Sin la ayuda de la comunidad internacional, Ecuador no aguantará ni dos meses. El virus de la pandemia se extiende sin que el gobierno, totalmente ausente, haga movimiento técnico alguno para ayudar a la población.
No basta con confinar a la gente, se necesitan médicos, enfermeras, medicinas, alimentos. Insumos básicos que el presidente Moreno es incapaz de conseguir.
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A todo esto hay que sumar la falta de liquidez y la escasa credibilidad crediticia del gobierno de Moreno. Los funcionarios no perciben sus salarios, y los militares, policías y personal sanitario que sí lo ha recibido no lo hacen en forma íntegra.
Estas dos cuestiones por sí solas ya son de extrema gravedad. Pero es que addemás, en el día de ayer se sentenció en un juicio-farsa, al político mejor valorado del Ecuador: el expresidente Rafael Correa. Casualidades de la vida, en esos momentos se produjeron varios apagones en varias ciudades, no vaya a ser que a alguien se le ocurra manifestarse, aunque sea desde su confinamiento, por redes sociales.
El proceso que ha condenado a Correa y a Glas es otra evidencia de que Ecuador está en estado crítico. ¿Qué país permitiría que un juez y la secretaria de la Fiscalía intercambiaran instrucciones judiciales? Peor aún cuando está demostrado que tienen un nexo afectivo común. Lo decente es inhibirse en esa ocasión.
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El juicio será declarado nulo con toda seguridad en la Corte Internacional. No solo por ese motivo, sino por la falta total de evidencia penal contra los condenados.
Es que en Ecuador ya no se guardan ni las formas. El juez y la secretaria deberán dar explicaciones ante las autoridades judiciales, sean nacionales o internacionales, que los juzgarán.
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