Los intereses de clase contra Madrid Central
El gobierno de perdedores de la Alcaldía de Madrid, formado por tres partidos autodefinidos como liberales, sigue adelante con su medida de devolver a los madrileños la libertad de movimiento que el anterior gobierno hurtó en consonancia con su ideología totalitaria. La centralidad de Madrid retorna a su contaminación como marchamo de gran urbe, que no hay megalópoli que se pueda tener por tal si sus niveles de contaminación no son dañinos para la salud de sus habitantes y forasteros.
Como los madrileños votaron a tres partidos perdedores para que se juntaran en contubernio contra la izquierda populista, el trifachito entendió que había que desmontar la medida más emblemática de los totalitarios, y al daño demostrado de la contaminación anteponen la libertad de los contaminadores. Ante tamaño disparate, sin fundamento científico, solo ideológico, al ciudadano debe permitírsele que sospeche de una medida tan irresponsable.
Como siempre en estos casos, solo cabe la pregunta de a quién beneficia. La primera pista nos la da la Organización Mundial de la Salud; organismo de la ONU.
Son muchos los efectos a corto y a largo plazo que la contaminación atmosférica puede ejercer sobre la salud de las personas. En efecto, la contaminación atmosférica urbana aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas, como la neumonía, y crónicas, como el cáncer del pulmón y las enfermedades cardiovasculares. La contaminación atmosférica afecta de distintas formas a diferentes grupos de personas. Los efectos más graves se producen en las personas que ya están enfermas. Además, los grupos más vulnerables, como los niños, los ancianos y las familias de pocos ingresos y con un acceso limitado a la asistencia médica son más susceptibles a los efectos nocivos de dicho fenómeno. Organización Mundial de la Salud.
Es de suponer que al menos en el PP hay cuadros que dominan los asuntos médicos, es un partido con vocación de Estado. Por lo tanto saben que esa medida de libertad de movimiento rodado contaminante afectará a miles de madrileños. ¿Advierte el lector en el primer párrafo el negocio de las farmacéuticas? No hay mejor bicoca para esta industria que un enfermo crónico, es la panacea para ellos, un filón que no parará de proporcionarles ingresos durante años.
En el segundo párrafo la morbosidad se acentúa. Con su medida conseguirán una selección natural de los más válidos de la sociedad madrileña. Los niños serán los enfermos crónicos del mañana; las familias con escasos ingresos acudirán a la Seguridad Social cuando la enfermedad ya tenga a sus miembros por los suelos, cuando no puedan más y hayan llegado a la situación crítica de optar por seguir viviendo o caer en la indigencia por la falta de ingresos que acarrea la baja laboral.
Pagados por todos los españoles que no evaden sus impuestos, las farmacéuticas los exprimirán el tiempo que duren, compensada la cortedad del plazo de vida con la enorme cantidad de pobres enfermos contaminados.
Los otros dos perjudicados por la medida anticontaminación son dos industrias que van de la mano, la automovilística y la petrolífera. Y ante la disyuntiva de salud para los ciudadanos o privilegios para los empresarios, los liberales no dudan por decantarse por los segundos, que, gracias a una mano invisible, traerán la riqueza para todos, y como todos seremos ricos, tendremos suficiente capital para comprar mascarillas antitoxicidad hidrocarburada.
Los fabricantes de coches que dependen del petróleo como combustible esperan ansiosos a sus clientes, y saben que cualquier medida que coarte la libertad de movimientos de sus posibles compradores afecta negativamente a sus ventas, más en el mercado principal en España que es el madrileño; así que habrán recibido con agrado la medida que los liberales han tomado para que los madrileños seamos libres para contaminarnos, por supuesto sin que estos fabricantes hayan hecho valer sus influencias lobísticas. Para los petroleros, basta hacer una regla de tres simple para darse cuenta de que cuantos más kilómetros pueda recorrer un coche, más euros engrosarán sus ya abultadas cuentas bancarias.
La medida del trifachito ha devuelto a Madrid a la lógica capitalista, el negocio y el beneficio por encima de la salud de los ciudadanos.
Este asunto de Madrid Central vuelve a poner de manifiesto la subjetividad de la interpretación de las leyes por nuestros jueces: El Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 24 obliga al trifachito a respetar las medidas de los totalitarios, y el número 4 dice lo contrario, al menos hasta oír las alegaciones del tripartito liberal.