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Sueños de empresario: trabajadores sin filiación sindical

Análisis del 1 de mayo, Día del Trabajador, centrado en la escasa filiación en España, y las causas que la han propiciado.

Un día festivo reservado a quienes soportan todo el peso del sistema económico que los esclaviza. Las autoridades, en su magnanimidad, otorgan veinticuatro horas de júbilo a su clase trabajadora. Permiten que las organizaciones sindicales lleven la batuta y organicen marchas, unas festivas, otras no tanto. Son sus afiliados quienes decidirán si acudir o quedarse en sus casas, que en estos tiempos a nadie se obliga a nada en la lucha obrera.

Todos los asalariados y asalariadas sufren las consecuencias del modo de producción capitalista, pero no todos son conscientes de ello, su sufrimiento es sobrellevado por muchos como si formara parte del orden natural de las cosas.

No hay mayor evidencia de la división de la clase trabajadora que su día festivo. Decenas de manifestaciones distintas recorrerán las ciudades y pueblos de España. Los trabajadores tendrán donde elegir. El espectro sindical español abarca todas las tendencias políticas permitidas en nuestro régimen de libertades formales. Incluso la apolítica, que en realidad es un posicionamiento con la oligarquía.

En contraposición a las organizaciones patronales, alineadas incondicional y unitariamente con el capitalismo, los sindicatos plasman en sus estatutos sus objetivos que las diferencian como organizaciones obreras.

Entre los de clase los hay que se proclaman nacionalistas (¿solo defenderán a sus nacionales?), otros que buscan la justicia dentro del capitalismo (objetivo imposible en ese sistema), otros que desean el advenimiento del socialismo democrático (¿hay algo más democrático que el socialismo, necesita ese apellido?) o descaradamente revolucionario (como deberían serlo todos los de clase).

Pero la oferta se amplía con pseudosindicatos cuya única pretensión, valga en su descargo que no lo esconden, es gestionar la vida laboral de sus afiliados, sin echarse a los hombros cambiar el sistema de explotación capitalista en el que se encuentran cómodos, pero conscientes de que no todos los empresarios se ciñen a la ley.

Es de suponer que el afiliado que participe en las manifestaciones lo hará en la del sindicato por él elegido para la defensa de sus intereses y la de sus compañeros. Dada la escasa afiliación sindical en España, para llenar las calles del recorrido festivo, más que reivindicativo, se necesitará que alguna parte de los trabajadores sin afiliación acudan a las múltiples convocatorias coincidentes en el tiempo y ciudad, no en recorrido.

Ya está dicho que la oferta es variopinta, tanta como el motivo de la escasa afiliación sindical, siendo el principal el tamaño mayoritariamente pequeño de las empresas españolas, que tienen al frente a empresarios que prohíben siquiera la entrada de un panfleto sindical en sus dependencias.

Esos trabajadores sin filiación que quieran participar en un acto que para ellos, en su casi nula participación en la lucha obrera, aparenta perfectamente reivindicativo (a pesar del ambiente festivo de banderas, silbatos, batucadas y ningún canto revolucionario), podrán optar por participar en la marcha de la organización más afín con su ideología, o la más cercana a su domicilio en las grandes ciudades, o la única que se convoque si vive en un pueblo pequeño.

Este seguirá siendo el gran reto de los sindicatos el próximo 1 de mayo, atraer a los asalariados españoles y extranjeros que no militan en ningún sindicato, convencerlos de que sin esta organización su desprotección ante el burgués es total; convencer a una gran parte de sus afiliados que la lucha es a cara de perro y permanente contra los insaciables empresarios, que no deben pretender que el pago de su cuota es a una gestoría que les resuelvan sus problemas laborales, sino que se impliquen en esa lucha.

Si consiguieran atraer a esos trabajadores, el músculo de la lucha obrera se tonificaría y se podría dar un aviso al empresariado de que por fin se estaría resquebrajando el paréntesis de la apatía sindical fomentada, con el juego sucio que acostumbran, desde todos los ámbitos del Poder.

Hay que estar atentos a la movilización que quiere organizar el antisindicato ultraderechista Solidaridad, heredero del lema de la superación del capitalismo y el socialismo por la solidaridad de las dos clases revolucionarias irreconciliables. Esperemos que pocos trabajadores se dejen engañar por quienes quieren pescar en río revuelto, que rehúyan la captura por quienes acto seguido los venderían a precio de saldo en las lonjas del capital.