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Gracias Pedro Sánchez

Ante todo, debo aclarar que yo no le he votado a usted porque presumo que seguramente tengo la sangre un poquito más roja que la suya y el corazón situado también un poquito más a la izquierda.

Dicho esto, y para que no quepa ningún equivoco, considero una obligación para mí manifestarle que ello no es óbice para que le reconozca y agradezca su abnegada labor en uno de los periodos más duros de nuestra historia, y le felicite sinceramente por ello.

Y asimismo, me ponga incondicionalmente a sus órdenes y no en contra, como tantos descerebrados con los que tenemos que lidiar cada día.

Y mi postura, como la de tantos millones de españoles está más que justificada, precisamente cuando estos voceros y corifeos de la derecha se alían cobardemente para insultarle, para menospreciar y entorpecer su labor.

Todo esto para aprovechar cualquier motivo, cualquier situación por trágica que esta sea, para intentar recuperar el control de su finca, control que todavía no entienden como pudieron perder.

¡Qué lejos del ejercicio de responsabilidad que supone la envidiable postura de una leal y honrada oposición que en otros muchos países (sin ir más lejos el cercano Portugal), aúna sus esfuerzos y colabora en una unión nacional sin fisuras contra un enemigo común!

Por otra parte, si reflexionamos un poco ¿qué cabría esperar de las huestes de un partido fundado en su día por Fraga Iribarne? No me sorprende en absoluto, como tampoco, aunque me duela, escuchar sus cacerolas y observar sus memes.

Tal situación me apena y encuentro tremendamente injusto que gente sin corazón, que jamás se planteó que Franco fuese juzgado por la justicia, o que el tristemente prófugo, “Billy el niño”, quien aún no ha respondido ante la Ley, pudiese resultar un torturador a la vista de los numerosos testimonios, prorrumpan en aplausos cuando alguien tilda a su digno gobierno de asesino.

Quiero que esté usted seguro de que a mí, y a millones de españoles nos repugna profundamente el hecho de que se le pueda ofender a usted, y a su legítimo gobierno, en público y tan injustamente.

Mi santa indignación ha llegado a su límite al escuchar en las noticias del día que han sido presentadas sendas demandas contra usted y el ministro Salvador Illa.

No podía por menos que, ante tamaña injusticia, salir modesta aunque airadamente en su defensa para testimoniarle mi agradecimiento y mi lealtad, como ya le decía antes estoy seguro que usted puede contar también con la de la mayoría de los españoles de bien.

Creo poder entenderle, sé tristemente y por experiencia lo difícil que resulta tomar decisiones en el ámbito de gobierno, cuando sabes que van a afectar al futuro de las personas y de sus familias.

No envidio por ello en absoluto su posición, pero quiero que sepa que cuenta usted con mi total respaldo y con mi eterna gratitud por la enorme labor que está usted desarrollando en la gestión de esta terrible crisis que no dudo entre todos superaremos bajo su  dirección.

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