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El liderazgo autoritario

Entre los diversos estilos de liderazgo encontramos el autoritario, que tiene más puntos negativos y sus matices dictatoriales lo comprueban.

El liderazgo es un rol muy fundamental a muchos niveles. En los espacios, esferas y áreas, desde la vida cotidiana hasta el ámbito laboral, profesional, y así sucesivamente. Muy bien dice Michael Foucault que las relaciones entre los individuos se caracterizan por ser de dominación, donde uno ejerce ese papel, mientras que el otro acata las órdenes y es más receptivo a ellas.

Los líderes son importantes. A través de ellos se alcanzan objetivos y metas trazadas en grupos pueden ser alcanzadas bajo su dirección. También, el líder inspira y motiva a quienes representa. Pero, en este apartado pondremos el foco sobre un tipo de liderazgo que no es muy bien visto por las implicaciones que tiene y cómo este se ha manifestado mediante personajes históricos.

El liderazgo autoritario

El concepto de liderazgo autoritario es uno de los más antiguos. Fue consolidado por una teoría llamada “del Campo Social”, propuesta por Lewin, Lippitt y White en los años de 1938 y 1939. Aunque en este texto se desprenden otras tipologías, nos enfocaremos en esta, que es un estilo caracterizado por el control individual del líder sobre todas las decisiones y la poca aportación de los miembros del grupo.

Por tanto, los líderes autoritarios suelen tomar decisiones basadas en sus ideas y juicios. De esta forma, rara vez aceptan los consejos del resto, impulsando un control absoluto y autoritario sobre quienes dirige. Esto les da un matiz dictatorial que generalmente no es recomendable y está ligado a figuras como Margaret Thatcher, Francisco Franco, etc.

Esto tiende a ser contraproducente para la moral de las personas sobre quienes ejerce dicho control. Sin embargo, algunos teóricos establecen que algunos proyectos requieren de un liderazgo fuerte para lograr que las tareas se realicen de manera rápida y eficiente, o cuando sea necesario tomar decisiones en el menor tiempo posible.

Los límites

Pero, como todo tiene su límite, es necesario que el líder no imponga su voluntad a toda costa. Debe estar abierto a la negociación y ser capaz de consultar con otros al momento de decidir, para que este proceso no sea de forma unilateral.

A su vez, esta clasificación tiende a ser jerárquica (o en una escala vertical), donde el líder es el que fija las directrices y normas, sin tener en cuenta las opiniones de sus liderados porque no tiene ningún tipo de confianza en ellos, así que es unidireccional. No potencia la participación democrática y sus casos de éxito son bastante reducidos.

Por mi parte, soy creyente de que todos podemos ser líderes y que cada uno, de manera individual, tiene un estilo distinto al otro. Principalmente porque suele estar ligado a nuestra personalidad, actitud y a la forma en cómo establecemos nuestras relaciones con otras personas.

De ahí que, las personas que son más dominantes, de carácter fuerte, comparten una serie de rasgos: exigentes, restrictivos, desconfiados, controladores, meticulosos, astutos y con una alta capacidad de control de las situaciones.

Algunas desventajas

En análisis de este tipo de liderazgo, podemos ver fácilmente que no fomenta la creatividad y las habilidades de los miembros de equipo o grupo. De hecho, puede impulsar su desmotivación y apatía. De la misma manera, el líder autoritario no permite que haya una buena relación entre este hacia sus colaboradores. El motivo es obvio, pues al existir una comunicación precaria, superficial y la coacción como uno de los elementos más presentes, es difícil que existan la fluidez y la amabilidad.

Como hay miedo, la intervención de los colaboradores tiende a ser mínima. No se le delegan responsabilidades realmente importantes o impactantes según los objetivos que estén planteados, y suelen asemejarse a pequeñas hormigas obreras que siguen instrucciones. ¿Eso les recuerda a la película de “Bichos” de Pixar? Pues, tiene mucha conexión.

Por otra parte, se debe tomar en cuenta cómo perjudica este tipo de liderazgo en el clima emocional. Aunque no lo creamos, se expande rápidamente y queda grabado en cada uno de los subordinados, intoxicando el estado de ánimo, generando frustración y desequilibrando completamente la dinámica de cualquier grupo.

Otro aspecto es que fomenta la inseguridad. Rara vez se utiliza la alabanza y el reconocimiento cuando se hace algo bien, por lo que se da pie a la crítica constante —y algunas veces la humillación—, y también puede crear un ambiente de competencia e insatisfacción entre los miembros porque quieren ser “la única estrella” del líder.