La relación del PSOE con la iglesia, una historia de origen franquista
El PSOE es un partido huérfano de un discurso consistente que evite ambigüedad sobre la posición ideológica que ocupa en relación con sus competidores y la iglesia católica.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha experimentado episodios de revisión ideológica y, en varias ocasiones, reestructuraciones traumáticas de sus liderazgos. Para sobrevivir políticamente ha tenido que traicionar sus postulados originarios en favor de alianzas con la iglesia y la corona, las cuales trastocan su raíz ideológica.
Desde 2008 a la actualidad, diversos síntomas tales como un cierto desenfoque ideológico-programático, su defensa de la monarquía y la iglesia, aunado a la pérdida de militancia, dificultades para la consolidación de su liderazgo nacional y un acelerado declive electoral, evidencian que el PSOE enfrenta su crisis más profunda.
En el horizonte de esta centenaria formación se dibuja un futuro incierto sobre su papel en la política española, más aún cuando, desde 2014, compite en el centro y la izquierda con otros partidos de la llamada “nueva política”.
Sin embargo, esta lucha ideológica dentro de la formación duró muchos años desde sus inicios y enfrentó a los que querían que el partido utilizara las instituciones oficiales para crecer y a los que pensaban que las mejoras de la clase obrera solo podían llegar a través de la revolución.
Pese a experimentar algunos episodios críticos de revisión ideológica y varios relevos traumáticos de sus liderazgos, el PSOE logró conservar intacto su potencial como partido de Gobierno. Incluso, en las etapas en las que permaneció fuera de las tareas gubernamentales realizando labores de oposición, jamás dejó de ser la alternativa electoral más plausible para el sistema del Régimen del 78.
Al igual que una buena parte de sus homólogos europeos, el PSOE anda huérfano de un discurso consistente que evite equívocos sobre la posición ideológica que ocupa en relación con sus competidores y la iglesia católica.
En estos encuentros, redefinieron sus posiciones ideológicas y también rediseñaron parte de su estructura orgánica. A pesar de todo este esfuerzo, hasta la fecha, ninguna de las propuestas, ni las ideológicas-programáticas ni las orgánicas, han resultado exitosas en la tarea de revertir la situación de desprestigio político.
Lo cierto es que el origen del PSOE mantiene una relación muy íntima con la iglesia, misma que gracias a esta organización política ha podido fungir como un grupo de interés que persigue mantener y aumentar su influencia política mediante la adopción de decisiones racionalmente calculadas que afectan a su statu quo y a sus objetivos declarados.
El caso del catolicismo en España desde comienzos de la democracia y principalmente a lo largo de los dos distintos períodos de gobierno socialista, primero bajo la presidencia de González (1982-1996), y posteriormente bajo la de Rodríguez Zapatero (2004-), parece confirmar esta idea.
La Iglesia católica española, como institución que preserva oficialmente el catolicismo en el país, se ha convertido, en alianza con otras fuerzas sociales y políticas, en un destacado aliado político de los gobiernos del PSOE.
La religión en las sociedades secularizadas pueden dejar de ser un asunto principalmente privado si existen instituciones religiosas, o élites eclesiásticas, que deciden desempeñar un papel político y apoyar determinadas campañas públicas, al tiempo que ayudan con éxito a la movilización de ciertos grupos sociales y partidos políticos que comparten sus objetivos.
En este sentido, la iglesia católica española constituye un grupo de interés porque persigue mantener su influencia política en democracia mediante la adopción de decisiones racionalmente calculadas que afectarán, exitosamente o no, a su statu quo y a sus objetivos declarados.
Aunque las iglesias católicas se comportan generalmente como grupos de interés y no como instituciones públicas, lo hacen indudablemente de una forma muy peculiar: Tras los casi cuarenta años de armoniosa convivencia con la dictadura franquista, etapa en la que los asuntos religiosos y los de Estado estaban inextricablemente entrelazados, ciertos sectores de la Iglesia comenzaron a distanciarse del franquismo durante los años sesenta.
Las iglesias católicas afirman que sus principios son universalmente aplicables y se consideran la autoridad moral última. El rechazo de la iglesia a un contexto de total e inequívoca no confesionalidad parece haber encontrado acomodo en la Constitución según su art. 16, el cual indica que España es un Estado aconfesional “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
Este término intenta establecer una situación a medio camino entre los países laicos como Francia, Bélgica y los Países Bajos y los confesionales de distinto tipo como Alemania, el cual es oficialmente biconfesional, el anglicanismo es la Iglesia de Estado en Inglaterra y los países nórdicos tienen iglesias nacionales protestantes.
Asimismo, el aconfesionalismo aspira a superar en España el vívido contraste entre el Estado laico de la Segunda República y el Estado confesional franquista. Durante la etapa de debate constitucional, por otro lado, la Iglesia dejó clara su oposición al estilo americano de separación entre la Iglesia y el Estado.
Aunque el Tribunal Constitucional ha utilizado a menudo el término laicismo positivo para referirse a la situación religiosa en España, el Estado español no es laico, porque la ICE disfruta de un estatus privilegiado.
La desorientación ideológica del actual PSOE, por más que sea un rasgo compartido con el resto de la familia ideológica en Europa, no constituye el único elemento causante de su decadencia, aunque sí que actúa como un elemento debilitador en el voto.
El liderazgo constituye otro factor útil para la comprensión de la decadencia del PSOE. La dificultad para consolidar sus liderazgos es uno de sus síntomas y, también, una de sus causas. Desde que Felipe González abandonara la Secretaría General del PSOE, el liderazgo socialista ha sido un bien en disputa.
En tiempos recientes, la ambigüedad ideológica y la poca constancia política, ha llevado al PSOE a defender lo indefendible, la monarquía y la iglesia católica. En este respecto, el actual presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se opone rotundamente a quienes planteen abrir el debate sobre monarquía y República o Estado laico y el confesional.