Opus Dei: la secta del catolicismo que respaldó al Régimen del 78
Franco necesitó el apoyo y la bendición de la Iglesia católica para llevar a buen término una guerra de exterminio.
El catolicismo resultó una ideología eficaz para la movilización de todos esos grupos que se propusieron desterrar los conflictos sociales en favor del franquismo. Dicho marco ideológico tenía raíces en la historia de España, en la época imperial de los Reyes Católicos, en la Edad de Oro y en la Contrarreforma.
La República laica y las ideologías revolucionarias, tuvieron un significado específico para burgueses y terratenientes, para los militares y para un amplio sector de pequeños propietarios rurales y clases medias urbanas, una clara amenaza a sus intereses.
Durante la II República el factor religioso desempeñó un papel de crucial importancia en la vida política y social. La dureza de la contraposición entre clericalismo y anticlericalismo revela que la cuestión no era en absoluto indiferente para la sociedad española.
Esta, sin embargo, vivió con tensión variable el problema, que siendo muy agudo en el primer bienio, lo fue mucho menos luego, hasta que la propaganda de la derecha revistió de nuevo en 1936 un extremado clericalismo.
La jerarquía eclesiástica participó desde el principio, en marzo de 1943, en la farsa de las Cortes franquistas y su presencia se hizo también bien visible en los altos cargos consultivos del Estado. El primado figuraría entre los tres miembros del Consejo del Reino y, junto a otro obispo, en el Consejo de Estado.
Además, según la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado aprobada por las Cortes el 31 de mayo de 1947, el “Prelado de mayor jerarquía y antigüedad” formaría parte del Consejo de Regencia en caso de que la Jefatura del Estado quedara “vacante“. Al prelado le acompañarían en ese Consejo de Regencia el presidente de las Cortes y el Capitán General en activo y de mayor antigüedad de los ejércitos de Tierra, Mar o Aire.
La Iglesia y Franco caminaron tomados de la mano durante cuatro décadas. Franco necesitó el apoyo y la bendición de la Iglesia católica para llevar a buen término una guerra de exterminio y pasar por enviado de Dios.
El catolicismo español salió triunfante y feliz de esa simbiosis e intercambio de favores que mantuvo con un Régimen violador de libertades, levantado sobre las cenizas de la República y la venganza sobre los vencidos.
Ese aparato de poder político se mantuvo intacto en el tiempo con la ayuda de la jerarquía eclesiástica y del Opus Dei, pese a que sufrió importantes desafíos desde comienzos de los años sesenta.
Durante las últimas décadas del franquismo, las referencias al Opus Dei adquirieron un carácter casi mítico. Para muchos aquel grupo de católicos seguidores de las enseñanzas del padre Escrivá de Balaguer constituía una especie de mafia política cuya única finalidad era apoderarse de todos los resortes del poder.
El Opus Dei es una de las organizaciones pertenecientes a la Iglesia católica que más controversias ha generado en las últimas décadas. Esta organización tuvo desde sus orígenes una gran habilidad para infiltrarse en los aparatos del Estado, y lo compaginó con la construcción de una estructura que le sirviese para aumentar su poder, recaudar fondos y captar nuevos adeptos.
En vista de su larga duración y los múltiples referentes simbólicos de la dictadura de Franco, resulta complicado identificar una única ideología o un claro programa político. Al contrario que el fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemán, el franquismo levantó su repertorio ideológico sobre la base de unos principios diversos basados en preceptos teocráticos.
Estos fundamentos doctrinales, sin embargo, no permanecieron inmutables, sino que se adaptaron a las circunstancias de cada momento y evolucionaron al compás de la necesidad del sistema por sobrevivir. Este escenario fue vital para el auge del Opus Dei en España.
Autoritarismo básico, regeneracionismo corporativista, conservadurismo nacionalista, tercerismo utópico, triunfalismo imperial, nostalgia liberal, nacional-catolicismo, catastrofismo antropológico, paternalismo elitista, tecnocratismo desarrollista y populismo aperturista, fueron algunas de las categorías en las que se circunscribió el franquismo.
Pero una de las características de su proyección discursiva y su praxis política fue un ultra catolicismo cuyas acciones siempre fueron de naturaleza solapada, logrando infiltrarse en las estructuras de poder del Estado español.
El franquismo carecía de una ideología oficial. Tenía Falange, pero tras su marginación del poder tras la II Guerra Mundial se acabó su capacidad para trasmitirla. La dictadura, como propiamente fascista, dados su nacionalismo radical con vocación imperialista, su antimarxismo, su antiliberalismo y su anticapitalismo formal, no dejó nunca de apuntar la singularidad del fuerte peso del tradicionalismo católico.
El Opus Dei, donde el 97% de sus miembros son seglares, tuvo, desde el principio, una gran habilidad para infiltrarse en los aparatos de Estado y eso lo compaginó, gradualmente, con la construcción de un imperio de negocios propios.
Negocios que van desde colegios y residencias, universidades, escuelas de negocios, hospitales, participación influyente en Bancos y entidades financieras, medios de comunicación y últimamente colegios elitistas de enseñanza primaria y secundaria, entre otros sectores.
Pero desde el principio, la penetración en el aparato de Estado franquista fue decisiva, tal y como lo dijo el fundador de la secta, un cura de personalidad paranoica y megalómana. La expansión del Opus ha sido notoria y originariamente se debió a su penetración en el franquismo.
Hay que tener en cuenta que el Opus funciona como una sociedad secreta donde existen diferentes niveles de compromiso con la secta, pero todos, al final, buscan obtener réditos económicos y de poder para la secta.
La influencia de la iglesia católica en la historia política y social de España ha sido importante. Lo fue en la dictadura de Franco, lo fue en la transición política y lo ha sido en la monarquía parlamentaria. Numerosos miembros de la secta han formado parte del Consejo de Ministros en los Gobiernos del dictador Francisco Franco, y posteriormente en los de Aznar y Rajoy.