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Convención del PP: un encuentro de mensajes vacíos

De la Convención del PP no hay mucho de que hablar mucho menos algo que objetar, puesto que es toda una ficción de mensajes vacíos.

No se ha visto tanta bravuconería medieval en mucho tiempo. Mucha testosterona torera corría por la sala de la Convención Nacional del Partido Popular.

Y no, este artículo no va a analizar nada de lo que ocurrió allí dentro puesto que nada es analizable más que su único objetivo: coronar Casado como líder frente a Ayuso, y colocar titulares en la prensa bien cargaditos de memeces propagandísticas para robar protagonismo al resto de contrincantes.

O sea, resumiendo, ha sido un encuentro para darse los últimos codazos y ha servido para situar al PP justo donde se quiere: en medio del fango de mensajes vacíos que buscan el blanco perfecto a quién sacarle su jugo; y como no podía ser de otra manera, las víctimas serán los rojos y los separatistas.

Dicho esto, la noticia es que no debería haber noticia. Esa convención ha sido solo un momento pensado para la prensa y para crear un relato no nuevo si no situado en un lugar diferente. Y a lo que hay que no atender más es a lo que se dice. Hartos deberíamos estar de hacer caso de mensajes que solo buscan provocar y despistar.

No es relevante que salga Vargas-Llosa y suelte “lo importante no es que haya libertad en las elecciones, sino votar bien”. Ni que Aznar haga de mensajero moral del Cid campeador e irrumpa con su caballo de Troya al son de; “España es una nación. No siete, ni cuatro ni 17 ni 21. No es un Estado plurinacional, multinivel, ni la madre que los parió”.

Eso que acaba de leer el lector nada tiene relación con la política real, más bien tiene que ver con el lanzamiento de un nuevo paquete propagandístico pensado para crear titulares y hacer que la izquierda hable sobre ellos, que es justamente lo que desean: obligar al contrario a mojarse desde el más primitivo de sus instintos de defensa.

No hay nada que hablar, nada que objetar puesto que es toda una ficción la impostación de momentos como los que han surgido en esta convención del PP.

Lo importante, una vez más, no es el mensaje si no el mensajero a quién hay que seguir la pista. Y honestamente, el mensajero está muy perdido. Casado está perdido, sí ¿y eso es relevante? Para nada.

Lo relevante es que la derecha se siente cómoda en su actitud desinhibida. Que tiene medios de sobras para lanzar mensajes de todo tipo, y más que se esperan con la irrupción de canales televisivos como La séptima, 7 noticias, o con la irrupción de nuevos medios escritos como El Debate o el portal The Objective.

Y entonces, nos aseveraremos en nuestra actitud de rechazo a esos medios solo por ser de derechas. Seremos muy duros moralmente con ellos, y muy malos juzgando su contenido, como si eso fuera a molestar lo más mínimo a esos medios.

Lo incómodo es que la izquierda no ha sido capaz ya desde la transición, de crear un espacio propio, sea mediático o no. No es capaz de lanzar un mensaje que cuaje sin que la derecha lo pase por encima.

Entonces, nos diremos a nosotros mismos ese histórico lamento que dice que la izquierda no tiene los medios para crear tal cantidad de medios y entidades afines a su proyecto. Valdría la pena pensar qué es y qué no es la izquierda hoy en día, pues, honestamente, sectores muy importantes de la supuesta izquierda socialista han estado más pendientes de meterse en la greña de los líos mediáticos que no en construir nada en su ámbito ideológico.

No se puede pensar en la derecha española actual, sin pensar en todo lo que ha dado la socialdemocracia gratuitamente para reflotarse con su ayuda: en el vacío de los mensajes del polo conservador, podemos ver sus debilidades y también sus fortalezas. Pero donde la derecha tiene su sostén es justamente en crear más y más estructuras para ser más, no para ser mejores.

El campo en la España política está sembrado para ser binario, bipolar. Y lo será mientras la derecha vea posible en sí misma un sistema de vida, un modo propio de comunicarse; que no está regido por su correcta moral si no por su éxito en estar presente en todas las formas, eso sí, en una y libre lengua. Casado como Abascal y los que vengan serán importantes pero no relevantes pues la partida ya está en marcha, y fue Aznar quién echó los dados.

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