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Más viejo que ayer pero más joven que mañana

El tic-tac del reloj no ha dejado de marcar los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años desde aquel domingo 17 de mayo en que Elena daba a luz a su quinto hijo.

El tic-tac del reloj no ha dejado de marcar los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años desde aquel domingo 17 de mayo en que Elena daba a luz a su quinto hijo. De eso ya han pasado 63 años, en que he visto presidentes, dictadores, derrocamientos de gobiernos, militares gobernando ilegítimamente, congresos y asambleas buenas, malas y pésimas.

He visto también toda suerte de personajes ejerciendo la presidencia como Camilo Ponce Enríquez, enemigo de la clase trabajadora, Carlos Julio Arosemena, de una cultura exquisita, preocupado por los más pobres y derrocado por la “compañía” por esa tendencia a lo social; José María Velasco Ibarra “el profeta” cinco veces electo presidente pero un sólo período concluido, Jaime Roldós que gracias a la “compañía” abandonó la presidencia y la vida abruptamente, un miserable Oswaldo Hurtado, el oligarca Febres, el socialista “moderado” Rodrigo Borja, Sixto “ni un paso atrás” Durán.

Luego de la guerra del Cenepa, la debacle de tener 8 presidentes en apenas diez años, con Abdalá “el loco que ama” Bucarám cesado por el congreso por incapacidad para gobernar, Fabián Alarcón, Rosalía Arteaga, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacio, eso sin contar con el triunvirato de un día conformado por Lucio Gutiérrez, Antonio Vargas y Carlos Solórzano entre los gobiernos de Jamil Mahuad y Gustavo Noboa.

Luego de esa debacle política, económica, institucional, con guerra y feriado bancario incluidos, descontando la inseguridad ciudadana, el desempleo, la pobreza y la carencia de servicios públicos de calidad; apareció la luz en medio de toda la oscuridad y se disiparon los nubarrones de la incertidumbre y de la ingobernabilidad con el advenimiento de una corriente fresca y novedosa llamada la “Revolución Ciudadana” liderada por Rafael Correa Delgado.

El Ecuador recuperó la gobernabilidad y la institucionalidad, se insertó en el mundo y el mundo reconoció los logros de ese gobierno en todos los ámbitos: político, económico y social, en ese tiempo denominado “la década ganada” vivimos y disfrutamos “la pax ecuatoriana” y el mundo hablaba del “sueño ecuatoriano” y se conocía nuestro país como “el jaguar de suramérica”. Todo esto antes de la traición de Moreno y la compra de la presidencia por Guillermo Lasso.

Cocinero por vocación y abogado de profesión, hoy en día retirado de las lides laborales y los litigios sin sentido, he encontrado o más bien descubierto que la lectura, la redacción y la escritura aprendidas en la escuela y colegio de la niñez y la adolescencia, han rendido fruto y hoy me deleito escribiendo para que el mundo conozca la opinión de un ecuatoriano que se rebela a las mentiras mediáticas que tratan de posicionar un país “del encuentro”, cuando en realidad se está cayendo a pedazos.

El ímpetu político de la juventud lo viví descubriendo el lado izquierdo y cuando lo pude reconocer me alegré, como me alegro hoy de seguir en el lado correcto de la política y la historia, concordando en forma permanente con que el ser humano debe estar siempre sobre el capital, y que la explotación laboral, la evasión tributaria y el dominio hegemónico de las familias oligárquicas y los clanes plutocráticos, son enfermedades nocivas que deben ser erradicadas de toda forma de administración estatal.

Finalmente quiero terminar con la cita del último cuarteto del poema “Aniversario” de mi coterráneo Medardo Angel Silva digno representante de la “generación decapitada” sociedad poética de inicios del siglo XX:

Hoy no es la adolescente mirada y risa franca
sino el cansado gesto de precoz amargura,
y está el alma, que fuera una paloma blanca,
triste de tantos sueños y de tanta lectura…!

¡Con Correa estábamos mejor!