Parafraseando a Julio Cesar, quien según cuenta Plutarco empleó esta expresión en su carta a Amancio (amigo suyo, y nuestro, no podía ser de otro modo con ese nombre), después de su victoria por tierras de la actual Turquía, así Vinicius Jr. podría haberse expresado en el día de ayer en la relativamente próxima geográficamente (a Turquía) y lejana cultural y moralmente, Arabia Saudita (para nosotros).
Y es que en realidad el partido por la Supercopa no fue más que eso, un paseo militar.
Gracias sean dadas al inventor de la xabineta por ello, dada su generosa genialidad de adelantar la defensa hasta la exageración lindando casi con los guantes de Lunin. Y este tamaño despropósito frente a dos de los delanteros más rápidos del planeta, Rodrigo y Vinicius.
Y claro, inevitablemente ocurrió lo que tenía que ocurrir.
Yo le diría a Xabi; “Mire Vd., estamos aquí (los seres humanos) gracias a miles de genios, desde aquel que domesticó el fuego, pasando por el que inventó la rueda, Arquímedes, Leonardo, Einstein, Tesla, Fleming, y tantos y tantos otros, pero en esto del fútbol, genios, genios, que yo haya visto, unos poquitos; Pelé, Di Stefano, Maradona, Messi, Cruyff, Zidane, Ronaldinho, Guti (si, Guti), Mágico González y alguno más. Y punto. Ningún entrenador, ni siquiera su propio mentor, el ínclito Guardiola. En el fútbol está ya todo inventado, y esa genialidad de llevar los defensas hasta donde comienza el desierto que supongo se adivina desde dentro del estadio, seguramente le acabará costando el puesto”.
Y así fue, en diez minutos estábamos tomándonos ya tranquilamente nuestra cerveza y celebrando la Supercopa (porque lo de las remontadas a estos niveles sólo reza precisamente con los chicos de Concha Espina, es una exclusiva de casa), disfrutando tal vez por primera y única vez de un transcurrir de los minutos entre olés de los árabes en los que el condescendiente perdón concedido por estos actuales cesares parecía aún más humillante que el endosar a estos limitados adversarios la para todos previsible manita.
Os paso ahora la secuencia del atropello.
1-0
Autopista hasta la red, vislumbrada por Bellingham y recorrida por Vinicius, tercer partido tras lesión, ¡y dice que aún no está en forma!, En el camino sienta al portero catalán.
2-0
Autopista hasta la red. Carvajal para Rodrigo y de brasileño a brasileño y tiro porque me toca.
2-1
El gol del honor.
Una volea hermosisima de Lewandosky.
3-1
Penalty (al incombustible Vinicius, que debió ser también tarjeta roja).
4-1
Vinicius (quién si no), centra para Bellinghan y el rechace del flan de la defensa lo aprovecha Rodrigo para redondear la fiesta.
Y no puedo terminar esta crónica sin hablar de Kroos.
Creo que es muy difícil en la vida ser siempre coherente, y este tipo lo es. No se mordió la lengua al dar su opinión criticando el fichaje de jóvenes valores por los países árabes, que prostituyen su posible brillante futuro por unos cuantos (o unos muchos) blanqueadores petrodólares, además de dejar clara su intención de no jugar profesionalmente en equipo alguno de un país que no respeta los derechos humanos.
Suficiente vergüenza ajena da ya el constatar como el famoso Rubiales colaboró al ya citado blanqueamiento de estos regímenes medievales llevándose esta competición a aquellas lejanas tierras, acuerdo que esperemos no sea renovado por los actuales mandatarios.
Un abrazo y nuestro reconocimiento, Tony Kroos.