Particularmente yo crecí mirando las películas de Harry Potter, porque además de que me gustaban mucho, en la tele no dejaban nunca de transmitirlas, y como mi papá sabía que las veía cada vez que las pasaban, cuando se estrenó la primera parte de la última peli me dijo que si quería que fuéramos juntos a verla al cine.
Yo para ese entonces tenía 10 años, se pueden llegar a imaginar la emoción que sentí en ese momento. Planeamos la salida por semanas, todo lo que íbamos a hacer esa noche. Lo recuerdo perfectamente, nos arreglamos los dos, nos perfumamos, recuerdo a mi abuela también mirándonos sin entender por qué tanta preparación para ir al cine.
Pero nosotros, -bueno en verdad mi papá lo estaba haciendo por mí, a él también le gustaban las películas, pero obvio que fan fan tampoco era-, fuimos al Shopping, cenamos en uno de los restaurantes de ahí mismo. Si había algo más que compartía con mi papá era que al cine nos gustaba ir de noche a la ultima función, salir con el shopping vacío y las tiendas cerradas.
Después de cenar llegó el momento de la peli, !tremenda! Pero claro era la primera parte de la última película, y el final es muy inconcluso porque se completa con la segunda parte. ¡Ese año que estuvimos esperando a que se estrenara la segunda fue eterno!
En cuanto anunciaron las fechas, mi papá me sentó de nuevo -yo ya con 11 años-, y me dijo “nena me enteré que se está por estrenar la segunda parte y última película de la saga de Harry, supongo que querrás ir a verla”. Le grité que sí obviamente. Otra vez hicimos el mismo procedimiento de preparar la salida con tiempo, arreglarnos y todo, la película un espectáculo, tremenda, un diez.
Con el paso de los años entré al secundario, lo terminé, empecé la facultad y en mi segundo año de facultad empecé a trabajar con 18 años y me hice amiga de todos los que trabajaban ahí. Había uno de ellos que era fanático a otro nivel de Harry Potter y tenía los libros. Hablando hicimos una apuesta: tenía que leer toda la saga en 2 meses. Llegué hasta el quinto libro y dejé de trabajar ahí, entonces la apuesta quedó en la nada.
Pero yo más friki fanática que nunca, necesitaba ver más y más cosas de esta maravillosa saga,, y averigüé muchas cosas con respecto a los libros y a las películas, pero igualmente marcándome límites.
Con 21 años me vi viviendo en Londres, donde está el estudio en el que grabaron las películas. ¡Quería ir a visitarlo! Estuve tres meses para poder planear bien la salida con mi compañero de ese momento, y lo fuerte es que él no era fanático de la saga. Sí que había visto las películas porque obvio, ¿quién no las ha visto alguna vez? Pero me dijo que le gustaba mucho la idea de ir, que le daba curiosidad saber cómo se habían filmado y eso. Cuando él me dijo todo esto yo pensé “no, bueno esto es una locura me va acompañar”. También preparamos muy bien la salida, compramos las entradas y nos largamos a la aventura.
No puedo expresar con palabras la locura que es ver el estudio de grabación, ¡está absolutamente todo! Escenografías enormes como el banco gringots, la madriguera, el bosque prohibido, máscaras ,vestuarios, robots, algunos objetos emblemáticos como el Cáliz de fuego, el bebé Voldemort, las diferentes pelotas del Quidditch, cuadros, pinturas, maquetas. Todo, absolutamente todo lo que se te ocurra está en ese estudio. Ahí adentro me sentía una niña dentro de una juguetería, fue una de las mejores salidas que hicimos en Londres.
Tuve la gran suerte de poder vivir la magia de la saga en el estudio y creo que si tuviera la oportunidad de ir de nuevo, lo haría porque realmente vale la pena.