Moreno, pondrían cambiar el muñeco de trapo que aparezca ante los ecuatorianos, prometiendo un cambio que, como en otras ocasiones en la historia, suponga la derogación del paquetazo para aprobarlo de manera sibilina de otra manera, como mediante un cambio constitucional o una ley pactada entre los partidos del régimen en secreto; cuentan con el apoyo de la prensa para hacerlo. De la movilización que siga a este posible escenario dependerá que se consiga un adelanto electoral.
>>Las ratas abandonan el barco (I): oportunismo político en Ecuador<<
Si la posibilidad de nuevas elecciones se materializa en la realidad, los sectores de izquierdas que están saliendo a la calle, deben tener un referente electoral para tomar el poder mediante las urnas y cambiar la política neoliberal de Lenín Moreno.
Sin embargo en el actual escenario político existen cuestiones tanto negativas como positivas que varían el transcurso de los acontecimientos esperados en esta coyuntura. La marca electoral símbolo de la izquierda (Alianza País) fue robada, por lo que el trabajo político, social, cultural y de propaganda de una década se ha perdido, sin embargo existe una nueva (Compromiso Social) que no está desgastada por los sectores anticorreístas y su discurso del odio, por lo que puede alcanzar a diferentes agentes sociales que antes no se sentían representados por AP.
La persecución política ha invalidado la posible presentación de las caras reconocibles de la izquierda: Rafael Correa, Jorge Glas y Ricardo Patiño. Hay que construir nuevos liderazgos y asentarlos en cuestión meses. El aspecto negativo es que el desconocimiento podría desmovilizar a ciertos sectores sociales por el desconocimiento de los candidatos, lo positivo es que hay tiempo para luchar contra esa ignorancia, a la vez que una nueva cara permite alcanzar a partes de la población que se han ido desgajando del proyecto de la Revolución Ciudadana, posibilitando la creación de un nuevo relato que permita la interpelación social mediante la unidad en torno a un proyecto que, sin ser novedoso, sí puede aparentarlo.
La izquierda ecuatoriana se encuentra en una situación muchísimo más cómoda que la esperada a estas alturas del gobierno de Lenín Moreno. Pase lo que pase, tras estas movilizaciones, la izquierda ecuatoriana queda reforzada y con posibilidades de vencer en unas nuevas elecciones, sean adelantadas o no.
Porque si no se adelantan, hay que considerar como factor fundamental que los dos candidatos del régimen (Lasso y Nebot) han ligado su futuro a Lenín Moreno, una apuesta segura hacia la derrota electoral, ya que muy pocos votarán a las opciones que han empobrecido Ecuador y que lo han masacrado cuando se ha protestado pacíficamente contra la miseria provocada por ellos mismos.