El presidente de Nicaragua ha conseguido que la paz social vuelva a las calles del país. Daniel Ortega, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ha superado la intentona golpista financiada por EEUU, concretamente mediante agencias con apariencia de Organizaciones No Gubernamentales, pero que dependen directamente del Estado que dirige Donald Trump, como la USAID (del despacho oval) y la NED (de la CIA).
Esos fondos fueron recibidos por el ultraconservador Félix Maradiaga, quién los usó en un primer momento para organizar una manifestación que los medios hicieron pasar como reprimida por Daniel Ortega, justificación que dio inicio a la oleada de tranques -ideada y apoyada por la Iglesia Católica– con la que tanto Donald Trump como la oligarquía nicaragüense esperaban derrocar al sandinismo.
Sin embargo Daniel Ortega, conociendo perfectamente a sus enemigos políticos gracias a su pasado guerrillero y presidencial, entendió que el Diálogo Nacional era una pérdida de tiempo, y no tardó mucho en desplegar a la Policía Nacional para terminar con el asesinato de cientos de personas, perpetrados por los grupos fascistas que practicaban el terrorismo desde los tranques.
A día de hoy el golpismo está descabezado y no cuenta con efectivos, ya que han sido capturados y la mayoría de ellos están siendo juzgados. Un ejemplo de ello son los cuatro terroristas que están comenzando un proceso judicial por sus actos en los tranques de la ciudad de Diriamba.
Richard Sebastián López, Eddy Gertrudis González Padilla, Orlando Valverde Ortiz y Henry Valverde Ortiz (hermanos), formaron parte de las hordas que saquearon diferentes locales privados de la ciudad, dispararon con fuego real a la comisaría de policía y a las casas de las familias identificadas como sandinistas.
Eddy González y Richard López eran los líderes del tranque que pagaban a los fascistas del mismo por sus hechos violentos, constatando que las llamadas por la prensa comercial “manifestaciones de carácter popular“, eran en realidad ataques con armas reales de mercenarios pagados por la derecha con pretensiones golpistas.
Al allanar la casa de ambos, se encontró en ellas diferente armamento armas artesanales, morteros con municiones, e importantes sumas de dinero (37 mil dólares y 50 mil córdobas en efectivo), destinados a financiar una nueva segunda oleada de tranques que la Iglesia Católica de Nicaragua está intentando organizar. Sin éxito.