Alberto Núñez Feijóo: el cambio que no cambia
Feijóo es un personaje que, de forma, es bastante conservador, pero, como era de esperarse, fundamentalmente siempre ha defendido fervientemente los valores de la derecha y el capitalismo.
En el marco de la crisis del PP y la salida de Pablo Casado del partido derechista, reaparece en la opinión pública Alberto Núñez Feijóo, un viejo conocido de la política española, aunque no precisamente por sus buenas compañías.
Se trata de un personaje que, lejos de proponer grandes cambios dentro de su estructura partidista, funge como un elemento continuista de la descarrilada y poco eficaz política del PP. Esos aires trasformadores con los cuales llega, ahora se traducen en la salvaguarda de los intereses más solapados de los populares.
Feijóo siempre ha intentado posicionarse como un político capaz a encabezar un partido sumergido en profundos conflictos internos, donde al mismo tiempo su “honestidad” constantemente ha sido puesta en tela de juicio debido a sus controvertidos antecedentes judiciales.
El oriundo de Galicia, cuenta con el apoyo total de las estructuras territoriales del partido, que ven en él la mejor y prácticamente la única opción disponible. Todo ello, a sabiendas que las otras dos grandes figuras del PP han sido objeto recurrente de acusaciones de corrupción en sus respectivas gestiones.
Como político se ha desmarcado de los discursos rimbombantes y grandes proclamas ideológicas. En este sentido, el gallego ha fungido como un individuo prudente y al mismo tiempo ambiguo, el cual que solía intervenir en las disputas de su partido para reclamar moderación.
Sin embargo, nunca ha dejado de comulgar con los valores originarios de un PP siempre asociado a un pasado franquista. A menudo despierta el debate sobre a qué tipo de derecha se circunscribe en el PP, a una moderada o a una radical.
A pesar de su artificial fama de moderado, Feijóo dentro del nuevo contexto de su partido, ha esgrimido duros señalamientos contra el gobierno, comentando lo siguiente: “Tenemos el Gobierno más mediocre de la historia”, ha señalado el presidente gallego.
De igual forma, ha arremetido también contra la gestión de Pedro Sánchez en las crisis provocadas por la pandemia de la COVID-19, así como la subida de los precios de la luz y de los carburantes, incluso antes de que estallara la guerra.
Figuras como Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso han sido siempre proclives a pactar con el partido de extrema derecha. En este sentido, y en vista de las actuales circunstancias en las que están involucrados los populares, Freijóo no representaría gran diferencia.
En la actualidad las miradas derechistas del PP están puestas sobre Feijóo, el cual tiene la responsabilidad de reencaminar el rumbo del partido. A su vez, asumiría la direccionalidad del PP desde una posición políticamente ventajosa y poco traumática, es decir, por aclamación conservadora y sin tener que batirse con otros candidatos.
Muchos populares confían en su receta ganadora en Galicia, es decir, su alejamiento del populismo. Dicho lo cual, resulta evidente que el referido partido derechista requiere de una figura no tan polémica como Ayuso o Casado en el Congreso, el cual tenga a los populares como la principal voz de la oposición, y neutralizar el avance político de un VOX que sigue captando seguidores entre los votantes inconformes del PP.
La aparente calma en la oratoria de Feijóo, nada tiene que ver con su dureza ideológica, siendo un personaje en las formas bastante conservador, pero como era de esperarse, fundamentalmente siempre ha defendido fervientemente de los valores de la derecha y el capitalismo.
Otra característica que en tiempos recientes ha definido a Feijóo, es su postura ante los escenarios de negociación con VOX. El actual partido de Santiago Abascal siempre se ha dividido por las opiniones dentro de las filas de los populares.
En este sentido, al igual que Casado, Feijóo no ha tenido problemas en auspiciar escenarios de negociación con VOX, siendo proclives a entretejer alianzas derechistas de ser necesario. No es de extrañar que, de llegar a ser postulado a la presidencia por parte del PP, promoverá pactos con las otras derechas, donde se incluye el partido de Abascal.
Por otra parte, la figura del gallego durante sus legislaturas no ha estado exenta de grandes polémicas. Fue acusado de favorecer la promoción de la empresa Eulen S.A. a través de contratos públicos millonarios. En esta controversia estuvo involucrada su hermana, Micaela Núñez Feijóo, quien figuraba en algunas empresas investigadas.
No solo eso, la mayor diatriba política del gallego llegó a raíz de unas fotografías donde Feijóo aparecía en un yate en compañía del narcotraficante Marcial Dorado, sentenciado en 2009 a seis años de prisión por el delito de blanqueo de capitales procedentes del tráfico de drogas.
La intención del PP con Feijóo era recuperar la confianza del electorado con alguien que no estuviera manchado por casos controversiales o hechos de corrupción. En este sentido, ha resultado un eslabón más dentro de la larga cadenas de populares vinculados en actos jurídicamente condenables.
Ante la transición que actualmente acontece en el partido derechista, resulta inevitable contrastar la praxis política entre un Pablo Casado, debilitado y vilipendiado por su propia gente, y un Alberto Feijóo, conservador algo más veterano, pero con un historial igual de dudoso.