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Elecciones en EEUU: errores demócratas frente a la sombra del fraude electoral

El primer debate entre el candidato demócrata (Biden) y el candidato republicano (Trump), o lo que es lo mismo, el candidato del partido que simboliza un burro y el que simboliza un elefante, fue el parangón de lo que aquí sería un candidato de Ciudadanos (Dem’s) y un candidato de extrema derecha (Cons).

Es un buen ejercicio de tocar los pies en el suelo cuando hablamos de lo que acarrea apoyar a uno de los candidatos con la mentalidad europea, incluso latinoamericana. El debate fue un desastre, por todos es sabido.

Una sarta de insultos, muchas mentiras, interrupciones entre ambos, más mentiras, pocas propuestas, más mentiras y más insultos. Es triste ver cómo la democracia norteamericana escenifica su decadencia en tan sólo un par de horas de debate entre los máximos representantes de la “democracia made in USA”.

No se entiende cómo otra vez la casa de los demócratas vuelve a cagarla (ya lo hizo con Clinton en las últimas elecciones) a la hora de escoger candidato a las presidenciables.

Joe Biden ya ha sido vicepresidente con Barack Obama, lleva más de dos decenios en la política y al “pobrecillo” se le ve una actitud más proclive al retiro de jubilación que a la lucha política contra un toro como es Donald Trump.

Los swing state

Los swing state (estados que no tienen un marcado significado político hacia Dem’s o hacia Cons) parece que volverán a ser la clave de la confección de mayorías en el conjunto del país.

Según la web de análisis político Fivethirtyeight, Joe Biden mantiene una distancia entre siete y ocho puntos sobre Trump. Biden, hasta esta última semana parece incrementar su intención de voto en estados fieles a los republicanos si se compara con las elecciones celebradas en 2016: Kentucky (+13,3), Oklahoma (+14,9), Missouri (+13,9), Montana (+8,0). Y también la tendencia parece ir a la alza para Biden en estados netamente demócratas como son Washington (+10,8), California (+1,4), Connecticut (+9,2).

Pero a pesar de que los escrutinios marcan esta tendencia de ventaja en favor de Biden, ambas formaciones saben que la lucha en EEUU se basa en pisar cada estado, y hacerlo convenciendo. Ya que a diferencia de lo que sucede en Europa, los Estados tienen grandes singularidades, y lo que parece ser hoy una intención de voto muy clara hacia cualquiera de uno de los candidatos, no quiere decir que la partida esté ganada para nadie. Hay que estar en la puja electoral.

El voto de la comunidad negra es una de las claves

La violencia en las calles generada por la muerte, absolutamente infame, a manos de la policía de George Floyd -como la de muchos otros miembros de esta comunidad histórica del país-, ha alentado a Trump a motivar a los suyos buscando en la violencia un enemigo, al que Trump llama antifas de izquierdas.

Parece increíble cómo una sociedad libre y democrática es capaz de “girar” a su conveniencia lo que es una serie de asesinatos racistas a manos de autoridades policiales, y encima, el Presidente de los EEUU se siente plenamente legitimado para mandar al ejército para apagar el fuego con más fuego.

La polarización política es eso: machacar a los supuestos enemigos de los buenos sin que eso conlleve cambio ninguno en el sistema político. Gracias a ello, el candidato demócrata parece conectar con la comunidad negra.

Biden no es Obama pero los números de intención de voto de la comunidad negra hacia el candidato nacido en Pensilvania (aprox. 80% de intención) se acercan al 90% en los mejores resultados del expresidente.

El golpe de Estado encubierto por Trump

Lo dejaba claro esta semana Thomas J. Friedman (New York Times) en la publicación de un artículo titulado “Trump ha enviado un aviso”: La retórica sobre el posible fraude electoral por causa del voto telemático esconde una estrategia urdida con los años por los republicanos.

New York Times publicaba esta misma semana una investigación que desenmascara la idea, basada en un conjunto endeble de afirmaciones sensacionalistas, mentirosas o falsas. Fue planteada intencionadamente en el discurso público como parte de una campaña de desinformación de décadas por el Partido Republicano y otros actores.

La estrategia fue ideada poco después de que Trump ganara las elecciones de 2016, y ha incluido la participación de altos funcionarios como también la del vicepresidente Mike Pence.

La idea, como así le llama este rotativo neoyorquino, es sencilla: crear un estado de duda y desconfianza por el voto telemático, que sirva de excusa para deslegitimar en caso de victoria, al candidato Joe Biden. Y así, retrasar los resultados electorales, sembrar el caos de nuevo y como dijo Trump a sus cachorros armados hasta los dientes de los Proud Boys: estar a la espera, ¿del asalto a la democracia?

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