El Régimen del 78 ha empezado a sobreponerse por su flanco izquierdo, con un PSOE recuperando votantes a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, su flanco derecho no ha terminado de recomponerse en tanto que la derecha se ha dividido en tres opciones, de las cuales dos permanecen empatadas a tenor de los últimos resultados electorales, pero ninguna destaca lo suficiente como para liderar el espacio conservador español.
Pese a que la oligarquía ha sabido moverse perfectamente en un escenario político no previsto -cuatro fuerzas políticas igualadas en fuerza institucional-, para mantener intactos sus intereses, su preferencia es regresar al modelo anterior a la irrupción de Podemos, con dos fuerzas políticas fuertes asumiendo el papel de izquierda y derecha públicamente, pero tras bastidores colaborando para mantener y profundizar las políticas neoliberales.
Con un Partido Popular que aparece enterrado por el CIS, Albert Rivera tiene la oportunidad de acabar, políticamente hablando, con los de Pablo Casado, y convertir a su partido en la nueva pata derecha del Régimen del 78, lo que le otorgaría a éste, además, una pátina de recambio y modernidad que le permitirá sostenerse por más tiempo.
No es solo que Ciudadanos reciba más apoyo de los principales medios de comunicación en detrimento del PP, sino que los de Albert Rivera tienen la capacidad de expulsar a los populares de muchas instituciones, anulando por un lado sus posibilidades económicas, y por otro su visibilidad en la sociedad. Las dos claves de una maquinaria electoral.
Evidentemente para ello Ciudadanos tendría que apoyar al PSOE en varias comunidades, -algo que ya ha empezado a hacer- y a Manuela Carmena y a Ada Colau en los ayuntamientos de Madrid y de Barcelona respectivamente. Sin entrar a valorar si las dos políticas progresistas aceptarían esa oferta, Ciudadanos estaría contradiciendo lo que expresó en campaña, algo que ya ha hecho otras veces sin por ello tener que hacer frente a un castigo en las urnas, a causa de que la memoria de los votantes no alcanza de una legislatura a otra, gracias a la labor de los medios de comunicación, que además en este caso, centrarán sus esfuerzos en que así suceda con los de Albert Rivera.
No se prevén elecciones en los próximos cuatro años, y las actuaciones de hoy no serán recordadas en la próxima cita electoral. Los argumentos que empleará Ciuadanos para justificar su apoyo a fuerzas que a día de hoy están situadas en el campo progresista serán difundidos y explicados de manera intensa por los medios de comunicación. Si el líder derechista finalmente decide profundizar su ataque contra el PP para hacerse con el liderazgo del espacio conservador, es probable que no sufra un acusado desgaste por ello.