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Salud y capitalismo: ¿son compatibles?

La salud es derecho humano fundamental, en este principio pareciera estar de acuerdo la sociedad en su conjunto. Sin embargo ¿la sociedad es un solo conjunto? ¿la salud es vista desde un mismo lugar? Los hechos concretos niegan de manera contundente estos cuestionamientos.

Según la Organización Mundial de la Salud: “La salud es un estado de bienestar físico, mental y social completo, y no meramente la ausencia del mal o la enfermedad”.

La salud va al centro del debate por la vida. Atravesar por una pandemia mundial hace posible que esta verdad sea más palpable a los ojos de la opinión pública. Cuando hablamos de salud, no sólo se trata de contar con los valores físicos en niveles estables.

Más allá de esto, se trata de una serie de condiciones de vida que permiten vivir de manera armónica, es decir, contar con lo fundamental que tiene que ver con la vivienda, la alimentación, el afecto, el vínculo comunitario, la identidad cultural. Se trata del vivir bien.

La pandemia ha puesto a la luz esta premisa. Contar con salud es contar con un sistema multidimensional que permita a los seres humanos vivir en condiciones dignas. El sistema de salud responde entonces a una orientación política y el capitalismo ha demostrado ser un sistema ineficiente para garantizar la salud desde lo curativo pero también, sobre todo, desde lo preventivo.

La salud en el ojo del huracán

El mundo afronta una realidad hoy. No sólo se trata del contagio por el coronavirus, se trata de enfrentarlo bajo situaciones concretas adversas: millones de personas han caído al abismo del desempleo, otras en el abismo de percibir un salario depreciado, y según las últimas estimaciones 70 millones de personas tocarán el abismo de la pobreza extrema.

Frente a la realidad de personas contagiadas que no tienen alcance a las pruebas de descarte, atención primaria y protocolos médicos de salud; se encuentra la otra realidad que choca con un sistema adverso a la vida: la pobreza, el desempleo, la realidad de los migrantes; aspectos que nos hablan de una sociedad en esencia enferma.

Para contar con un sistema de salud óptimo es necesario trascender el orden social actual. Bajo el capitalismo no es posible para la sociedad en su conjunto garantizar la salud integral de la población.

Según Fernando Buen Abad: “Se dice que tenemos insuficiencia de camas para atender a los muchos enfermos, contagiados, o hay insuficiencia de médicos, barbijos, cubrebocas, pero uno abre la mirada y también hay insuficiencia de escuelas, de viviendas, de trabajo. El capitalismo es la insuficiencia de la clase trabajadora”.

Capitalismo y barbarie en el centro de la pandemia

¿Cómo ha sido asumida la pandemia desde lo privado y lo público? Es necesario recalcar que la salud como política responde a una visión de mundo. En el caso del capitalismo neoliberal, la vida es vista como una mercancía, por tanto la salud deja de ser un derecho para convertirse en un privilegio.

En Estados Unidos, según Kaiser Family Foundation, se estima que el tratamiento para pacientes con coronavirus, que no tengan gravedad, tiene un costo de 9 mil dólares; para pacientes complicados la cifra puede ser el doble. Si la persona cuenta con seguro, debe pagar un aproximado de 1.500 dólares.

Otra cruel realidad se afronta en Ecuador, veamos: Lourdes Rosales agonizó durante un mes en una clínica privada de Guayaquil, en los días en que fue el centro de la pandemia en Ecuador. Contrajo el nuevo coronavirus pero no pudo tratarse en el saturado sistema público de sanidad. Detrás de su muerte asoma la ruina para su familia.

En el tiempo que Lourdes estuvo luchando, la cuenta trepó hasta los 51 mil dólares. Finalmente, falleció el 21 de abril. Cuando su hijo Gustavo Ycaza, universitario y empleado bancario de 26 años, quiso retirar el cuerpo recibió una respuesta indolente:

“Me dijeron que hasta que no pague la cuenta no me darían el cuerpo de mi madre. Imagine, después de tanto dolor, que te digan eso”, reseña un diario ecuatoriano.

El sistema de salud pública en Ecuador está colapsado ante la política de Lenín Moreno concentrada en la gestión de la muerte para sostener una trama de corrupción que tiene como centro el lucro a partir de la pandemia. Esta realidad se repite en Colombia, Brasil, Chile y Perú, países en los que el tratamiento para esta pandemia llega hasta los 20 mil dólares.

En medio de la pandemia, otro mundo es posible

Como antítesis de esta realidad, se encuentra el caso de Cuba y Venezuela. Ambos países enfrentan un bloqueo económico y comercial que ha golpeado el poder adquisitivo de la población, pero además la posibilidad del Estado de adquirir lo necesario para enfrentar la pandemia por las vías regulares.

Sin embargo, Cuba y Venezuela están encaminados en la construcción de un proyecto socialista. De allí que el centro de atención de la gestión pública de ambos Estados sea la vida. En el caso de Venezuela, con impresionantes esfuerzos ha logrado ser uno de los países latinoamericanos con mejor gestión de la pandemia. Tanto las pruebas de despistaje como los tratamientos son totalmente gratuitos, y los índices de mortalidad son los más bajos de la región y entre los más bajos del mundo.

Según encuesta realizada por hinterlaces, el 79.5% de argentinos aprueba las medidas tomadas por su gobierno frente al COVID-19 según la encuestadora Ipsos. Le siguen en este ranking Uruguay (77.8%) y Paraguay (76.7%), Ecuador es el peor evaluado con 14%, Chile (27.3%) y Brasil (35%), Venezuela está en los lugares más altos, después de Paraguay con 74% de aprobación.

Por su parte, Cuba ha sido ejemplo histórico en cuanto al sistema de salud. No sólo por enfocarse en la prevención y la vinculación directa del poder popular en esta labor, sino que además ha sido la bandera más alta de la solidaridad internacional, como lo dijo Fidel Castro en 1962 al enviar médicos a Argelia:

“hoy podemos mandar 50 médicos, dentro de 8 o 10 años no se sabe cuántos, y a nuestros pueblos hermanos podremos darle ayuda (…) porque es la Revolución y solo la Revolución la que puede realizar esas proezas; y es un pueblo revolucionario y sólo un pueblo revolucionario quien puede llevar adelante semejante tarea”.

Los resultados de las políticas asumidas para enfrentar al COVID-19 en la isla, dan cuenta de un sistema de salud consolidado al calor de la fragua en la batalla a nivel nacional e internacional. Pero además su brigada Henry Reeve se encuentra en más de 35 países del mundo llevando el mensaje de amor con miles de médicos que entregan su sacrificio y experiencia para liberar a la humanidad de esta terrible pandemia.

La salud es un derecho humano fundamental. Sin embargo, jamás este derecho podrá ser factible bajo el modelo capitalista. Este modelo engendra destrucción y muerte en todas las dimensiones. La explotación de miles de millones de hombres y mujeres, niños y niñas en el mundo, así lo confirman.

La pandemia ha colocado en el debate mundial esta realidad. Se trata de construir y acumular fuerzas orgánicas para la posibilidad de avanzar en un modelo distinto que se fundamente en una ética para la defensa de la vida.

 

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