Vuelvo a reflexionar sobre la principal idea que sustenta el movimiento de ElEstado.Net: la creación de una matriz de opinión alternativa como el punto más urgente, como la auténtica necesidad del campo progresista y sus pequeñas expresiones mediáticas, para poder romper el relato oligárquico asentado en la hegemonía cultural como el único generador de ideas.
Tengamos en cuenta una cuestión, ¿podemos decir, no ya que son dictaduras, sino simplemente que Chile y España no son democracias sin perder la credibilidad ante la mayoría social? No, no podemos. ¿Y por qué no podemos? Porque hemos estado las últimas décadas a la defensiva, informando contra la información manipulada del capitalismo, es decir, porque hemos estado, como pez muerto, siguiendo la corriente marcada por la oligarquía. Río abajo.
En vez de construir un relato propio en el que podríamos haber asentado ideas-fuerza como que los regímenes surgidos de dictaduras que nunca fueron juzgadas, y por lo tanto, perviven en sus sistemas sucesores, nunca podrán ser democracias ni siquiera representativas, (de baja calidad institucional porque no permiten la relación directa entre los poderes del Estado y los ciudadanos).
Podríamos haber explicado que, sin juzgar a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad, los torturadores y las fuerzas represivas de las dictaduras que sustentaron ese sistemático terrorismo de Estado, siguen perpetuando esa forma fascista de entender la seguridad ciudadana en el régimen actual auto calificado como democrático. Hasta hubiéramos sido capaces de imponer el argumento que señala que, sin abrir una investigación sobre el enriquecimiento ilegal de los golpistas, la estructura social de la dictadura sigue vigente, por lo que el fascismo sigue sosteniendo el poder político.
Quizá, si lo hubiéramos hecho, ahora no tendríamos que gastar tantos recursos en explicar un contexto que ya ha sido asentado en el imaginario colectivo por nuestros enemigos de clase. Quizá nos sería mucho más fácil justificar la situación porque ya tendríamos varios años de argumentos que sostendrían nuestra explicación del conflicto.
Sin embargo, al haber mantenido una posición defensiva gastando recursos en responder a un altavoz gigante con alcance de miles de millones con las manos puestas alrededor de la boca para potenciar nuestros, siempre insuficientes, gritos informativos, no hemos asentado ninguna idea-fuerza sobre Chile que impacte ahora en la batalla de las ideas.
Todo esto supone que la oligarquía no pierde el tiempo explicando por qué Chile y España no son dictaduras ni nada que se le parezca, ese trabajo ya está hecho, por lo que sus medios de comunicación simplemente vienen a justificar por qué los gobiernos de ambas naciones deben responder con fuerza ante las manifestaciones.
¿Y nosotros? Como mucho nos dedicamos a mostrar a los ya convencidos imágenes de violencia, explicadas con un lenguaje que no cuenta con el necesario contexto, como para interpelar a la mayor parte de la sociedad que no nos considera creíbles precisamente por ese motivo, (calificar de dictadura a lo que el imaginario colectivo, con una percepción negativa del concepto radical, considera democracia).
El problema endémico al que nos enfrentamos, es que abandonaremos Chile y España cuando la agenda mediática de la oligarquía marque la siguiente cuestión que nos tiene que interesar a todos. Los medios de comunicación alternativa irán corriendo a responder a la matriz de opinión del sistema, gastando recursos en una mortal -para los que no tienen propiedad sobre los medios de producción- pérdida de tiempo. Una estrategia que supone una derrota tras otra.
Algunas personas me han expresado sus críticas porque ElEstado.Net se haya dedicado a informar sobre Bolivia, Venezuela, la memoria democrática de España y Ecuador en vez de destinar todos mis recursos a Chile, y a la situación de Cataluña. Entiendo la urgencia que provoca el momento pero considero que nos conviene pararnos a pensar.
El medio que dirijo, como todos los demás proyectos alternativos surgidos del pueblo, entendiendo pueblo con el sentido más políticamente marxista posible, no tiene muchos recursos. Y no estoy dispuesto, bajo ningún concepto, a permitir que la oligarquía nos imponga lo que tenemos que decir, pero tampoco a no hablar sobre esas cuestiones.
Si yo, de un día para otro, hubiera encargado a mis redactores la realización de textos sobre esos temas, y yo mismo me hubiera puesto a hacerlo, ¿qué hubiera pasado con la matriz de opinión alternativa que llevamos forjando desde enero de 2018, y que ha logrado hitos como que más allá del campo progresista se hable de Jorge Glas como vicepresidente legítimo, y se considere a Honduras como una dictadura?
Sin embargo, durante los últimos diez días, he estado trabajando para añadir ambas situaciones, la de Chile y la represión de España a los movimientos que ponen en peligro la idea franquista de la Unidad de España, que se mantiene intacta hasta hoy por estar recogida y protegida en la Constitución de 1978, a la línea editorial de ElEstado.Net.
Cuando los medios alternativos abandonen esos temas para seguir el ritmo mediático marcado por la oligarquía, el equipo de ElEstado.Net va a seguir sustentando argumentos sobre ellos, para que la próxima vez que estas cuestiones regresen al candelero mediático, no tengamos que perder tiempo en justificar lo obvio, y podamos lanzarnos desde el primer día a confrontar de igual a igual -en cuanto a iniciativa y tiempo- al relato neoliberal.
Puede que lleguemos tarde, pero jamás nos iremos.