El ascenso de VOX, la responsabilidad de los medios de comunicación
El actual posicionamiento político de VOX es posible gracias la normalización de sus agendas de extrema derecha por parte los poderes mediáticos
Un partido político como VOX no podría existir en una democracia asentada, tampoco medios de comunicación consecuentes con sus fascistas ideales y generando más que una crítica, una promoción de sus mas nefastos postulados filonazis.
Ciertamente los medios de comunicación de España, en especial la prensa debe llevar a cabo su actividad periodística con un criterio honesto, imparcial, plural y democrático. La supuesta “libre información” de estos medios solapan límites constitucionales que presiden la verdadera libertad de información.
La manipulación mediática al servicio de organizaciones de derecha como VOX, aunado la escasa capacidad sancionadora de los tribunales de justicia atentan contra la propia libertad de elección de los ciudadanos para decidir el medio de comunicación por el que desean informarse.
En España el contexto cultural, es un aspecto clave para explicar el surgimiento de los partidos populistas de extrema derecha. Por una parte, la aceptación del marco ideológico de una aparente “nueva derecha” camuflada en propuestas de organizaciones verdes, puede propiciar un crecimiento de estos grupos políticos.
VOX, fundado en diciembre de 2013 como escisión del Partido Popular, con la participación de algunos de sus antiguos cuadros más conservadores, próximos al expresidente José María Aznar, criticaban al PP de Rajoy por ser demasiado moderado en cuestiones como los valores tradicionales, la unidad nacional o la libertad económica.
En este sentido, ya creado VOX, llegó a referirse al PP como “la derechita cobarde”. Implícitamente reivindicando estar a la derecha de los populares, por el supuesto viaje al centro de estos últimos, evitaron, sin embargo, situarse al lado de la ultraderecha y preferían llamarse a sí mismos “el centro-derecha nacional”.
Desde el principio han sido claras las diferencias dentro de la derecha, situación que le resta cohesión práctica y discursiva. Esto ha socavado su impacto en España, negando casi totalmente la aplicabilidad del auge que actualmente posee en el resto de Europa. Por ello recurre tan insistentemente a formulas mediáticas para incidir en su audiencia.
Uno de los causales del auge de la extrema derecha que encarna VOX, no es exclusivamente la práctica misma de este partido político conservador, es la normalización de sus agendas de extrema derecha en los poderes mediáticos.
VOX es, tanto en la forma como en el contenido, más radical que sus pares europeos. Su praxis política se circunscribe a un posicionamiento político-ideológico muy concreto, basado en la generación de discursos hostiles que denotan un intento de hacer rutinario el odio. Todo ello se materializa ante la ausencia de una agenda política que pueda movilizar voluntades por medio de la razón en vez de la emocionalidad y el rencor.
Dicho lo cual, es por esto que ningún medio de comunicación debe fungir como brazo mediático de un partido político que señale a un periodista cuando publica algo que no agrade o que señale a un juez cuando juzga algo que no le es conveniente. En decir, los medios no deben estar al servicio de radicalismos y debe permanecer ajenos a los ejercicios de crispación de la derecha.
VOX usa convenientemente los medios para ampliar su base electoral, siempre polemizando cada aspecto de la vida social, trayendo la conflictividad como contexto natural para el sustento de sus discursos basados en xenofobia, homofobia, nacionalismo, fanatismo religioso y la promoción de fórmulas neoliberales.
El matonismo y la agenda de crispación son formas de hacer política desfasada y sin ninguna correspondencia con la sociedad española del siglo XXI. Sin embargo, la ultraderecha mediante anacronismos políticos intenta ganar espacio en una España donde aún existen dolientes del Régimen franquista en los estamentos más conservadores.
Los medios de comunicación son un poder real, es el cuarto poder que la sociedad reconoce para señalar que la diferencia entre el poder mediático, el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial es la inexistencia de controles democráticos sobre los medios.
Si la división de los poderes públicos nacionales anteriormente referidos posee debidamente sus respectivos controles tanto internos como entre sí ¿entonces cuáles serían los mecanismos de control por parte de la ciudadanía sobre un poder tan inmenso como el mediático?
Tras la aparición de VOX en el escenario político español, se ha reavivado el debate sobre la naturaleza ideológica de la extrema derecha en el país ibérico. Dicha aparición viene concatenada al fenómeno del surgimiento de la actual ultraderecha en Europa. Pero eso no sería posible sin medios de comunicación cómplices que le permitan un mínimo de cobertura para proyectar sus ideales fascistas.
La praxis política de los partidos de la derecha radical con frecuencia rechaza diversos aspectos propios de las democracias como el pluralismo político, las instituciones o la protección de las minorías. Son estas ideas las que busca difundir en sus agendas comunicacionales.
En este sentido VOX, no solo sería contrario al sistema democrático en su conjunto, sino que sería proclive a perpetrar crímenes de odio y a utilizar métodos violentos como el vandalismo, el acoso a las comunidades de inmigrantes o las agresiones indiscriminadas contra las minorías propias de las bandas neonazis.
Dicho lo cual, el contexto de conflictividad y un pasado muy relacionado con periodos autoritarios o fascistas en la historia española, dificulta extremadamente su implantación. Si bien, en España la llamada transición no supuso un cambio sustancial con relación al franquismo, la derecha aún cuenta con una serie de estigmas dentro de la sociedad que bloquea el protagonismo de los partidos conservadores.