En el actual contexto político de Bolivia, Evo Morales ha conseguido con su estrategia que los golpistas caigan en un error tras otro. El presidente constitucional del país suramericano solo ha necesitado acercarse a la frontera para que el fascismo muestre su posición de debilidad profundizando en su agenda antidemocrática, acusándolo formalmente de varios delitos que se sabe que el dirigente socialista no ha cometido.
Esta situación implica de facto que el golpismo teme el regreso de Evo Morales porque son incapaces, políticamente hablando, de frenar el carisma del sindicalista que venció por más de 10 puntos en la primera vuelta al expresidente Carlos Mesa.
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Además demuestran que con ellos en el poder, las elecciones no se van a dar en condiciones de igualdad, requisito indispensable para su posterior reconocimiento, porque no solo han impedido a los ciudadanos votar por el candidato vencedor de las recientes elecciones, lo que implica que es la figura pública que más razones democráticas posee para presentarse, sino que le impiden ejercer su derecho a la libertad de movilidad por el país, forzando así a la mayor fuerza política de Bolivia, a llevar adelante una campaña política con límites que el gobierno de Morales nunca impuso a la oposición que hoy está en el poder mediante un golpe de estado.
Esta medida, aunque no lo parezca en un primer término porque afecta a la campaña del MAS, es beneficiosa para la izquierda boliviana dirigida por Evo Morales.
- Profundiza en la percepción antidemocrática del golpismo por lo que sirve para activar a los votantes del MAS que se quedaron en la abstención a lo largo de los años del proceso socialista.
- Da argumentos al campo progresista para luchar contra un posible fraude electoral en términos dilomáticos, además de suponer pruebas en las que sostener los argumentos de la campaña electoral.
- El golpismo se autoasigna un papel secundario y en posición defensiva, regalando la ofensiva a la izquierda, en un momento en que tener la iniciativa supone vencer mediáticamente, imponiendo un nuevo relato en la hegemonía cultural, con el que impactar en los ciudadanos electoralmente.
Además, la rápida salida de Evo Morales con destino a México ha sido justificada con esta medida. El golpismo quería apresarlo tal como argumentó el presidente. Este proceso judicial ilegal contradice las palabras de los fascistas, quienes aseveraban que no pretendían ninguna revancha política, tan solo la pacificación del país.
Por otro lado la medida vuelve a demostrar que los que detentan el poder ahora en Bolivia no siguen los cauces legales en ninguna de las medidas que han tomado desde que vulneraron el hilo democrático de paz social que estableció Evo Morales desde 2006, terminando con décadas de tensión social que provocó probreza, miseria y represión.