La formación de ultraderecha está ahora mismo viviendo su momento más dulce. A la espera de lo que pase el domingo, las siempre cuestionadas encuestas atribuyen a los de Santiago Abascal entre 40 y 50 diputados, lo que la convertiría en la tercera fuerza política del país.
Como ya he mencionado, las encuestas no tienen la razón absoluta, pero sirven muy bien para hacerse una idea aproximada de por dónde van a ir los tiros este domingo (cabe recordar que lo que reflejaban la mayoría el 28 de abril terminó cumpliéndose). Estas dichosas encuestas a finales de septiembre otorgaban a VOX entre 15 y 20 escaños, confirmándose un pinchazo que beneficiaría al PP de Casado. ¿Qué ha ocurrido desde entonces para que la intención de voto a la extrema derecha se haya duplicado?
VOX lleva unas semanas siendo arrastrado por un brutal huracán favorable procedente de dos frentes: la sentencia del juicio del procés y las movilizaciones que le siguieron y la exhumación del dictador Francisco Franco.
Uno de los máximos pilares de esta formación es, sin ningún atisbo de duda, su defensa acérrima de la unidad de España, hasta el punto de querer extinguir el estado de las autonomías. Como no puede ser de otro modo, su ofensiva contra “bildutarras” y “separatas” es implacable, aprovechando cada movimiento de estos (especialmente de los segundos debido a la favorable coyuntura) para lanzar un ataque político.
Tras usar a su asesor jurídico y número 1 por Zaragoza, Pedro Fernández, para personarse como acusación en el juicio del procés, una vez dictada la sentencia ha sido el partido más duro, calificándola de vergüenza, pidiendo la aplicación del artículo 116 (que regula el estado de alarma, de excepción y de sitio), y anunciando que su primera medida en caso de ganar las elecciones sería la detención de los líderes políticos independentistas, saltándose así el principio de separación de poderes.
Respecto a la exhumación de Franco, como no puede ser de otro modo, ha sostenido siempre una postura de lo más crítica. En su acto de campaña de Vistalegre Plus Ultra de principios de octubre, Abascal anunció, seguido de los vítores de los allí presente, el registro de un recurso presentado por su partido para impedir la exhumación del “General Franco”. Resulta curioso que aquellos que siempre acusan a la izquierda de tener miedo de usar la palabra España tengan miedo de usar la palabra dictador para referirse a según quien. Además, el partido que se dedica a soltar bulos sobre inmigración y políticas de género acusó a Sánchez de, con esta medida, “sembrar el odio”.
Con esta favorable situación, la campaña ha sido más sencilla de lo que nunca podrían haber soñado. Hay que tener en cuenta también que la postura más moderada de Ciudadanos parece que le va a hacer perder más de la mitad de sus escaños, de nuevo en beneficio de VOX, que se erige como principal defensor de la unidad nacional y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Por otro lado, Abascal también ha llevado a cabo un acercamiento para conseguir los votos procedentes de votantes fascistas. Primero, por la defensa de Franco y su cuasi alabanza al hablar de él, y también con la cita que pronunció en el debate del 4N de Ramiro Ledesma Ramos (figura de referencia en el fascismo español y fundador de las JONS): “solo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria”.
Tras el citado debate también salió reforzado Abascal. Con unos movimientos y eslóganes muy bien preparados, se le considera el ganador dentro del bloque de la derecha. Casado y Rivera estuvieron más flojos, el de los populares por no conseguir diferenciarse bien y el de la formación naranja por su actuación sobreactuada y barroca.
Son interesantes de analizar las palabras que el líder ultraderechista usó el pasado lunes. Pudimos ver la versión más dura de este, atacando de frente a la multiculturalidad (como su socio Salvini) y apuntándose a ese discurso obrerista tan característico de Le Pen y de la alt-right.
A pesar de este intento de acercamiento a los trabajadores, la cabra tira al monte y VOX es lo que es, un partido neoliberal y ultraconservador cuyos objetivos son servir a los de siempre, no a los trabajadores. Así lo demostró con sus discursos contra la sanidad pública y a favor de bajar los impuestos a los más ricos. Como dato para finalizar, este candidato a la presidencia lanzó 10 mentiras en sus intervenciones, cifra solo superada por las 16 de Casado.
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