Desarticulando la información: Salvar la Amazonía
Uno de los lugares comunes de los ecologistas es salvar la Amazonía, y es que se trata de un asunto realmente urgente, pero va mucho más allá de la visión escasa del “primer mundo”.
Salvar la Amazonía es uno de esos lugares comunes en las consignas ecologistas. El pulmón del mundo corre peligro y la urgencia por salvarlo es real. No obstante, la dimensión del desafío es desconocida, sobre todo para quienes adoptan la visión mediada por el “primer mundo”.
En ese contexto, esta ha sido utilizada por los grandes conglomerados empresariales para acudir al greenwashing. Muy poco de lo que se recauda llega realmente a esa inmensa extensión que ocupan los territorios de Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Guyana y Surinam.
No hablamos solamente de dinero. Las universidades más importantes del planeta se asoman a la Amazonía. Sin embargo, no revelan todo lo que ella guarda, que va desde el propio oxígeno que proporciona al planeta, hasta los tesoros botánicos que salvarían a millones de seres humanos.
Solo algunos pueden
Salvar la Amazonía podría ser algo reservado solo a los poderosos. La industria cultural se ha encargado de sembrar esa idea. Desde hace décadas, la idea del europeo preocupado por la Amazonía llegó a la pantalla grande en clásicos como Jungle Cruise.
En Jungle Cruise, una científica británica encontraría en el Amazonas la cura de todas enfermedades. Esta percepción le dio al “primer mundo” la sensación de que se trata de un asunto guardado para los poderosos, y que muy poco pueden hacer quienes habitan la selva amazónica.
Esa especie de impotencia se quedó allí, por ello parece sorprendente que Colombia, Venezuela y Surinam se planteen como meta salvar al Amazonas y a toda su biodiversidad.
“Nosotros los sudamericanos tenemos la responsabilidad de detener la destrucción del Amazonas e iniciar un proceso de recuperación coordinado, eficiente, consciente y activo”, declaró Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.
Lo que realmente implica
Algunos medios quisieron restar importancia a las intenciones manifestadas por Nicolás Maduro y Gustavo Petro, sin ir más allá en lo que implica realmente salvar el Amazonas.
Carlos Botto Abella, médico uruguayo radicado en el Amazonas venezolano, señala que la salvación de ese ecosistema es posible, sobre todo con voluntad política para poder frenar el impacto de fenómenos como el de la minería.
Al mismo tiempo, Botto Abella destaca que dentro del Amazonas hay situaciones diversas, y cita el caso de dos estados de Venezuela donde las realidades pueden ser bastante diferentes.
Controlar el saqueo
Para poder salvar la Amazonía hay que controlar el saqueo. Debajo de la selva hay minerales de altísimo valor como el oro, diamante y coltán, que no solamente aprovechan individualidades u organizaciones criminales. Las empresas multinacionales se llevan lo suyo, de ahí que la verdad se pueda saber, si acaso, hasta la mitad.
Los acuerdos entre naciones podrían evitar el saqueo, según Carlos Botto Abella. Además, señala que nada de lo que esté bajo la selva será más importante que ella.
“Todo el oro que sale del Cerro Yapacana va directo hacia Colombia. Ahí la minería ha producido daños irreparables. Allí debe haber un acuerdo al menos binacional para controlar este saqueo y esta situación que no valora la selva. Este acuerdo puede llevar a aminorar los daños y detener la extensión de la minería”, acota Botto Abella.
Al margen
Las cifras sobre la destrucción en el Amazonas son mostradas como una consecuencia más del “totalitarismo”. También de cómo otro de los síntomas es la incapacidad de los Gobiernos sudamericanos por mantener vivo ese ecosistema.
A las reseñas del gran acuerdo amazónico anunciado por Venezuela y Colombia, se le suman esas observaciones con presagios de que los acuerdos no serán cumplidos.
“El mensaje político es muy importante. Pero la cuestión es saber cómo se materializarán estas intenciones”, afirmó Harol Ipuchima, indígena colombiano
Pero casi nadie habla de la destrucción que promovió Jair Bolsonaro, presidente del Brasil.
“La misma bobada de siempre”, llegó a decir el presidente ahora saliente.