Cerca de la octava semana de protestas consecutivas, la mayoría social de Haití no se detiene, las movilizaciones son diarias.
Por un lado en capital del país, Puerto Príncipe, se marcha principalmente por el fin de la usurpación y la injererencia norteamericana en los asuntos internos de la nación caribeña. Por otro lado, organizados en el Foro Patriótico, espacio en el que se adhieren más de 60 movimientos sociales y partidos, se movilizan en las principales ciudades del país exigiendo la dimisión inmediata del presidente Jovenel Moïse. De este modo, desde ambos frentes, conjuntamente, tratan de poner fin y resolver una crisis que supone hablar de la nación caribeña como un Estado fallido.
Por su parte el gobierno de Jovenel Moïse ha solicitado al gobierno de Estados Unidos “ayuda humanitaria” a través de un comunicado firmado por el Ministro de Asuntos exteriores, Bocchit Edmond, y recibida por el secretario de estado Mike Pompeo.
«Hago a su país, a nombre del Gobierno de la República, un pedido de ayuda urgente y del soporte logístico correspondiente para su distribución. Esta asistencia podría inscribirse así mismo en el marco del importante programa “Food for Peace”». Gobierno de Haití.
En el país se vive una situación de crisis energética y un grave desabastecimiento de combustible, hechos que implican la paralización del transporte a nivel nacional y el cierre de mercados debido a la imposibilidad por parte del sector agrícola de comercializar su producción, que acaba pudriéndose en el campo.
A su vez, además de la imposibilidad de ejercer el medio de subsistencia por parte de los campesinos, los precios en las grandes ciudades han alcanzado precios desorbitados. Este contexto en definitiva conduce finalmente a que en Haití, el hambre alcance prácticamente al 50 por ciento de la población, según un informe de la FAO.
No obstante, desde distintos sectores del país y por parte de la prensa internacional se viene alertando de que dicha crisis alimentaria ha estado dirigida y gestionada desde el gobierno con la colaboración de los Estados Unidos, para favorecer las condiciones necesarias para promover una “invasión humanitaria“.
Cabe recordar que dicha estrategia, no es una paranoia descabellada, sino que se trata del ‘modus operandi‘ norteamericano para realizar un despliegue militar a lo largo del país y de este modo hacerse, sin resistencia, con el control.
Haití ya se encuentra bajo un sistema político fraudulento orquestado por los norteamericanos, y que se impuso desde el último golpe de estado sucedido en la nación durante el año 2006, contra Jean Bertrand-Aristide (izquierda), quién quiso separar a la nación de Estados Unidos para acercarla a la órbita bolivariana.
Tal es así que este pasado octubre deberían haberse llevado a cabo las elecciones parlamentarias al senado del país caribeño, pero por decisiones consensuadas con los elementos externos, el gobierno ni siquiera barajó la posibilidad.
Desde la renuncia del exPrimer Ministro Jean – Michel Lapin, Haití carece de gobierno. La crisis política y la dependencia total de Estados Unidos, están conduciendo al país hacia una falta de soberanía absoluta, que a su vez esta asolando al país, al hundirlo económicamente en base a los intereses de las grandes empresas estadounidenses.