La religión ha sido un gran parteaguas para la humanidad y ha trascendido desde tiempos inmemorables, pues condiciona los espacios y su distribución. Para Occidente tenemos una vertiente muy específica para la medición del tiempo, y este resulta ser un tiempo con un vínculo religioso como es el cristianismo, pero que hoy en día no quiere decir que cobre menos fuerza, sino que se ha diversificado y ha pasado a un estadio individual y por tanto expresado de múltiples maneras posibles.
Esta marcación sucesiva de los tiempos sagrados hace una diferenciación de lo mundano, estos ritmos de la vida social que determinan comportamientos singulares y que son como lo apunta Durkheim hechos sociales (de lo colectivo) cohesivos y constitutivos, las convenciones sociales hacen que no nos los cuestionemos todo el tiempo, de ahí que el tiempo sea visto como progresivo en tanto que no es reversible, y por lo cual supone una atribución que, en el campo de lo religioso, cobra fuerza y se ha enlazado con la idea de la eternidad, para no sugerir un fin definitivo, sino que se pasa a otro plano.
Edmund Leach refiere que “en todo el mundo los dogmas religiosos tienden en gran parte a negar la “verdad” de esta experiencia del sentido común. Siendo que las religiones tienen maneras diversas de negar la “realidad” de la muerte”.
Para Durkheim la idea del tiempo sagrado estaba permeada de tiempos discretos concretos en una sociedad, la cual es una realidad sociocultural (múltiples tiempos), se marca por prohibiciones con la posibilidad de vivir de forma diferenciada el tiempo.
“El calendario es una relación entre un ciclo de actividades y un ciclo conceptual y ninguno de los dos puede ser independiente ya que el ciclo conceptual depende del ciclo de las actividades de que proceden su significado y su función”.
Por lo cual de acuerdo a los cómputos temporales, el tiempo no tiene el mismo valor a lo largo del año y esto se ve reflejado en nuestras actividades pues estamos inmersos en un campo de lo religioso, que constantemente nos recuerda ciertas celebraciones tales como Día de los Muertos, Semana Santa, Natalicios, etc.
Lo religioso tiende a tener una representación idealizada de la realidad y esta tiende a dar orden a las actividades que se realizan, y a su vez atraviesan una necesidad humana, Durkheim apunta que “los ritos más bárbaros o los más extravagantes, los mitos más extraños traducen a alguna necesidad humana, algún aspecto de la vida, ya sea individual o social”.
Entendemos pues que la religión es una forma de expresión de la modernidad, y por tanto compete a lo social, es decir, es colectiva. Se expresa como instituciones y por tanto regula y promueve normas de conducta. Es en este sentido en donde el tiempo no siempre tiene el mismo valor a lo largo del año, hay un tiempo de la experiencia.
Kant habla de los fenómenos que nos permiten interpretar la realidad, son categorías a priori esenciales del tiempo; la cultura en este sentido puede ser una determinada experiencia del tiempo. La religión es por tanto una de las más influyentes en el ámbito colectivo pues marca “ritmos” de actividad colectiva con el fin de asegurar su regularidad siendo coercitiva.
Evans Pritchard hace referencia a un futuro estructural, pre condicionado por la sociedad donde se nace, entre más clasista más determinista y esto sugiere que no se compiten por las mismas categorías.
Como bien lo señala Durkheim “las categorías no son universales porque están determinadas por una sociedad específica […] No hay sociedades falsas. Todas son verdaderas a su manera: todas responden, aunque de manera diferente dadas a la existencia humana.”
Es en este sentido, que también hay múltiples maneras de percibir el tiempo de acuerdo a la forma en que se viven las convenciones sociales que determinan el tiempo y espacio en el que cada cual se sitúa.
No es lo mismo un tiempo de los Nuer que el de Occidente, no hay categorías que coincidan pues la manera en que nuestros “ritmos” de actividades se marcan por la muerte de Cristo, la de los Nuer está determinada por un tiempo determinado por los cambios estacionales y lunares que permean las actividades que sugieren un traslado de campamentos a aldeas y donde no hay una forma precisa de determinar la hora ni momento del día.
Es decir, es el conjunto macro y micro cosmos, son idealizados en la cultura a partir de la creencia sobre un antepasado común según el cual se establecen las distancias estructurales que definen nociones particulares del tiempo Nuer.
El campo de lo religioso es sin duda una coyuntura que abre pautas diversificando las categorías que tenemos, llevándolo a un proceso de secularización que no llega de la misma manera sin embargo estás estructuran al sujeto pues están en la mente en tanto que son a priori como antes se mencionó con Kant y que más tarde Durkheim retomaría.