Argentina: expectativas del nuevo gobierno de Alberto Fernández
Un reto muy complejo tiene en sus manos el nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, puesto que el país que recibe está en una profunda crisis económica y social, al que solo la habilidad, la sensatez y la sapiencia política pueden ponerlo de pie del cataclismo en el que se encuentra.
Las expectativas de los argentinos al nuevo gobierno son enormes. El país anhela un giro radical a todo el desastre que han venido padeciendo en los últimos cuatro años. Una pobreza que llega al 40%, la economía con una hiperinflación y en default y un sistema judicial totalmente enajenado al estado de derecho. Son estas las tres variables a las que el presidente dirigirá todas sus energías.
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Las dos primeras están íntimamente relacionadas. Los argentinos esperan que al mejorar la economía haya mayores oportunidades de empleo, inversión pública, y recuperación de la pequeña y mediana industria. Esto coadyuvará a reducir la pobreza existente en el país. Además el presidente apenas asumió el cargo prepara el envío de un proyecto muy importante. El mismo que pretende la creación de un Consejo de lucha contra el hambre, con el fin de paliar la pobreza extrema.
Para esto, Alberto Fernández, ha analizado con su gabinete que los fondos de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) y los fondos reservados de otros organismos de seguridad tengan otro objetivo. Que sean destinados para financiar el Plan de Lucha Contra el Hambre que se implementará en Argentina.
El aspecto económico pasa por la deuda que tiene el país con el Fondo Monetario Internacional. Ante esto el presidente ya estaría renegociando dicha deuda. De esta manera esos recursos económicos que pretendían ir al pago de la misma puedan emplearse en las necesidades sociales más prioritarias del país.
En su discurso de posesión subrayó modificar el sistema judicial mediante leyes que enviará pronto al congreso. Y este ímpetu en este asunto tiene que ver con la infestación de la estructura de justicia. El Lawfare (judialización de la política) ha sido la máquina con la que han perseguido a Cristina Fernández y otros actores políticos del kirchnerismo.
Si bien, el presidente de Argentina habla de unidad, de reconocer diferencias y disentimientos. De no confrontar y no profundizar la grieta, no duda ni un instante en remarcar el daño que el expresidente Mauricio Macri le hizo al país gaucho.
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La oposición, medios de prensa incluidos, esperan señalar cuando el presidente recurra quizá a un discurso de polarización (como sin dudar lo hace la hoy vicepresidenta Cristina Fernández). Esto para generar polémica y así desgastar al nuevo gobierno.
La polarización es parte de la democracia, por lo que es utópico pensar que se puede unir a un país con tantos lastres y desigualdades a cuestas sin vociferar de donde provienen ni quienes las generan. Alberto Fernández tiene en sus hombros cuatro años difíciles, pero cuenta con el apoyo de la mayoría de los argentinos que han puesto todas sus expectativas en su gobierno.