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El Ecuador de los piratas y del fuego

Lasso con sus paraísos fiscales, esquilmando los pocos ahorros de los ecuatorianos, persiguiendo y reprimiendo, figura como el pirata de la modernidad.

A Finales del siglo XVI y a mediados del siglo XVII Guayaquil fue atacada por los piratas Cavendish y L´Hermite, el Español David y los ingleses Swan, Danpier y D´Hout, y de los franceses Picard y Grogniet, quienes saquearon, incendiaron y asesinaron a los habitantes de la incipiente urbe porteña.

Dos incendios grandes, uno a finales del siglo XIX y el otro a inicios del XX, destruyeron la ciudad, arrasándola hasta sus cimientos. Entonces desde tiempos antiguos, los azotes de Guayaquil han sido el fuego y los facinerosos.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, los antiguos piratas ingleses, holandeses, franceses y españoles se han fundido en uno solo, Guillermo Lasso Mendoza moderno pirata que ha asolado no solo Guayaquil, sino el Ecuador entero, con haber promovido y ejecutado el “feriado bancario” de finales de la década de 1990, con lo que no solo que se licuaron los ahorros de la clase media, sino que se promovió la masiva migración de ecuatorianos a tierras Europeas y al Imperio del Norte.

Lasso engrosó sus arcas, a costa de la necesidad del pueblo que se vio obligado a venderle sus certificados bancarios con hasta el 60% de castigo para luego venderlos a la banca estatal al 100% de su valor nominal; es aquí donde realmente nace la lujuriosa fortuna del banquero Lasso.

Ocultando su vergonzosa fortuna en los llamados “paraísos fiscales” en su afán de evadir el pago de impuestos. Este es el verdadero pirata de la modernidad, que sin disparar un solo tiro, sin atracar y sin desembarcar a saquear Iglesias y casas, que se aprovechó de la debacle económica por el mismo apoyada, a fin de incrementar su fortuna, aún a costa de esquilmar los pocos ahorros que quedaban en manos de una desesperada clase media.

Hoy en día, ese mismo Lasso el Pirata moderno, siguiendo los pasos de sus antecesores europeos, apropiado del poder político del Estado sigue esquilmando la pobre economía de los ecuatorianos, gravándolos con impuestos y quitándole servicios básicos como son la salud, la vivienda y el empleo dignos.

El fuego que destruirá la ciudad, ya no viene en forma de lenguas candentes y calcinantes, sino en forma de escupitajos de fusiles y vómitos de metralletas cuyos portadores son quienes un día juraron defender la Constitución y el pueblo del Ecuador, sí, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, han recibido mediante un inconstitucional decreto, la “licencia para matar” a través de un ofrecido indulto de antemano, a fin que la represión al pueblo quede camuflada como una acción tendiente a defender la democracia de quienes conspiran procurando “la caída del gobierno”; así queda neutralizada la protesta social y burlada la disposición constitucional que impide el envío de más de un proyecto económico con carácter de urgente a la asamblea Nacional.

Y así desde hace casi 500 años, seguimos viviendo en la zozobra e incertidumbre que angustia y deprime igual que antes el fuego y los piratas dos azotes infernales, hoy conjugados en un solo demonio, el Pirata piromaniático zar de la evasión tributaria, rey de los paraísos fiscales y presidente de la represión, definitivamente ha superado las maldades de los antiguos piratas navegantes y el horror del fuego destructor de los incendios Guayaquileños.

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