Disputa y oposición.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es la principal fuente de financiamiento para el desarrollo económico, social e institucional sostenible de América Latina y el Caribe. El presidente de Estados Unidos (EEUU) Donald Trump hace tres meses encendía las tensiones y una disputa en América, rompiendo con el acuerdo no escrito que existía desde la fundación del Banco Interamericano de Desarrollo BID hace seis décadas.
En dicho acuerdo se establecía que la presidencia debería ser ocupada por un latinoamericano y la vicepresidencia por un estadounidense. Por el poder que le otorga el 30% de las acciones que tiene Estados Unidos en el BID, Trump decidió tirar a la basura esta regla no escrita.
En consecuencia fue postulando a Mauricio J. Claver-Carone como candidato para que ocupara la presidencia del ente bancario (mismo que anteriormente habido sido postulado para vicepresidente, pero su candidatura había sido rechazada por el presidente del Banco).
“Claver-Carone no tenía el conocimiento, ni la formación ni la experiencia, pero sobre todo el temperamento para ese cargo”, era una de las razones por las que Luis Alberto Moreno se inclinó por alguien más.
Ante esto, algunos países expresaron abiertamente su oposición, encabezada por Argentina, y siguiendo con México, Costa Rica y Chile. Para estos, no sólo se le estaba permitiendo a Trump destruir una tradición de seis décadas, sino tener un presidente en el BID que podría no contar con el respaldo de su propio gobierno.
Eso ante la posibilidad de que Joe Biden, candidato demócrata para las presidenciales en EEUU, gane las elecciones en noviembre y decida darle la espalda a Claver -Carone a partir de enero de 2021.
Por eso los opositores a Claver-Carone pidieron postergar la elección hasta después de los comicios presidenciales de EEUU, pero la idea fue derrotada por Trump y sus aliados, quienes prefirieron perder la disputa antes que atreverse a desafiar a Trump y exponerse a represalias de parte de Washington.
Elección del nuevo presidente del BID.
Mauricio J. Claver-Carone, un funcionario de la administración del presidente Donald Trump, nacido en Miami, pero con ascendencia cubana, se ha desempeñado como director para el Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense.
Ha mantenido una postura a favor de las sanciones impuestas por EEUU contra Cuba y Venezuela, también ha sido Representante de los Estados Unidos ante el Fondo Monetario Internacional y Asesor Senior del Subsecretario de Asuntos Internacionales en el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
Asimismo, fue elegido el sábado y sin que existiera mayor oposición como Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante una reunión por vía electrónica de la Asamblea de Gobernadores del Banco.
Obtuvo más de la mitad de los votos entre los países prestatarios, que son 26, y más del 50 por ciento del voto por acciones, que les corresponde a los 48 países con capital en el banco, quien asumirá funciones el 1 de octubre de 2020, por un período de cinco años.
Trump movió sus fichas desde temprano y logró sumar el apoyo de otros países grandes, como Brasil y Colombia (fieles a la política nefasta de los EEUU), para sumar al menos el 50 por ciento del voto accionario que en la práctica garantizaban su triunfo.
La disputa contra China y Latinoamérica.
Esta jugada hecha por la Casa Blanca buscará contrarrestar la creciente influencia de China en la economía mundial y la apertura del BID de la inversión, que se inició bajo la administración del actual presidente Moreno y que no fueron para el agrado de Washington.
Todo ello, dado que en el 2008 Pekín se convirtió en el miembro número 48 del Banco al adquirir el 0,004 por ciento del capital ordinario (equivalente hoy a 559 acciones), que habían quedado disponibles desde la disolución de la antigua Yugoslavia y se comprometió con el desembolso de 350 millones de dólares para financiar proyectos en la región.
Cabe recordar que este movimiento de Pekín llegaba en los momentos de la crisis de la recesión económica que se desató en EEUU tras la burbuja inmobiliaria. Y hoy sabemos que actualmente China se ha convertido el segundo socio comercial de muchas naciones y que esto lleva implícito inversiones de capital, algo que ha venido preocupando a los EEUU y particularmente al Partido Republicano.
Con esta elección los EEUU buscará poner el capital en manos de los países de la región que ellos quieran, pero a la vez buscará también poner las condiciones y alejar a China de la región, seguir dándole la espalda a gobiernos con inclinaciones socialistas y agobiándolos económicamente.
Trump al romper esta tradición, seguramente va buscar tener más poder y presencia en los países que no tiene bajo control, más específicamente, el objetivo será buscar romper el bloque Argentina-México, que ha venido incomodando mucho al presidente Trump, porque le evita gobernar a sus anchas en toda la región.
Sin importar el poder económico y político que tiene y representa Estados Unidos, no logró “condicionar” la posición de México en esta votación, así como tampoco la de Argentina, (que actualmente tiene negociaciones de deuda con el FMI).
No consiguió afectar la estrecha relación que tienen los presidentes Alberto Fernández y AMLO, a pesar de todos los ecos mediáticos. Aunque este bloque geopolítico progresista no ganó, su esfuerzo de oposición dio una demostración de una posición conjunta, digna y firme ante el todopoderoso Estados Unidos.
De igual forma, contó con el apoyo de otros países de América Latina y Europa. Trump necesitaba dar este “golpe en el tablero” para compensar sus otros fracasos en su política exterior para América Latina: su fallido Grupo de Lima, su desapercibido Juan Guaidó, su inexistente PROSUR y su desaparecida Alianza del Pacífico.
Estas acciones aún se encuentran en juicio a espera de las elecciones y los resultados que se generen en noviembre entre Donald Trump y Joe Biden (quién no compartió la designación de Claver-Carone) , mismo que puede terminar ocupando la Casa Blanca y el Partido Demócrata tomando el control en el Congreso.
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