La República llegaba en 1931 a una España eminentemente agrícola y atrasada aunque integrada en Europa, y con una alta tasa de analfabetismo. Por eso, el 29 de mayo de 1931, se aprueba el decreto que creaba el Patronato de las Misiones Pedagógicas. Las Misiones Pedagógicas tenían por objetivo acercar la cultura al pueblo, dedicando el mayor esfuerzo en llevarla a las zonas rurales de España.
>>La vigencia de la bandera de la Segunda República<<
Su primer presidente fue el pedagogo Manuel Bartolomé Cossío, una de las figuras más sobresalientes en la enseñanza española durante el primer tercio del siglo XX.
Las Misiones Pedagógicas estaban inspiradas en la ya instaurada desde 1876 Institución Libre de Enseñanza, un modelo creado por catedráticos e intelectuales como Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sainz Rueda y Nicolás Salmerón entre otros. Todos ellos apartados de la Universidad Central de Madrid por defender un modelo que propugnaba la libertad de cátedra y la laicidad de la enseñanza, viéndose obligados a seguir con su labor al margen del Estado.
El proyecto de la ILE fue apoyado por intelectuales como Joaquín Costa, Leopoldo Alas “Clarín”, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Menendez Pidal, Antonio Machado, Joaquín Sorolla, Ramón y Cajal o Federico Rubio.
La ILE fue una verdadera revolución en materia cultural y educativa en España.
Llegados a 1931, e inspiradas en la ILE, aparecen las Misiones Pedagógicas de la República. Se acercaron a los pueblos museos, bibliotecas, teatro, lecturas, música coral, exposiciones de pintura y proyecciones cinematográficas. Las Misiones abarcaban tres aspectos.
- Fomentar la cultura, especialmente en zonas rurales, creando bibliotecas fijas y móviles, proyecciones de cine, representaciones teatrales y museos.
- Orientación pedagógica y reciclaje de los maestros en las zonas rurales.
- Educar a los ciudadanos para que entiendan los principios de una sociedad democrática.
La legislación de principios del siglo XX ya hacía referencia a este tipo de Misiones, a las que consideraba el mejor medio para sacar al pueblo de la ignorancia.
“El único objetivo de las Misiones es devolver al pueblo lo que es del pueblo“. Manuel Bartolomé Cossío.
Cientos de voluntarios llevaron a los pueblos de una España con más del 32% de analfabetismo, bibliotecas, museos, teatros ambulantes, cursos de formación… En el preámbulo del Decreto que crea las Misiones, se especificaba que “el objetivo es llevar a las gentes, especialmente a los pueblos, el aliento del progreso y de los medios para participar en él“. Había que formar a hombres nuevos porque, según Marcelino Domingo “la República heredó una España de hombres rotos“.
>>Fernando de los Ríos, ministro de cultura de la Segunda República<<
La Segunda República heredó un país con carencia de escuelas y maestros, en muchos casos, poco formados. El esfuerzo iba dirigido a crear escuelas, pero no bastaba con levantar edificios, la escuela había de recrearse, y hacerlo bajo los principios de la escuela única, laica y gratuita.
El dirigente socialista y pedagogo español Rodolfo Llopis, afirmó en la clausura de las jornadas Pedagógicas de Zaragoza en 1932: “La misión de la escuela es transformar el país. Que los que estaban condenados a ser súbditos, puedan ser ciudadanos libres y conscientes de una república democrática“.
El 31 de agosto de 1931, Marcelino Domingo le pedía a Unamuno que preparase una ley que favoreciera el establecimiento en España de la escuela única. Esta escuela se basó en estos ocho principios que fueron consagrados en la Constitución de 1931 aprobada el 9 de diciembre:
- La educación pública es esencialmente una función del Estado.
- La educación pública debe ser laica.
- La educación pública debe ser gratuita, especialmente en la enseñanza primaria y media.
- La educación pública debe tener un carácter activo y creador.
- La educación pública debe tener un carácter social, por lo que se articulará un sistema de participación entre las representaciones sociales diversas y la escuela.
- La educación pública debe atender conjuntamente a los alumnos de uno y otro sexo, haciendo de la coeducación un principio pedagógico aplicable a todos los grados de la enseñanza.
- La educación pública constituye un sistema unitario.
- El profesorado de la educación pública constituye un todo orgánico. Siendo una la función educativa, uno debe ser también el profesorado, lo que significa que debe recibir una preparación equivalente, asumir un trabajo docente similar y análoga retribución.
Todo, o casi todo el mundo, conoce “La Barraca“, grupo teatral universitario dirigido por Federico García Lorca y Eduardo Ugarte. “La Barraca” formó parte de las Misiones Pedagógicas llevando obras teatrales ambulantes por pueblos de España.
La primera Misión llegó a Ayllón, Segovia, en diciembre de 1931. Allí anduvo ocho días, y estaba formada por profesores, estudiantes y operadores cinematográficos. En julio de 1933, las Misiones Pedagógicas ya habían visitado 158 pueblos de 19 provincias.
Con un presupuesto de 700.000 pesetas de la época, en 1933 funcionaron hasta 34 misiones compuestas por profesores, periodistas, catedráticos, médicos, grupos teatrales, coros… Se distribuyeron 2.340 bibliotecas fijas y ambulantes.
Una parte fundamental de las Misiones era el Museo Circulante de Arte, con numerosas reproducciones de cuadros fáciles de comprender para la gente sencilla de los pueblos, y gran cantidad de fotografías que se repartían entre la gente.
En muchas visitas de las Misiones a los pueblos, se produjeron muchas anécdotas, como en las sesiones de fonógrafo. Jamás habían visto nada igual. Los niños se acercaban a aparato con timidez y preguntaban: “¿Dónde está escondido el que canta?“
Las Misiones Pedagógicas no eran otra cosa que escuelas ambulantes, que iban de pueblo en pueblo y donde a nadie se le exigía pagar matrícula, donde a nadie se le castigaba de rodillas, donde nadie aprendía con lágrimas. Había que enseñar y divertir al mismo tiempo.
Unas Misiones que contaron con el apoyo de intelectuales como Lorca, Cernuda y Jaime Menéndez entre otros, supusieron una verdadera revolución cultural para la llamada “España profunda“.
Cabe mencionar que en el Frente republicano también existieron las Milicias de la Cultura. Uno de sus mayores exponentes fue Miguel Hernández, quien no dudó en enseñar a leer y a escribir a quienes luchaban en el Frente.
En definitiva, hacer ciudadanos del Estado a aquellos hombres, mujeres y niños que vivían en 1931 como en el siglo XVIII: aislados, retraídos e ignorantes.
“Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches un resplandor rojo y blanco. Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros”. Miguel Hernández.