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5 argumentos franquistas que han sido asumidos socialmente

El régimen franquista supo actuar para perpetuarse en el actual Régimen del 78, por lo que su ideario ha permeado en gran parte del relato de la sociedad española.

Existen cuestiones que objetivamente están presentes en la realidad, pero que por cuestiones que responden a determinados intereses políticos, son eliminadas de la información que se produce de manera masiva, o si no se puede, son negadas hasta que la consecuencia es que desaparecen.

Una de estas cuestiones es el franquismo sociológico. Los grandes medios de comunicación que formaron parte de Los Pactos de la Moncloa que parieron el actual Régimen del 78, se han esforzado en informar que la época de la dictadura ya ha sido superada de manera satisfactoria, gracias a la Constitución que “nos dimos entre todos” y a la monarquía que ha unido a la sociedad.

Sin embargo, la mayor parte de la sociedad española no ha participado en la Constitución, ni esta se ha actualizado acorde a los nuevos tiempos, y la monarquía es una institución manchada por la corrupción, y su regreso tras la dictadura se efectuó por petición expresa del dictador, por lo que vincula el actual sistema al anterior.

Ese discurso sobre la superación del régimen fascista señala a quienes sostienen que aún sigue vigente y que hay que desmontarlo para avanzar hacia una mejor democracia; y que insisten en la necesidad de recuperar y honrar la memoria de las víctimas de la dictadura, como unos “revanchistas” anclados en el pasado, sin razón de ser puesto que las heridas de la Guerra Civil ya se han cerrado, por lo que no hay nada más que hacer.

1. Franquismo en el callejero: respeto de la historia

Uno de los principales argumentos del franquismo para justificar que calles y plazas estén bautizadas con el nombre de personajes de la dictadura es que, como forman parte de la historia, su recuerdo no evoca a la dictadura.

Ante ello, Arturo Peinado, activista memorialista, sostiene que “es un insulto a las víctimas de la dictadura, una serie de colectivos diversos y que afecta a centenares de miles de personas: víctimas de ejecución extrajudicial y desaparición forzada, de procesos judiciales sin garantías dignas de tal nombre; exiliados; deportados a los campos nazis; víctimas de torturas; bebés robados…“.

Además sostiene que “es algo inconcebible en los países democráticos de nuestro entorno. Yo he hecho varias veces de guía por el Madrid franquista, con periodistas y documentalistas de países de Europa, y siempre quedan estupefactos“.

2. La transición como superación de la dictadura

El relato mediático dominante es el que sostiene que el Régimen del 78 rompió con la dictadura franquista, sin embargo la base del mismo, la Ley de Amnistía, permitió que los crímenes del franquismo quedasen impunes, no en vano la mayoría de los padres de la actual Constitución de 1978 venían de los diferentes estamentos fascistas de la dictadura.

Por otro lado, Francisco Franco impuso el regreso de la monarquía, se respetó el poder económico surgido de la victoria golpista sobre la II República, e igualmente se sostuvo el régimen represor sin juzgar a los torturadores.

Por ello Arturo Peinado sostiene que “la forma en que se hizo aquí la transición a la democracia ha permitido la normalización, la aceptación social y la impunidad de situaciones aberrantes“.

3. Ambos bandos son iguales

Uno de los argumentos de los que echan de menos los tiempos de la dictadura sostiene que en la Guerra Civil, ambos bandos fueron igual de culpables. Uno por elegir en las urnas al gobierno, y los otros por dar un golpe de estado a los poderes legislativo y ejecutivo mediante un levantamiento militar que no triunfó, y que necesitó de la ayuda de los nazis alemanes y los fascistas italianos para alcanzar sus objetivos, sumiendo al país en la miseria por el camino.

Votar por una opción política de izquierdas está dentro de la democracia, dar un golpe de estado por no compartir el resultado de la mayoría es un acto contra ella, por lo que no es posible comparar a ambos bandos, menos cuando los primeros salen a las calles a combatir el fascismo y a defender el sistema de libertades y derechos.

Sobre este tema, el líder del Foro por la Memoria sostiene que “no saben de lo que están hablando, o solo pretenden seguir normalizando el franquismo con argumentos malintencionados“.

Arturo Peinado profundiza en la hipocresía de estos argumentos, que igualan a ambas partes en la responsabilidad de la guerra provocada por el golpe, pero solo rinden homenaje a los fascistas que quebraron la voluntad popular expresada en las urnas, “está perfectamente asumido desde disciplinas como la sociología, la geografía humana y la antropología el sentido de la ocupación de espacios públicos (callejero, monumentos…) con el fin de legitimar sistemas políticos, y de socializar los valores que representan los nombres a quienes se dedican esas calles y monumentos“.

“Aparte, ¿por qué si esos nombres o símbolos son solamente “historia aséptica” el callejero lleva exclusivamente el nombre de los franquistas?“, se pregunta.

El activista por los Derechos Humanos pone como ejemplo la ciudad de Madrid, “hasta hace muy pocos años debíamos soportar en el callejero calles dedicadas a Varela o a Yagüe, militares perjuros y golpistas que atacaban Madrid en 1936, una ciudad asediada y bombardeaba con miles de civiles y refugiados. ¿Porqué, en cambio, no ha habido calles dedicadas a los defensores de Madrid? ¿Miaja o Vicente Rojo no son también historia? El argumento de la “historicidad” es tan burdo y simple que deberían avergonzarse de utilizarlo“.

4. No reabrir heridas

Hablar sobre el franquismo, si es para formular críticas profundas que puedan tocar los cimientos de su continuación, el actual Régimen del 78, no está permitido porque “reabre viejas heridas“.

Arturo Peinado explica que “tenemos claro que desde 1977 se vienen utilizando tácticas dilatorias, en la creencia de que la muerte física de las víctimas directas permitirá la perpetuación del olvido y de la impunidad“.

Sostiene que “a nuestros padres les decían en 1977 que era demasiado pronto para hacer justicia; ahora (los mismos y sus herederos) nos dicen a nosotros y a nosotras que es demasiado tarde“.

Precisamente por ello, el antifranquista reflexiona sobre el recorrido de su organización memorialista, “que será el del conjunto del movimiento memorialista, primero vamos a ver en el corto plazo cómo queda definitivamente la Ley de Memoria Democrática cuyo Proyecto comienza ahora su recorrido parlamentario: Ahí va a quedar definido el marco institucional y el terreno de juego en el que vamos a movernos los próximos años“.

Sobre ello Peinado no parece recibir muchas buenas noticias, “por lo que vamos sabiendo, los sectores del movimiento memorialista que cuestionamos realmente el modelo español de impunidad del franquismo, desgraciadamente vamos a seguir teniendo muchísimo trabajo después de la aprobación de la Ley“.

5. Estar en contra del franquismo es anclarse en el pasado

Cuando leo esas acusaciones (malintencionadas) me viene a la cabeza inmediatamente un texto indispensable de Mario Benedetti, “El Amnésico y el Olvidador”“, comenta el presidente del Foro Estatal por la Memoria.

(…) No obstante, el olvidador nunca logra su objetivo, que es encerrar el pasado (cual si se tratara de desechos nucleares) es un espacio inviolable. El pasado siempre encuentra un modo de abrir la tapa del cofre y asomar su rostro. El amnésico hace a menudo denodados esfuerzos para recuperar su pasado, y a veces lo consigue; el olvidador hace esfuerzos, igualmente denodados, por desprenderse del mismo, pero sólo cosecha frustración, ya que nunca logra el pleno olvido (…).

Los pueblos nunca son amnésicos. Amnistía no es amnesia. La tradición es un recurso de la memoria colectiva, pero también hay otros, menos inofensivos. Tampoco los gobiernos son amnésicos aunque a veces intentan ser olvidadores. Curiosamente su forma de olvidar suele ser proselitista, ya que su objetivo es que los demás también olviden. (…)

Sin embargo, ningún pueblo logra una verdadera paz si tiene un pasado pendiente. Los olvidadores también lo saben (¿quién puede no saberlo?) pero no les importa mucho, porque en el fondo no les importa la paz. Mario Benedetti.