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¿Por qué Donald Trump sube en las encuestas?

La subida de las encuestas de Donald Trump se basa en el cálculo de las elecciones presidenciales, el “timing político” de la máquina de comunicación Trump. Hablamos de un mandatario que basó su gestión y su estrategia geopolítica en la reelección del cargo.

Sistemáticamente, los acontecimientos sociales, las fuertes protestas, la pandemia y la crisis económica que lo herían de muerte son sepultadas a nivel mediático, a pesar de que las multinacionales de información le han declarado la guerra.

Por la agresividad destemplada de Trump pareciera hacer los cálculos de aquella lista de Alan Lichtman, con la cual analiza su candidatura presidencial y las implicaciones de su entorno. Lichtman ha sido enfático: “Trump pierde las elecciones”.

La campaña contra Joe Biden promete ser una de las más “sucias” de la historia política norteamericana. Entre los ejes de apreciación de Lichtman encontramos estos puntos de interés:

  • ¿Cuál de los dos partidos ganó las elecciones legislativas?
  • ¿Hay otro candidato del mismo partido aspirando al cargo?
  • ¿El presidente está en el poder compitiendo o no?
  • ¿Hay un tercer candidato?
  • ¿Hay recesión económica?
  • ¿Hay agitación social?
  • ¿Cuál es el panorama económico a largo plazo?

Lichtman vaticina la derrota de Trump, siempre y cuando este esquema de análisis sea la referencia. La realidad de Estados Unidos (EEUU) puede cambiar en horas. La preocupación de Trump es evidente, en la feroz ofensiva a los demócratas.

En este contexto se constatan diferentes ataques de burla, todos desde la idiosincrasia supremacista y capitalista. Que Trump sea presidente es una clave fundamental para el despliegue comunicacional, tal y como se puede apreciar en el último acto de la candidatura republicana con la Casa Blanca de Fondo, una simbología de poder internacional.

Por otro lado, no tiene otro competidor interno, convirtiéndose esta elección en un “duelo de pistoleros” con una de las partes evitando el debate. Sin embargo, la recesión económica, los desastres de la pandemia y un futuro nada alentador en lo económico complican el escenario de la victoria de Trump.

Lo cierto es que Trump sale vivo de un verano infernal, con catorce puntos por debajo de Biden. Hoy lo separan cuatro. ¿Las razones de este sorpresivo avance? El panorama es complejo, pero es determinante tomar en cuenta la actuación de los estados clave (capaces de voltear una elección): Wisconsin, Minnesota, Pennsylvania).

Estados con menos importancia e influencia que los que albergan grandes metrópolis, pero que albergan muchos electores. Actualmente, según la última encuesta realizada por CNN, existiría un un empate técnico entre los candidatos. En la última elección presidencial Trump volteó la votación en esos estados, con unas diferencias de veinte mil votos.

Aquí entra la cyberpolítica y el dominio del “mogul” imperial que posee Trump sobre el mundo digital contemporáneo, con Jared Kushner controlando la “big data” global y oeleando voto a voto en la internet, resultan determinantes.

Hay tiempo para “producir” un ambiente más favorable para la propaganda. Vendrá la vacunación contra el COVID-19, las restricciones al liberalismo económico del mercado (aunque suene contradictorio) y las medidas proteccionistas para generar empleos locales (con mano de obra norteamericana).

También calculan la derrota de la Revolución Bolivariana y el aislamiento a Irán. Biden va a enfrentar a una máquina aceitada de generar titulares, de explotar las debilidades del enemigo, vulgarizarando hasta lo soez la política.

Y esa “manera” con que Trump asume la política calza como un guante en la idiosincrasia del hombre blanco y arrasa en la galería de miedos de los conservadores.

La xenofobia, el trato despectivo a las minorías, la barbarie diplomática, el racismo, la misoginia, el anticomunismo y la satanización de la izquierda son los ingredientes de un cóctel fatal a la psicología de los creyentes del “american dream”, que comienzan a armarse y a asesinar personas en nombre de la “lucha contra la anarquía”.

Hay un país dividido, claro que sí. El detalle es que el sector “independiente” se fractura con el fracaso Sanders, los demócratas dependen de las protestas y la debacle económica. Biden no agenda, responde.

Mientras Trump le habla al noreste, al Estados Unidos (EEUU) profundo, a los campesinos, a los obreros en lenguaje sencillo y violento, describiéndoles un panorama de monstruos y fantasmas que habitan en lo profundo de su subconsciente, Biden basa su campaña en criticarlo.

El voto oculto, emocional y secreto cambió las últimas elecciones enviando a Hillary Clinton al baúl de la historia. Ese voto es joven, es íntimo. Y las redes sociales con la cyberpolitica logrando conectar más que impactar, socializar más que convencer y normalizar más que confrontar.

Van a polarizar a estos sectores entre nacionalismos y altermundismos. Este sector es decisivo, no explorado por la política tradicional y signado por la manipulación de sus datos personales, sus gustos y sus placeres.

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