La Iglesia Católica ha perdido su poder político
El poder de la Iglesia ha disminuido desde la caída del régimen franquista, pero aún en la actualidad hay cambios que hacer para que quede completamente extinta.
En pleno 2021 es un hecho que en España ha habido una gran caída y pérdida de poder por parte de la religión.
Puesto que, si se mira el pasado del país, durante mucho tiempo la Iglesia Católica se consolidó como una de las instituciones más influyentes en el Estado y el Gobierno.
De ahí que, el peso de la religión en la identidad y el nacionalismo también jugaron un rol importante, permaneciendo anclado en la sociedad, hasta que poco a poco se derribaron esos muros.
Actualmente, la Iglesia en España atraviesa por una crisis de fervor religioso que la está llevando a perder cada año más de un cuarto de millón de creyentes. Una disminución de seguidores que se suma a un creciente abandono de prácticas como ir a misa, casarse o bautizar a los niños entre los que se definían como seguidores de esa creencia.
Más aún cuando se recuerdan los aspectos más oscuros de la doctrina y como esta se vio involucrada en la perpetuación de dictaduras.
La relación entre la Iglesia y el Dictador
El “catolicismo nacional” hace referencia a una de las señas de identidad ideológica del franquismo, el Régimen que gobernó el territorio español entre 1939 y 1975.
Por lo que, no solo dejó grandes brechas y descontentos, sino que dio soporte a las horribles prácticas durante ese periodo, como las persecuciones, torturas y otras.
Todo bajo la cortina de que “Franco era“
“católico práctico de toda la vida”, quien fue referido por el cardenal Isidro Gomá, primado de la Iglesia española, cuando le habló de él por primera vez al Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII.
Gomá no había mantenido todavía contacto personal con Franco, pero ya percibía “que será un gran colaborador de la obra de la Iglesia desde el alto sitio que ocupa”.
Posteriormente, tras la victoria de su ejército en la Guerra Civil, la jerarquía eclesiástica se planteó muy en serio el objetivo de “recatolizar” España.
Así que en ese momento no resultó ser una sorpresa que la Iglesia se convirtiese en “el alma del nuevo Estado, resucitada después de la muerte a la que le había sometido la República y el anticlericalismo“.
De esta manera, consiguió extenderse como un tumor en todos los campos y áreas de la sociedad: la enseñanza, las costumbres, la administración y los centros de poder.
En pago de esta “autoridad” ejercida por la institución en diferentes esferas, se promovió el culto nacional a un fascista, el el canto del Cara al sol y el culto al Jefe.
El rostro de Francisco Franco se recordaba en las monedas con la leyenda “Caudillo de España por la gracia de Dios”.
Por tanto, su imagen era visualizada como un “Rey” de la edad de oro de la monarquía española, entrando y saliendo de las iglesias bajo palio.
Las raíces del franquismo siguen arraigadas
Aunque el catolicismo va en decrecimiento, las enmiendas que han presentado los socios y los aliados del Gobierno a su Ley de Memoria Histórica no ha tenido gran impacto.
Para comenzar de nuevo, con el pie derecho, es necesario y fundamental deshacerse de cualquier manifestación de la ideología totalitaria que desordena el pensamiento y lo turba todo.
Porque implica el cambio de sistema, donde se eliminen las raíces de los preceptos constitucionales escritos por la dictadura, la extrema derecha y el ultracatolicismo.
Esto, por supuesto, ha permitido un continuo respaldo entre ambos sectores, originando una corriente tanto extraña como peligrosa: el Cristoneofascista.
Una “nueva religión” que “se alimenta del odio, crece y disfruta con él, lo fomenta entre sus seguidores y lo inocula en la ciudadanía“, así lo describió el teólogo Juan José Tamayo.
No solo porque imposibilitan la instauración de un sistema republicano democrático, sino también porque traza un gran grupo de enemigos donde entra casi todo el colectivo.
Desde el feminismo, los colectivos inmigrantes, las personas musulmanas, el movimiento LGTBI, el matrimonio igualitario, el aborto, el laicismo, entre otros.
Por ende, lo posiciona como “neoliberal” porque también niega la existencia del cambio climático, la discriminación y violencia contra las mujeres.
El VOX encaja perfectamente en esa dimensión
En España, el Partido VOX tiene apoyos en sectores cristianos muy bien organizados, pese a que el militante promedio no tiene vinculación con la religión, sino que la utiliza políticamente para sus propios intereses.
De esta forma, siguen una línea discursiva un tanto machista, xenófoba, racista, homofóbica y así se van sumando malas etiquetas a la lista.
Evidentemente, luchas siempre habrán, con diferentes personajes y objetivos, pero encontrarán cavidad en la discusión.
Sin embargo, el patriarcado es un sistema de dominación estructural y permanente contra las mujeres, en los sectores más vulnerables de la sociedad, que está perdiendo vigencia.
Ya se ha roto con esa “masculinidad hegemónica“, que se considera el fundamento del poder de los varones, de la sumisión de las mujeres.
La Iglesia ha intentado mantener lo insostenible, que es este tipo de sistema, puesto que los cambios sociales han llevado a una transformación del pensamiento.