Petróleo: Las siete hermanas estadounidenses necesitan a Venezuela
El excremento del diablo, como denominaría al petróleo uno de los grandes intelectuales venezolanos, Arturo Uslar Pietri; sirvió para visibilizar e incorporar a Venezuela en el sistema mundo capitalista.
La primera vez que se exportó petróleo venezolano a otras tierras, sirvió para tratar de curar la gota del hijo de una reina, la de la España colonial.
Muchos años después, a principios del siglo XX, un hombre sobre su burro haría un descubrimiento que iniciaría una de las transformaciones más rápidas, interesantes y brutales que cualquier país latinoamericano haya experimentado: la venezolana.
El excremento del diablo, como denominaría al petróleo uno de los grandes intelectuales venezolanos, Arturo Uslar Pietri; sirvió para visibilizar e incorporar a Venezuela en el sistema mundo capitalista a través de su abundante y seguro petróleo.
Las siete Hermanas
Desde muy temprano en el siglo XX, las llamadas seven sisters o siete hermanas en español, empresas norteamericanas nacidas de la separación de la Standard Oil of New Jersey, debido a las leyes antimonopolios implementadas en ese país del norte, se hicieron de los procesos medulares necesarios para la extracción, distribución y venta de los inmensos recursos petrolíferos encontrados en un país que aún despertaba de su ruralidad y crecía en el medio de una laberíntica dictadura.
De esas siete hermanas, hoy en día aún existen cuatro: Exxon Mobil, Chevron, Royal Dutch Shell y BP, todas ellas resultado de múltiples fusiones y adaptaciones a su entorno.
Las portentosas reservas venezolanas las atrajeron como abejas a la miel, y esta relación simbiótica sólo pudo dividirse con la implementación en el 2015 de las sanciones norteamericanas al petróleo venezolano por razones de carácter político.
Estas sanciones buscaban, según palabras del mismo Elliot Abrams, representante de EE.UU. para Venezuela durante el gobierno de Donald Trump, “acabar con el chavismo como cultura política en Venezuela” y sacar a la Revolución Bolivariana del poder a través de la profundización de la crisis económica que atravesaba el país en ese momento.
A través del empleo de sanciones económicas y un bloqueo desolador, los años de su implantación trastocaron toda la realidad venezolana y con ella los planes y decisiones estratégicas que en materia energética asumían las administraciones de turno en la Casa Blanca.
La guerra como justificación
Pero la guerra, en este caso la ruso ucraniana, gran motor de las transformaciones en todos los órdenes ha logrado revolver los centros de equilibrio norteamericanos, y han obligado a su gobierno y con él al mercado internacional a cuestionar esas sanciones comerciales. Las sanciones impuestas al gobierno de Putin, han hecho voltear la mirada norteamericana a su viejo mercado cercano y seguro: Venezuela.
Chevron
En el mes de marzo de este año, la primera de las compañías petroleras en acercarse a dialogar ha sido Chevron. Ya desde el año 2019, esta empresa multimillonaria dio inicio a este galanteo con el gobierno venezolano. Las expectativas y noticias de carácter especulativo nos hablan de humo blanco a la reincorporación de las operaciones de estas y otras empresas en suelo venezolano. Sin embargo aún no hay nada claro.
De ser esto cierto, el país sudamericano está en condiciones de asumir mayores cuotas de producción con el aumento progresivo y sostenido de su capacidad de extracción.
Si bien es cierto que estas actividades y con ellas los equipos y personal, han sufrido grandes daños y pérdidas, también es cierta la capacidad de estas empresas extranjeras y del país de asumir rápidamente un reposicionamiento dentro el mercado y con ello la relocalización del producto en el mercado internacional.
La posición del gobierno venezolano ante esta posibilidad es de apertura. Este necesita un refrescamiento de sus relaciones geoestratégicas y fuentes de ingreso y mercado.
Al parecer el petróleo venezolano podría ser la cura de algunos males, en este caso el de los altos precios de los hidrocarburos.