¿Son los okupas como nos han contado?
Se trata de un movimiento ya que, aunque algunos okupas muestren conductas bastante institucionalizadas, no existe una uniformidad de criterios ni una única respuesta a los problemas que se plantean. No es posible desligar los planteamientos que surgen de las okupaciones de los de otros campos como puedan ser el anticapitalismo, feminismo, el antimilitarismo, el ecologismo etc.
De esta manera se muestra una forma diferente de hacer política, rechazando las tradicionales reformas o los partidos políticos frente a una suerte de activismo. Esta práctica puede estar dirigida a dos objetivos bien diferenciados: por un lado, la okupación por parte de familias o individuos cuyo único objetivo es encontrar un techo y la okupación por parte de colectivos con un fin político.
Existe una diferencia muy importante entre ocupar y okupar, puesto que la segunda acción cuenta siempre con una finalidad claramente reivindicativa. Al no ser simplemente un fin, sino un medio para poder denunciar situaciones como la dificultad de acceso a una vivienda, las trabas que existen para la emancipación surgidas de una preocupante precariedad juvenil o la reivindicación de un ocio sano y empoderante. Como puede ser la cultura, en contraposición a otros problemas que asolan a la juventud (como las drogas o el juego).
Para que pueda ser comprendido en su totalidad, debe encuadrarse al movimiento okupa dentro de su momento temporal. La okupación surge en los años 80. Hacía poco más de una década, decenas de miles de estudiantes se unieron a obreros en las calles de París para protestar contra el imperialismo y el capitalismo.
Los estudiantes serían quienes terminarían la protesta en solitario, días después de que los trabajadores cesasen. Esta corriente traería consigo un nuevo mundo de demandas y cantidad de cambios. Es una suerte de “revolución contra las revoluciones”. Tras Mayo del 68, las reivindicaciones que habían sido secundarias para la izquierda pasarían a ocupar el primer plano.
Las protestas de trabajadores no han vuelto a ser el buque insignia en la mayor parte de la izquierda política. Claramente influenciada por muchas cuestiones que se acabarían conociendo como posmodernismo y que marcarían las tendencias principales de la izquierda a nivel mundial. Se trata de luchas parciales tales como el ecologismo, el feminismo o el antiespecismo, que han ganado la partida y desplazado a la lucha de clases.
>>El resurgir de una idea: la construcción del nuevo mundo reaccionario<<
Con el tiempo también las formas de lucha y reivindicación experimentarían una metamorfosis, moderando sus formas y pacificándose paulatinamente. Hasta el punto de renegar de las revoluciones en pro de otras expresiones mejor vistas de cara a la opinión pública y que comportan un menor riesgo para los manifestantes.
Las luchas ya no eran contra grandes entes como estados, gobiernos o clases sociales, sino que se minimalizaron y se buscaron conquistas en todos los ámbitos, desde los centros de trabajo o estudio hasta los barrios. Se trató de un movimiento que buscaba transformar la sociedad de abajo a arriba.
Con algunos ejemplos en los años 60 y 70, cabe destacar la década de 1980 la que representó el boom de la okupación, con una fuerza significativa en Alemania, Holanda y España. Sin embargo, el movimiento también se encuentra presente en muchos otros lugares de Europa, como Italia y Francia, y en Latinoamérica, donde destacan Chile, Argentina y México.
¿Qué es un Centro Social Okupado Autogestionado?
Es importante explicar qué es un CSOA para comprender en su totalidad este reportaje. En este caso la okupación representa algo muy diferente a la acción que realiza un particular en el caso de verse desprovisto de una vivienda y de no poder pagar por una. En el caso de los CSOAs, la okupación se hace de forma totalmente pública y sin esconderse, intentando dar voz a sus reivindicaciones y con una intención política clara y explícita.
CSO La Ingobernable durante el 8M.
El 15M y cómo marcó a (más de) una generación
Se trató de un grito de auxilio en un momento muy complicado de crisis económica y política. La juventud se hallaba en una situación muy delicada, falta de motivación, sin empleo y sin futuro. Fueron momentos de mucho descontento en los estratos más jóvenes de nuestra sociedad que acabaron trasladándose a individuos y colectivos de todas las edades y muchas perspectivas diferentes.
Cantidad de colectivos surgieron y resurgieron. Una enorme amalgama de organismos asamblearios, juveniles, barriales o estudiantiles comenzaron a ganar fuerza y a configurarse en torno a asambleas. Estos colectivos hay que incluirlos principalmente en el espectro político de la izquierda. Y algunas de sus más importantes características serían el horizontalismo y un rechazo de la violencia (no tanto de la acción directa). Esto, culminó en lo que todos conocemos como 15M. Aquella mítica acampada en la Puerta del Sol que mandó un mensaje a nuestra clase política y al mundo entero: estaban hartos e indignados.
>>Se cumplen ocho años del 15-M<<
De todas aquellas plataformas, opiniones y agrupaciones acabó naciendo Podemos. Un partido que a día de hoy sigue siendo el representante más visible del 15M. Ha perdido gran parte de su fuerza tanto en el parlamento, con sus progresivas caídas en los votos como en las calles, con una menor credibilidad ante el progresismo, y siendo mirado como una suerte de “muleta del PSOE”.
De “asaltar los cielos” se pasó a un parlamentarismo bastante mal dirigido. En parte por lo complicado que era coordinar un movimiento tan amplio y distinto como era este y en otro por las luchas de poder tan características de la izquierda histórica. En este sentido, cabe destacar los calificativos que sus dos principales líderes históricos han recibido: Iglesias como un estalinista e Íñigo Errejón pareciéndose a León Trotsky.
El movimiento 15M tomando la Puerta del Sol, 2011.
Otra de las problemáticas de este movimiento puede haber sido su falta de ideas. Estaba muy claro qué no querían. Ni recortes, ni privilegiados, ni que la crisis la pagara quien no tiene culpa de ella, ni casta (aunque en vista de lo ocurrido a posteriori, podría decirse que algunos o muchos se han terminado convirtiendo en parte de ella). No eran políticos. No eran sindicalistas. Eran indignados.
Se trata posiblemente del último coletazo que ha dado la izquierda en España y sobre todo en este método asambleario. ¿Que fue el último coletazo? Hasta el momento sí, pero es muy grande la cantidad de personas que siguen organizándose siguiendo este sistema. Donde se ve más claramente es en los Centros Sociales Okupados y Autogestionados que, dicho sea de paso, han seguido creándose y creciendo, también en parte por esta deriva de la “New Left española”.
Una breve historia del movimiento okupa en España
La evolución de este movimiento en el Estado español cuenta con una etapa de consolidación (entre 1984 y 1995); una de eclosión y protagonismo (de 1996 a 2000); una tercera de fusión con las luchas del nuevo ciclo de movilización global (2001-2008); y una cuarta, donde cobra importancia la hibridación con los movimientos de respuesta a la crisis, como el antes citado 15-M, las Mareas en Defensa de los Servicios Públicos o las Plataformas de Afectados por las Hipotecas, PAH, (2009-2014).
Manifestación de la Asociación de Vecinos del Casco Viejo de Iruñea ,1978.
El feminismo, pieza clave en la actualidad
Parece lógico utilizar para explicar esta corriente el caso más notable en España, que ha servido y debe seguir sirviendo de ejemplo a todas las mujeres que busquen okupar espacios. Este es el de la Eskalera Karakola, ubicada en Madrid. Al igual que con otras corrientes rompedoras como podría ser el comunismo, la práctica nunca puede ir desligada de la teoría.
En el caso de las okupaciones feministas, la práctica de la okupación va ligada a la teoría feminista y a los estudios de género. Incidentes puntuales, pero muy graves en CSOs, habían ocurrido en la década que abría el milenio, como una violación dentro de una fiesta autogestionada o un ataque a transexuales. Esto, puso de manifiesto la necesidad de reivindicar que porque un espacio fuera autogestionado, no estaba libre de estas condenables actitudes.
La Eskalera Karakola nace como un lugar de lucha feminista en el corazón de Madrid. Lleva la nada despreciable cifra de 23 años de actividad militante. Estas más de dos décadas comenzaron con la creación de un espacio feminista no mixto, con actividades calificadas por sus contemporáneas como “muy feministas”. Sus objetivos a lo largo de los años han ido cambiando; desde el 15M hasta ahora, su propósito es integrar al feminismo dentro de reivindicaciones políticas más amplias.
Con tantos años de historia, la Eskalera Karakola es un ejemplo de lo que deben buscar todos los Centros Sociales Okupados feministas. Naciendo con mujeres que se masculinizaban para conseguir aceptación dentro del movimiento, los distintos acontecimientos les han hecho cambiar, avanzar y aprender.
De un tiempo a esta parte se han convertido en parte de la vanguardia del movimiento feminista anticapitalista. Poniendo el foco en la autogestión, en la economía feminista y en temas como la liberación sexual de las mujeres LGBT, además de organizar movimientos sociales como los del 15M que buscaron romper con el presente.
Otra visión: el papel de la okupación en la recuperación de espacios
El movimiento okupa se encuentra claramente ligado a otros valores que podrían ser catalogados como antisistema. Los Centros Sociales Okupados son siempre lugares en los que no se toleran comportamientos intolerantes; son espacios libres de agresiones sexistas, de actitudes homófobas, racistas o fascistas.
Otro de los pilares de este movimiento es el anticapitalismo. Se trata de algo natural si se tiene en cuenta que la principal reivindicación de los jóvenes (o no tan jóvenes) okupas es que tiene que haber espacios tanto privados (como una vivienda) como públicos (los propios Centros o Casales). Disponibles para que todas las personas puedan desarrollarse plenamente en todos los ámbitos.
En primer lugar, es importante advertir que el significado de la okupación puede ir cambiando con el tiempo y no siempre será definida de manera homogénea por los diferentes integrantes del Centro. Este ejemplo puede verse en la Casa Amérika. A la vez, creo que el testimonio anterior pone de manifiesto la diferencia principal que interesa señalar. Esa que existe entre “estar” en el lugar y “producirlo” colectivamente, recuperarlo.
Se trata de espacios que ya no van a ser utilizados o cuya finalidad anterior ya no va a ser cumplida, por consiguiente, se entiende que lo más lógico es dar a estos edificios una nueva vida. La okupación, bebiendo casi de forma hegemónica de fuentes anarquistas, tiene como uno de sus principales la acción directa: llegar y tomar un espacio.
No obstante, la recuperación necesita de mucho más trabajo: que lo público vuelva al pueblo o, si no era público, que se convierta en ello. Lugares como fábricas, estaciones de tren, casas o incluso hospitales abandonados son completamente limpiados, rehabilitados y reacondicionados para sus nuevos usos.
Las webs se actualizan, los movimientos también
Que un movimiento lleve tiempo utilizando un procedimiento similar no implica que no deba cambiar y modernizarse en muchos otros aspectos. Las redes sociales son una importantísima arma en lo que a comunicación y divulgación se refiere, pero no es en lo único en lo que las nuevas tecnologías pueden ser de gran utilidad para esta corriente política.
Los hackers también guardan cierta relación con los okupas; cada uno en su ámbito y con sus métodos, actúan al margen de un sistema que pretenden cambiar, y siempre haciendo uso de la acción directa y del apoyo mutuo. Se trata de cambiar las relaciones de poder, cada uno como pueda o prefiera hacerlo.
Se trata de una corriente llamada “hacktivismo”, en la que grupos de hackers politizados se coordinan para llevar a cabo ataques con el fin de compartir información importante que las principales esferas de poder no quieren que se difunda. Dentro de esta corriente, cabe destacar al CSO El Laboratorio.
El mundo ha cambiado a una velocidad vertiginosa y cada vez más rápida con el desarrollo de las tecnologías, y con ello también las formas de lucha. Mientras el movimiento obrero o los grandes movimientos de masas del siglo XIX y la primera mitad del XX materializaban sus avances políticos en el terreno electoral o territorial, los nuevos movimientos sociales apuestan por un juego político diferente, en el que la Red juega un papel fundamental.
Los movimientos se manifiestan a través de ella, que actúa como medio de comunicación y al mismo tiempo como modelo organizativo. Como ejemplo podemos citar al CSO La Ingobernable, uno de los más importantes a nivel nacional (hasta que el Ayuntamiento dirigido por el PP lo desalojó) y el principal en lo que a difusión en redes sociales se refiere.