Gerard, ¿sabes lo que más echo de menos de ti? La pasión que latía en tu pecho. Hacías que mi alma ardiera en llamas de ilusión por lo que estábamos construyendo. No había encontrado hasta ese momento, y tampoco a día de hoy, una réplica de igual intensidad a mi primer movimiento.
Desde el primer instante vi en ti talento y la capacidad para gestionarlo de la mejor manera posible en cada momento, porque sabías que una estrategia puede disponer de muchas tácticas, que dependen de las condiciones subjetivas que aparecen y cambian en el escenario.
Cuando te hablé del proyecto en profundidad, -recuerdo con inmenso amor político del que hasta ese momento solo había sentido por Hugo Chávez, los audios que nos enviábamos de más de 20 minutos a veces-, comprobaste que mi visión concordaba con la tuya, sentí que nos miramos en la distancia a los ojos y que nos lanzábamos a la piscina juntos.
Esa impresión la confirmé en pocos minutos, cuando con la mayor de las alegrías en tus palabras me hablabas sobre los textos que ibas a proponer a nuestros redactores de la sección España, que tú dirigías. Me impresionaste porque te acababa de hablar del relato, del impacto en la hegemonía cultural, de tener agenda propia, de tener un formato neutral en las formas pero parcial en el contenido, en favor de los marginados por el capitalismo, y en unos minutos no solo lo habías entendido, ¡es que ya proponías noticias con los enfoques acertados!
En los días siguientes llegaron tus correcciones a mis propuestas, todas ellas aceptadas inmediatamente por lo certero de la crítica, siempre constructiva y expresada con respeto. Ambos nos entendíamos a la perfección y nos pusimos a construir un proyecto en el que creíamos los dos.
Habíamos hablado del nacimiento de la sección de Memoria Histórica, de centrar la línea editorial en los temas más importantes para no dividir recursos y convertirnos en un cajón de sastre, del sistema de monetización y suscripción en el que seguimos trabajando, en la apuesta por la sección de feminismo que debía estar dirigida e integrada solo por mujeres. Ya soñábamos con hacer de esto nuestro trabajo, para poder dedicarnos enteramente a derrumbar el neoliberalismo.
Cada día me levantaba con ganas de hablar contigo para ver juntos los avances, para compartir la pasión que nos desbordaba por saber que teníamos un proyecto nuestro, una iniciativa en la que creíamos, y que sabíamos que íbamos a lograr. Aún me suena el teléfono y deseo que seas tú. Quiero más de esa pasión que solo tú me dabas.
Sigo caminando, rodeado de grandes personas que son profesionales de altísima calidad. No estoy solo, ni lo estaré porque la capa de credibilidad de ElEstado.Net lleva bordado tu nombre, porque la voluntad que nos permite caminar nace de tu inspiración, porque tu ejemplo es la brújula que marca el camino correcto.
T’estimo germà.
Estàs present en cada batec del meu cor. Per sempre.