Una vez la nostalgia de estas fechas navideñas va llegando a su fin y hemos vuelto a ver (un año más) películas como La Jungla de Cristal, Love Actually, Batman Vuelve y Pesadilla antes de Navidad, toca echar un vistazo atrás a este prolífico año. La abundancia en términos fílmicos suele ser un indicativo de prosperidad, ya que significa que, para bien o para mal, se ha intentado innovar, entretener y emocionar de manera constante y pedagógica para la mejora de los propios directores y profesionales de la industria cinematográfica. No obstante, si queremos aprender de nuestros propios errores, debemos analizar esos eventos malignos que, aunque no intencionados, son baches en la carretera que hay que enfrentar y sobrepasar de la mejor manera posible si se quiere que las ruedas lleguen intactas al destino programado.
Esas zonas mal asfaltadas (o no lo suficientemente bien alisadas para el paso de nuestro Ferrari) que empañan una travesía llena de alegrías y descubrimientos. Eso sí, algunas de las películas que se van a mencionar en esta lista no son necesariamente malas, sino que no han estado a la altura de su propia existencia. Además, todas y cada una de ellas tienen puntos muy positivos a su favor, pero su desarrollo general les hace decaer hasta el punto de acabar en esta lista. Desde luego, ustedes podrán estar en desacuerdo y podremos generar un interesante debate enriquecedor y aprender al más puro estilo de la dialéctica “hegeliana”.
GLASS de M. Night Shyamalan
La primera cinta polémica de la lista. Y es que, en realidad, no es insuficiente de por sí. Le lastra ser el clímax de una historia que empezase con la magnífica El Protegido, pionera y referencial película superheroica y que continuaría muchos años después con Múltiple, una maravillosa obra llena de perturbación y trasfondo psicológico y emocional.
Es de valorar el hecho de que casi todo el presupuesto recae en Shyamalan, el creador y todopoderoso director de la trilogía de estas películas. Sin embargo, no está a la altura de sus predecesoras, que poseían filosofías tremendamente interesantes. Aquí se limita a juntar a los protagonistas y hacer que interactúen de manera forzada y poco trabajada, intentando pergeñar una alquimia que no se produce. Ni la escasa acción ni la trama de “rehabilitación” reúnen las condiciones para aumentar el universo propio de la saga. Eso sí, mantiene el estilo y la fotografía que caracteriza sus obras.
LOS MUERTOS NO MUEREN de Jim Jarmusch
Simplemente escasa. Para tener como director a alguien como Jarmusch, sabe agrio y a muy poco. Llena de guiños y metalingüística, se queda ahí, sin poder ofrecer algo más en términos cómicos y contemplativos, siendo insulsa en todas las capas que solían complementarse y enriquecerse a través de la mezcla de géneros.
Cuenta todos sus actores habituales, y sin embargo, no consigue compenetrarlos y sacar sus mejores facetas interpretativas. Se encuentran perdidos en la maraña generada por esos zombies que no le importan a nadie. Nada que ver con sus últimas grandes obras como Paterson o Solo los amantes sobreviven.
DUMBO/EL REY LEÓN
Ambas se sitúan en la misma dimensión por factores obvios: las dos son remakes de Disney en acción real. Y, además, ambas han acabado siendo un despropósito. El de Aladdin se queda fuera de la lista porque ofrece material y dimensiones que pueden complementar su película original de animación, sin embargo, estas dos suponen una bajada de calidez y emoción con respecto a sus antecesoras.
Los efectos de CGI suponen un problema visual (sobre todo en el Rey León), ya que el ojo humano suele rechazar a todo aquello que se acerca a la realidad pero no llega a serlo, y, a su vez, acepta aquello que la distorsiona y no pretende ser veraz (es casi un fenómeno basado en la caricatura). Y, el mayor problema, es que son estas películas exactamente lo mismo que ya vimos y sin lo que hacía especiales a aquellas obras de animación tradicional. Innecesarias.
MEN IN BLACK: INTERNATIONAL
El espíritu de las películas de los hombres de negro va en caída libre desde Men in Black 3. Y este film confirma la trayectoria descendente hacia los abismos del ridículo e, incluso, el mal gusto. La cantidad de decisiones creativas erróneas ensombrecen el acierto de acoger a Tessa Thompson como reflejo de un aire fresco que no consigue llegar.
El guion es de lo más pobre que hemos visto en el cine mainstream en los últimos años. Y, como ocurría en la cinta de Jarmusch, el compendio de guiños y circularidad en el lore de la saga molestan más que enriquecen. No obstante, es reseñable la química entre Chris Hemsworth y Thompson, que ya hacían migas en el Universo Cinematográfico Marvel como Thor y Valkiria.
ADULTS IN THE ROOM de Costa-Gavras
El valor de Costa-Gavras como uno de los mayores luchadores sociales del cine europeo es innegable. Pero el cine es algo más que ideología, y en esta ocasión, el griego no consigue aunar su estilo y su narrativa. Realiza un ejercicio fútil al ser más pedagógico y condescendiente de lo necesario, ya que relata unos sucesos relativamente cercanos a nuestro tiempo que conocemos de sobra.
Este mismo año, el director recibió el Premio de Honor del Festival de San Sebastián por ser uno de los mejores narradores de películas llenas de alma y emocionantes como Desaparecido, Edén al Oeste o Z. Sin embargo, esta cinta con la que acudió a Donostia peca de explicativa y naíf, mostrando buenos y malos sin clarear los negros y oscurecer los blancos.
DOCTOR SUEÑO de Mike Flanagan
El título del artículo hace referencia a los títulos más decepcionantes, no a los peores. Y este es el caso más claro. Doctor Sueño es una película férrea, pero intentar estar a la altura de El Resplandor es una misión suicida. Y esto se agrava con sus constantes intentos de conseguir (de manera efectista) lo que Kubrick cosechó de forma natural y magistral.
No es el mejor papel de la carrera de Ewan McGregor, que en ocasiones parece perdido. Tampoco la trama principal centrada en la secta conducida por Rebeca Ferguson es capaz de crear una atmósfera terrorífica. Sí que es cierto que determinadas escenas basadas en el efecto shining y control mental son dirigidas con maestría y buen hacer, pero no robustecen una película muy mejorable y lastrada por su antecesora. Al menos es una buena adaptación de la novela de Stephen King.
LOS ÁNGELES DE CHARLIE de Elisabeth Banks
No es casualidad que esta lista esté plagada de películas pertenecientes a remakes, reboots, precuelas o secuelas. Aquí tenemos otro caso cristalina de la obsesión de los estudios cinematográficos por revivir historias ya contadas a cambio de un buen capital.
Giros poco construidos y previsibles, personajes planos y la poca química entre las actrices protagonistas ponen de manifiesto que para hacer una (buena) cinta de acción hacen falta más que explosiones, armas y montajes frenéticos. Además, el humor no funciona en absoluto, con momentos más cercanos a la vergüenza ajena que a la carcajada. Se salva Kristen Stewart por su carisma, en ocasiones impostado.
STAR WARS: EL ASCENSO DE SKYWALKER de J.J. Abrams
El elefante quiere salir de la cacharrería. La polémica y el odio de los fieles seguidores son intensas en este puesto. Por lo tanto, este no es el droide que estáis buscando.
Abrams realiza uno de los montajes más vertiginosos y llenos de elipsis del cine moderno. Como si eso fuera una virtud. Tan rápido ocurre todo que, tal como viene lo importante, se va de nuestro recuerdo y emoción. Además, la película se da la libertad de echar por tierra ideas y argumentos, lanzando indirectas, del director del episodio VIII, Rian Jonhson.
Es un ejercicio cobarde de cierre de una trilogía de por sí bastante denostada. Y si encima acabas por desechar una de las películas mas valientes de Star Wars como es Los Últimos Jedi, terminas ofreciendo un producto pobre y lleno de fan service indolente.
LOS DOS PAPAS de Fernando Meirelles
Alejándonos de cuestiones de fe e ideológicas, este retrato difuso y limpia caras de ambos representantes de dios en la Tierra es una mezcla rara entre una película y un documental. Y, precisamente, se queda ahí, en tierra de nadie. Conversaciones tremendamente largas para el contenido narrativo de los diálogos, poca acción y el uso deficiente del recurso de contar una historia en dos lineas de tiempo.
Lo más reseñable es la actuación de dos monstruos de la interpretación como son Anthony Hopkins y Jonathan Pryce (acostumbrado a ejercer de figura eclesiástica en muchos de sus papeles).
CATS de Tom Hooper
La guinda del pastel. Puede resultar irónico, pero vayan a ver este despropósito llamado Cats. Es el fenómeno que ocurre con esos chistes malos que, de tan mediocres que son, hacen gracia. Un despropósito de inicio a fin que desata una vergüenza ajena en el espectador que pocas veces habrá sentido.
El pésimo uso de los efectos de ordenador desbarajusta absolutamente todo, ya que es vital en la obra general. Debió de ser divertido ver el rodaje, con actores de la talla de Ian McKellen, Judi Dench o Idris Elba perdidos como una aguja en un pajar. Un horror.