Tras la gira del álbum Islands, King Crimson sufre una ruptura importante dentro de la banda. Esto da pie a una reestructuración profunda iniciada por Robert Fripp, algo que sin duda ayuda a modificar el sonido de la banda.
Cuando Robert Fripp comunicó a Peter Sinfield que no quería seguir trabajando con él, y tras la gira de Islands, el grupo inició nuevas sesiones para preparar un nuevo trabajo. Sin embargo, la cosa no funcionó, las tensiones seguían presentes y Boz Burrell, Mel Collins e Ian Wallace abandonaron King Crimson. Esto dio a entender a parte de la prensa especializada que era el fin de la formación británica y que no iba a poder resistir otro nuevo golpe.
Fripp protagoniza una nueva reencarnación
Poco tardó Robert en mover los hilos para reemplazar a sus antiguos compañeros. Primero contactó con el bajista y vocalista John Wetton, miembro de Family, y este aceptó. Seguidamente reclutó a Jamie Muir, un percusionista vanguardista de ciertos dejes excéntricos. La base rítmica se completa con Bill Bruford, quien hasta ese momento era el batería de Yes. Buscaba nuevas aventuras ante una evidente falta de motivación. Para finalizar, Fripp también consigue a David Cross, un violinista de enorme talento y al letrista Richard Palmer-James. Richard, que había militado en las filas de Supertramp, es el sustituto de Peter Sinfield, aunque con una involucración menor.
Con estos mimbres, Fripp pudo llevar a cabo un nuevo giro musical. Lo no se abandonaron fueron las improvisaciones habituales hasta el momento. Así, Larsk’ Tongues In Aspic muestra un collage sonoro que se basa en la experimentación, la música clásica, el rock progresivo, ciertos elementos jazz y algunos riffs casi metálicos.
Como King Crimson es una banda, tal y como había apuntado, muy dada a las improvisaciones, las ideas y el material se fueron desarrollando con el paso del tiempo. Podían retomarse algunas olvidadas en el pasado, o bien iniciar nuevas sesiones donde fluyese la creatividad y se pariesen nuevos bocetos musicales. De hecho, en muchas ocasiones, el grupo fue incluyendo en los discos canciones que anteriormente habían sido probadas en directo. Y claro, Larks’ Tongues In Aspic no iba a ser la excepción.
Primeras muestras y grabación
Para poneros en contexto, en un recital del 13 de octubre de 1972 en Frankfurt (Alemania), el grupo ya presentó en vivo el grueso de los temas que se iban a incluir en el nuevo disco. Hacía seis meses que la banda se había resquebrajado y ya estaban presentando nuevo material con los nuevos miembros. Desde octubre hasta mitad de diciembre del mismo año, fueron engrasando la máquina en directo para estar a punto en las sesiones de grabación.
Dichas grabaciones se iniciaron en enero de 1973 y se finalizaron en febrero. En aquellos años, la inmensa mayoría de bandas estaban acostumbradas a trabajar constantemente. Era habitual finalizar una gira, habiendo compuesto parte del material en mitad de ella, grabar al finalizarla, publicar el álbum y otra vez a los escenarios. Ese ritmo de los 60/70 fue frenético, por eso no resulta extraño un caso como el de King Crimson.
La experimentación por bandera
Cuando uno se adentre en este disco, automáticamente entenderá por qué se habla constantemente de la experimentación. Larks’ Tongues In Aspic abre con la canción homónima, pero puntualizada como parte número uno. Desde los primeros compases se pueden escuchar diversos artilugios que forman parte del set de percusión de Jamie Muir, en el cual cabía absolutamente de todo, hasta trozos de metal encontrados en la calle. Poco a poco van apareciendo otros músicos, como el violín de David Cross y la guitarra de Fripp. La tensión contenida estalla en un riff que apunta al heavy metal de aquella época, mientras Wetton y Bruford se animan a desatar la tormenta. Así, se van sucediendo los segundos con cambios de intensidad, ritmos más lentos y otros más virulentos.
La calma aparece en la balada Book of Saturday, momento para escuchar por primera vez la voz de Wetton, la cual está a la altura del talento instrumental de King Crimson, algo que no fue así con, por ejemplo, Gordon Haskell en Lizard. Desde Greg Lake no habían tenido un vocalista así. Además, también es un magnífico bajista. El trabajo de David Cross es tremendamente destacable aquí.
No todo es convulso en la música del grupo. Si uno ha seguido por orden cronológico lo que han ido publicando a lo largo de su carrera, podrá ver que no todo es virtuosismo. Todos los discos tienen grandes dosis de sentimiento. Lo tuvo el debut y todos los lanzamientos hasta aquí. En este disco no iba a ser menos. Para muestra un botón, ya que Exiles, la cual se centra en el formato canción algo más convencional, también formaba parte de los ingredientes de los británicos. Todos los instrumentos juegan un papel importante y cada uno de ellos muestra una gran parte de su belleza.
No hay parte más débil
La segunda cara del álbum, porque obviamente fue confeccionado y publicado en formato vinilo, aunque como todos los discos posee ediciones futuras en otros formatos como el cedé, resiste la comparación con la primera. Easy Money se inicia con un riff machacón y punzante, con un Wetton repitiendo cierta imporvisación vocal llamada scat singing. A los cuarenta segundos, la intensidad disminuye para que la voz tome protagonismo. Eso sí, encontrarás adornos y sonidos procedentes del set de percusión y demás juguetes de Muir. La parte central es tranquila, casi ambiental, hasta que la hiriente guitarra hace acto de presencia de vez en cuando. Sin duda, otro de los puntos altos del álbum. Y ya son bastantes.
The Talking Drum es una pieza instrumental que se inicia sin aspavientos y con mucha calma. Solamente escucharás percusión lejana, la cual poco a poco va pasando hacia un primer plano junto a las líneas de bajo de Wetton y los arreglos de Fripp. Importante también la aparición del violín de David Cross. Después nos reservan una traca final. Una explosión de sonido realmente potente.
El disco se cierra con Larks’ Tongues in Aspic (Part II). Algo más de siete minutos instrumentales con diferentes cambios de ritmo. Se combinan bellos pasajes con estremecedoras sacudidas eléctricas. Un broche de oro de los que marcan época. Lo marca al igual que el propio álbum.
La portada
En algunas etapas de King Crimson, las portadas jugaban un papel importante. De hecho, varias de ellas se han convertido en imágenes icónicas de la banda y del mundo de la música. La de Larks’ Tongues in Aspic fue diseñada por Tantra Designs, con un sol y una luna formando una única figura.
En contexto
Larks’ Tongues in Aspic es uno de los mejores trabajos de King Crimson. Supuso un soplo de aire fresco para el grupo justo cuando venía de reestructurar su formación, pero también es un buque insignia de la música experimental y del rock progresivo. Supone el primer paso de una etapa que comprende tres álbumes y que terminaría poco más tarde con Red (1974).
Este trabajo logró colarse en la lista estadounidense Billboard. Alcanzó el puesto 63, aunque la música de los británicos no es muy dada a figurar en listas comerciales, precisamente por su carácter de experimental.
Cuenta con numerosas reediciones y remasterizaciones. De todas ellas hay que destacar las que se publicaron para conmemorar el 30 y el 40 aniversario, ya que podrás encontrar abundante material extra.
Tracklist y créditos del álbum
- Larks’ Tongues in Aspic (Part I) (Fripp/Wetton/Cross/Muir/Bruford) 13:36
- Book of Saturday (Fripp/Wetton/Palmer-James) 2:53
- Exiles (Fripp/Wetton/Cross/Palmer-James) 7:42
- Easy Money (Fripp/Wetton/Palmer-James) 7:54
- The Talking Drum (Fripp/Wetton/Cross/Muir/Palmer-James) 7:25
- Larks’ Tongues in Aspic (Part II) (Fripp) 7:19
- John Wetton: voces, bajo y piano.
- Robert Fripp: guitarras, mellotron, piano y efectos.
- David Cross: violín, viola y mellotron.
- Bill Bruford: batería.
- Jamie Muir: percusión.
- Richard Palmer-James: textos.
Grabado entre enero y febrero de 1973 en los Command Studios de Londres (Reino Unido).
Producido por King Crimson.