Sería pertinente reflexionar acerca del sector campesino, uno de los cuales ha sido desfavorecido sobre todo en términos territoriales, pues el despojo de tierras ha sido un punto común entre quienes conforman pueblos indígenas.
Por un tiempo el pensamiento de agraristas radicales fue destruir el legado del dominio colonial, sin embargo como bien lo apunta la lectura Cambio social agrario, y revolución campesina en el México Decimonónico: El caso de Chalco: “la explotación de los campesinos por las élites es un rasgo constante y deplorable de la historia mexicana […] Las décadas que van de 1810 a 1930 aparecen colmadas de violencia campesina especialmente si se les ampara con la era colonial”.
Para el caso del Chalco se contextualizan las haciendas bajo cargo de una élite, de las cuales también hay una dependencia del campesinado para generar los recursos de las tierras comunales y de las haciendas para plantar las cosechas, esta estructura agraria era típica en los valles del altiplano central, ahora bien J. Tutino sugiere que podemos encontrar en el caso de Chalco una explicación útil para entender esta serie de rebeliones que se han venido dando en dicha época.
Para ello también debemos entender el sistema tributario que los españoles usaron para mantener un beneficio por sobre los indígenas y por ende el campesinado, a lo que apunta el referido autor “el sistema de encomienda dejó al principio, al principio del dominio colonial la tierra y el control de la mayor parte de producción en manos de las familias campesinas. Ponía el poder de mediar entre los campesinos y los españoles en manos de los señores mexicanos. Permitía a los españoles prosperar y gobernar con una mínima alteración en la estructura social existente”.
Pero como es apuntando en dicho texto, México o la entonces Nueva España sufrió una crisis económica en el sentido de los beneficios que se tenían de la población indígena y que está al verse reducida su población a la mitad por enfermedades como la viruela hicieron que las ganancias que los indígenas producían se vieran reducidas drásticamente y con ello la queja de los españoles que se enriquecian de su oportunismo.
Por lo que estás bajas hacían mucho más difícil reclutar campesinos para trabajar en las múltiples fincas entonces existentes y de alguna manera está baja también hizo que se re estructuraran las negociaciones, sin embargo se le otorgó una serie de beneficios a los notables locales que les permitirían seguir con cierta autoridad dentro de las comunidades campesinas. “Los hacendados sólo podían plantar, cosechar y cultivar con trabajadores obtenidos a través de los notables de las comunidades campesinas […] siguieron conviviendo entremezcladas a todo lo largo de México unidas por las relaciones laborales esenciales para ambas partes y mediadas por los notables locales.”
Pero evidentemente esto no tardaría mucho pues esta estabilidad se desvaneció por la obtención de la Independencia en 1821, las élites mexicanas se beneficiaron de la continua mezcla de actividades agrícolas y comerciales.
Y como era de esperarse las enfermedades no cesaron pues el cólera también llegó a Chalco y a otras localidades reduciendo una vez más la población campesina. El autor John Tutino refiere que “Los residentes de Chalco vivían en la triste paradoja de la vida campesina: el sufrimiento y la muerte por las epidemias reducían el número de campesinos y así ayudaban a mantener el de la negociación de los campesinos frente a las élites y sus haciendas”.
Hubo un periodo en el cual se tuvo que enfrentar la crisis con la experimentación de nuevos productos, por ejemplo la industria de la leche comenzó a crecer pero con ello también se empezó la demanda de la creciente mano de obra, plantación de abono y grandes pastizales de alfalfa aumentaron el número de trabajadores necesarios en un momento en el que seguía siendo difícil reclutar trabajadores de Chalco.
Además de que se emprendieron acciones para acrecentar su control para el abastecimiento de agua de la región, esto por parte de los hacendados. Sin embargo la demanda de agua trajo nuevos conflictos con las comunidades campesinas.
Si echamos un vistazo a la historia y recordamos que los tiempos de la Independencia trajeron un enriquecimiento y múltiples beneficios para una clase acomodada, la élite que manipulaba el poder por sobre los indígenas campesinos y que no obstante estas élites o grupos de poder siempre tomaron ventaja sobre las comunidades campesinas y esto no era la excepción en términos de cuando requerían el apoyo de estás.
Los cambios estructurales desencadenaron nuevos proceso para la sociedad agraria, las relaciones sociales rurales de la explotación estable y simbólica al enfrentamiento violento.
Tenemos que tener claro, que la violencia fue una de las relaciones más recurrentes que se dieron entre la comunidad campesina y la élite pues el Estado defendía los intereses de un sector acomodado, los indígenas campesinos dejaron o más bien nunca fueron una gran prioridad para el Estado, y mucho menos después con la ideología de Porfirio Díaz que se cercioraba de mantener lazos con extranjeros (sector privado) y con evidentemente la élite que concentraba el poder que desafortunadamente veían en el campesino un sesgo hacia la modernización.
Por otro lado recordemos que este despojo también hizo que las rebeliones y enfrentamientos violentos estuvieran siempre sobre la mesa; además de ser usados como argumento por parte del Estado para pedir la “ayuda” del campesino cuando se les necesitaba en las filas del ejército durante algún conflicto armado.
Y es así como debemos entender que al sector campesino se le ha utilizado de formas muy arbitrarias, ha sido despojado y hasta reducido como bien lo hemos visto a lo largo de la historia de su propio territorio por grandes monopolios privados que entran al país para obtener los recursos y explotar la tierra a beneficio extranjero.