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Eva Mejuto (II): autodescubrimiento, conflicto y libertad en “22 segundos”

Segunda y última parte de un contenido reflexivo sobre la primera novela juvenil en tratar el tema trans. Durante la primera entrega se sentaron las bases argumentales que deben ser leídas para entender el texto que se reproduce a continuación. Para ello haga click aquí.

En opinión de Eva Mejuto, las personas mayores son a veces subestimadas y consideradas demasiado conservadoras, cuando pueden apoyar a sus nietos LGTBI. “Tienen una visión de la vida mucho más libre de lo que pensamos”.

Ramón (Abuelo de Alex) es un marinero jubilado que ahora sólo quiere disfrutar con su familia y aprender cosas nuevas. Tiene un gran carisma y sentido del humor, nunca pierde los nervios, y no le importa ya la mirada ajena, sólo quiere ser feliz.

Apoya a Álex desde el principio y no quiere repetir con él el error de no ayudar a una amiga trans de la mili, debido al miedo y la masculinidad tóxica. Es tal vez el personaje mejor construido.

De Adela no se cuenta mucho, aparte de tener un trabajo precario en una fábrica de conservas, aunado a la crianza de Álex con ayuda del abuelo, ya que el padre de Álex los abandonó.

Estas dos circunstancias, unidas al hecho de que, al contrario de Ramón, vive preocupada por el qué dirán, hacen que sufra mucho. Según cuenta la autora, en la continuación de la novela, “Os diarios da T” (los diarios de la T) se conocerá su historia.

Ana es una chica que llega al colegio del pueblo en sexto curso, y se sienta al lado de él porque su compañera, Lucía, tenía una pierna rota y el sitio estaba libre. En el recreo, Álex le muestra el patio y le cuenta que no encaja ni con los chicos ni con las chicas y Ana le dice que siempre se sintió la rara porque le gustaba leer y escribir.

Se hacen muy amigos, y es la primera compañera del colegio que pasa tanto tiempo en su casa. Álex siente casi desde el principio algo más por Ana, y eso le provoca conflictos y pesadillas, seguramente porque, aunque sabe que no es como los demás, aún no sabe que es un chico, y el que le guste “otra” chica le crea conflictos al no tener referentes.

Otro personaje importante en la vida de Álex es Mari Carmen, su profesora de primer curso. Siempre le apoya y se da a entender que comprende su situación. Cuando le dice que se dibuje con la falda del colegio  y coletas para no parecer un niño, éste se siente disgustado, y en el recreo se sube a una mesa para borrarlas, pero se cae antes. La profesora entiende que es importante para él, y lo dibuja con pantalones y pelo corto.

En el capítulo “8 segundos”, Álex quiere jugar al fútbol con sus compañeros en el patio, como había hecho siempre, pero ese año, en cuarto curso, los niños empiezan a entrenar para el campeonato provincial, y uno de ellos, Anxo, no quiere que Álex, al ser visto como una niña, juegue con ellos.

Ante esa injusticia, Álex recurre a Mari Carmen, quién le dice que va a hablar con la directora, y ésta le dice que puede jugar si quiere. En esta parte del libro se muestra de forma sutil que Mari Carmen y la directora son pareja, pero no han salido del armario, al trabajar en un colegio de monjas. Concretamente, la directora dice que “Andar al contrario es muy difícil” y mira a la profesora de una forma desconcertante, según Álex.

Al formar parte del colectivo LGTB, existe una complicidad hacia Álex por parte de Mari Carmen, según confirma Eva Mejuto. Su apoyo en su deseo de jugar al fútbol, a pesar de que finalmente rechaza formar parte del equipo, y especialmente el incidente del dibujo, son pruebas de ello.

En “14 segundos” después de haber ido a comprarse ropa de chico y cortarse el pelo en una barbería con el abuelo, Adela le dice a su hijo que con ese aspecto iba a parecer un chico, y que con casi trece años y a punto de empezar el instituto, podía vestirse de otra manera. En esa parte de la historia, Álex dice por fin que no se siente chica, a falta de una forma mejor de explicar su identidad de género.

Cuando, en el capítulo siguiente, Álex habla finalmente con Ana para contarle quién es, a pesar de su aceptación y cariño, en la conversación se aprecian las dudas y errores de discurso con respecto al tema de la identidad de género que tienen muchos jóvenes, y también muchos adultos.

Entre otras cosas, Ana dice que las mujeres trans “Eran hombres, pero ahora son mujeres” y que no sabía que “Al revés también podía pasar”. En los últimos capítulos del libro, Álex ya habla de sí mismo en masculino, y poco a poco Adela, Ramón y Ana también lo hacen.

Sigue manteniendo su amistad con ésta última a pesar de ir a institutos diferentes y comienza a ir a una psicóloga que le comprende, después de una mala experiencia con el primer psicólogo, que le quería hacer cubrir un test de quinientas preguntas basado en estereotipos machistas.

Este test existe y se utiliza, según cuenta la autora del libro, y se llama “Test de la vida real” lo que evidencia las carencias de conocimiento de la realidad trans incluso entre algunos profesionales de la psicología.

En “21 segundos” muere Ramón, el abuelo, después de decirle que nunca tenga miedo de ser quién es y que, a pesar de que le da pena no poder acompañarlo más, sabe que todo irá muy bien.

Es uno de los capítulos más emotivos de la novela, y en él su abuelo, una figura clave en su vida, resume y explicita el mensaje que le había transmitido hasta entonces. Ya desde su enfermedad, el joven estaba más unido a Adela.

Como cuenta Eva Mejuto, cuando empezó a escribir “22 segundos”, no había ningún libro en la narrativa infantil y juvenil gallega que tratara la temática trans. Al preguntar por qué no se había tratado el tema, la editorial contestó que el colectivo trans no suponía un porcentaje de la población tan grande como para que interesara. Ante esto, Eva argumenta: “¿Y qué porcentaje de vampiros o magos hay en la sociedad?”.

“Los libros nos sirven para conocer el mundo, a nosotros mismos, para tener recursos para interpretar lo que nos rodea ¿Cómo es posible que haya realidades que no aparecen?”. Se pregunta la escritora, que añade además que la publicación del libro, que coincidió con las noticias sobre el autobús de “Hazte Oír”, fue una apuesta valiente por parte de la editorial.

“22 segundos” trata temas como la soledad, el abandono, la muerte y, sobre todo, la identidad y la mirada ajena, y a pesar de la dureza y complejidad de esto, es un libro accesible, con una mirada amable desde la portada, que muestra una foto del torso de Marcos Ceive, con la cicatriz de la mastectomía tapada por una línea roja. “22 Segundos” es una historia de descubrimiento, pero, sobre todo, es la historia de una sonrisa.